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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Unos tipos más bajos ayudarán al crecimiento, pero no a Alemania

Un precio del dinero más bajo no resuelve la dependencia de las exportaciones para crecer

El canciller alemán, Olaf Scholz, en la reunión del G20 este martes en Río de Janeiro.
El canciller alemán, Olaf Scholz, en la reunión del G20 este martes en Río de Janeiro.Antonio Lacerda (EFE)

Las reducciones de los tipos de interés, las pasadas y las esperadas, pretenden evitar una contracción económica, favorecen los salarios reales y reducen los costes de financiación a empresas y familias, y esto libera recursos para usos alternativos. Sin embargo, los problemas de la mayor economía de la zona euro, Alemania, no se van a resolver con tipos más bajos. Los confinamientos movieron la demanda de los servicios a los bienes, y ese desplazamiento aumentó la presión sobre una economía que ya soportaba una alta tensión por los incentivos fiscales y monetarios sin precedentes, inyectados en sucesivas ocasiones desde 2012 para sostener la demanda. En consecuencia, como la producción no ha aumentado lo suficientemente rápido como para cubrir esa demanda, se han disparado los precios en algunos sectores, provocando una alta inflación y crecimientos divergentes.

Mientras que en algunos Estados miembros como Malta, España y Portugal la producción ha aumentado de forma apreciable (en promedio un 6 % en Malta desde 2022 y un 4 % en España y Portugal) tanto Alemania como Finlandia y Estonia presentan un débil crecimiento desde que el BCE empezó a aumentar los tipos. Sin Alemania, la actividad en el área del euro habría sido muy resistente frente al ajuste monetario más acusado en décadas y a una guerra a las puertas de la UE. Solo unas pocas economías avanzadas, sobre todo Estados Unidos, se han expandido a un ritmo más rápido durante este período.

Mucho antes del aumento de los tipos la producción en Alemania había comenzado a estancarse. A finales de 2021 el PIB real era solo un 1 % superior a su nivel de cuatro años antes, frente a incrementos del 4,9 % en el resto de la eurozona, e incluso del 10 % en EE UU. El bajo PIB alemán se debe, sobre todo, a que su modelo de negocio se basa en el fuerte crecimiento de las exportaciones, en especial en el segmento de alta gama de las industrias manufactureras tradicionales, y justo en estos años el comercio mundial se ha ido cerrando. Según Global Trade Alert, en 2023 se introdujeron en todo el mundo casi 5.000 medidas proteccionistas con “efectos perjudiciales” para el comercio, aproximadamente un 60 % más que el promedio durante la década anterior al covid. Por desgracia, la cooperación y la confianza globales se desvanecen.

Entre 2000 y 2015, la cuenta corriente de Alemania pasó de un déficit del 1,8 % del PIB a un superávit del 8,6 % tras un aumento sin precedentes de las exportaciones entre las economías avanzadas, que aportaron casi un tercio del crecimiento durante ese período. Pero, en promedio, desde 2016 las exportaciones netas no han contribuido al crecimiento y Alemania ha perdido participación en el mercado de exportación a un ritmo preocupante. Además, como su demanda interna tampoco ha aumentado, la economía alemana ha crecido apenas un 1 % anual en promedio durante los últimos ocho años. En su descargo hay que resaltar que Alemania ha tenido que adaptar con rapidez su economía a la pérdida de acceso al gas ruso, que le obligó a una rápida reducción de su consumo y a cambiar a fuentes de energía alternativas.

Tampoco los tipos más bajos resuelven su dependencia de las exportaciones para crecer. En las dos décadas anteriores a la pandemia, los exportadores de la zona del euro –y las empresas alemanas en particular– se beneficiaron del crecimiento excepcional chino, donde un auge inmobiliario impulsó la demanda de exportaciones de bienes de capital de la zona del euro. Pero ahora, con la geopolítica obstaculizando el comercio y el crecimiento, la globalización que los impulsaba empieza a formar parte de una historia pasada y feliz; y en la medida en que las empresas de la zona del euro se hicieron más dependientes que otras de las cadenas de valor globales, cuando la apertura del mercado global se revierte, el daño para el PIB europeo es más severo. Así, por ejemplo, aunque los costes de la energía han caído desde sus niveles máximos, siguen siendo casi cuatro veces más altos que en Estados Unidos, de forma tal que la energía sigue siendo un lastre para la competitividad de precios de la zona del euro.

Hace dos décadas, las empresas chinas se especializaban principalmente en la producción de bienes de bajo valor como prendas de vestir, calzado o plástico. Hoy, son fuertes en industrias de alto valor añadido, como el sector automotor y el de maquinaria especializada. No sólo se ha hecho imprescindible en la cadena de valor, sino que se ha convertido en un implacable competidor en terceros mercados, donde obtienen ganancias de competitividad de precios frente a Alemania e Italia. Además, las empresas chinas reciben subsidios estatales notablemente más altos que la mayoría de las demás economías avanzadas y de las principales economías de mercado emergentes. El sector automovilístico es un claro ejemplo de ello: China está realizando importantes inversiones iniciales en producción y transporte para aumentar su capacidad exportadora. Se estima que los pedidos de nuevos buques de transporte aumentarán el número de vehículos eléctricos disponibles para la exportación en 1,7 millones anuales de aquí a 2026. Para verlo en perspectiva, el número total de vehículos eléctricos vendidos en toda la UE en 2023 fue de 2,5 millones.

El Banco Central Europeo quiere impulsar el crecimiento, pero no está seguro sobre la inflación, porque cuando dice algo que parece obvio, que decidirá en función de los datos, no hace otra cosa que admitir, por un lado, que necesita recopilar datos más frecuentes sobre precios por sectores y sobre las restricciones de la oferta para así determinar si los sectores más importantes están sufriendo cuellos de botella en la oferta; y por otro, entender factores estructurales como la forma en que los distintos sectores fijan los precios, así como los vínculos entre ellos, para obtener información adicional de gran valor. Como dice el poema de T.S Elliot, East Coke, The Four Quartets: “…y lo que no sabes es lo único que sabes, y lo que tienes es lo que no tienes y donde estás es donde no estás…”

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