La inflación amenaza la bajada de tipos de interés en EE UU
Hay el temor histórico-supersticioso a que suceda lo mismo que en los setenta, cuando a una oleada inflacionaria que se creía superada se añadió otra inesperada
Durante la semana pasada decreció de nuevo el optimismo sobre una pronta bajada de los tipos de interés en EE UU. Ahora, cuando ya todo el mundo esperaba esa bajada para el mes de junio, planea sobre los mercados la amenaza de que se retrase.
El cambio de expectativas no ha sido especialmente brusco, pero es muy llamativo que haya pasado, primero, de las siete reducciones de tipos de interés (de 0,25% cada una) que descontaba el mercado a finales de 2023 para el conjunto de 2024 a solo tres bajadas esperadas hace solo diez días y a menos de tres bajadas en la actualidad.
Sucede todo cuando, por primera vez desde hace mucho, se habían puesto en línea las expectativas de los operadores de renta fija y de renta variable con lo que sugerían las observaciones de los miembros del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal, que es quien se ocupa de fijar la política monetaria en EE UU.
¿Qué es lo que ha cambiado en tan poco tiempo para provocar esa alteración de las expectativas? La respuesta no podría ser más directa: los malos datos de inflación en EE UU, tanto en el terreno de los precios que pagan los consumidores (IPC) como en el de los precios que se pagan en la industria, reflejados en el Índice de Precios de Producción (IPP).
¿Es para tanto la subida experimentada por los precios allí? A primera vista no. En el caso del Índice de Precios de Consumo (IPC), la última tasa anual de la inflación subyacente (la de febrero) fue del 3,8%, aunque no deja de ser casi el doble del 2% al que quiere la Reserva Federal que se reduzca. En lo que respecta a la inflación subyacente del IPP, la subida fue de 0,3% mensual, lo que deja su tasa anual en el 2%.
Pudiera parecer que, efectivamente, no es para tanto, pero lo cierto es que no solo son datos peores que los del mes anterior, sino también peores de lo esperado. Además, sucede por segundo mes consecutivo, lo que se ha interpretado, correctamente, como que existe una resistencia de los precios a seguir bajando.
Esa interpretación coincide con el pronóstico que hemos venido manteniendo tanto en esta columna como en la newsletter de mercados para el conjunto de 2024. No porque sea de esperar un rebrote enorme de la inflación, sino porque las bajadas de precios del año pasado, por una parte, y las subidas que están teniendo algunas materias primas este año, por otro, harán que en alguno de los meses próximos (y por lo que se ve, en los pasados, también) se produzcan subidas de los índices de precios, unas, merecidas por sí; solas, y otras, por causa del efecto de base al hacer la comparación con idénticos meses del año anterior.
También existe la visión más negativa para el futuro de los precios de que hay síntomas en EE UU mucho peores que los mencionados. Así, si hacemos un análisis algo más fino, resulta que la inflación que podríamos llamar supersubyacente ha subido a 6,9% para un período de tres meses anualizado.
Esa inflación supersubyacente refleja las variaciones experimentadas por el precio de los servicios de los que no suele hablarse mucho en los servicios de estudios y que van desde cosas tan cotidianas como las peluquerías hasta las que solo se utilizan de tarde en tarde, como las minutas de los abogados. De su cálculo se excluyen tanto el coste de la energía como el de los alquileres.
También las medidas a tres y seis meses anualizadas del IPC, de los servicios dentro del IPC, de la subyacente del IPC, etc. han subido a niveles como no se veían desde hace muchos meses.
Lo que sucede es que esa tasa de la inflación supersubyacente es el indicador de moda, pues lo ha elegido la Reserva Federal para orientarse sobre la que podría ser evolución futura de los precios.
A todo esto se añade un temor histórico-supersticioso: que suceda lo mismo que en los años setenta, cuando a una oleada inflacionaria que se creía superada en 1971 se añadió otra que no se esperaba.
Complica las cosas que el precio del petróleo esté subiendo rápidamente (18% en los tres meses últimos) y, si se cumplen los pronósticos hechos aquí para 2024, aún le queda mucho más por subir. La subida anual es del 14%, por lo que el impacto del precio de la energía en el IPC de marzo lo más probable es que sea negativo. Para la gasolina sin plomo, la comparación con hace un año da una subida del 11% y el Gasoil del 15%.
En suma, los mercados se han asustado un poco y hemos visto bajadas recientes de Bolsa y del precio de los bonos
De forma totalmente exagerada, alguna prensa anglosajona dice que los mercados han capitulado ante la Fed. Un pequeño, casi insignificante, retroceso de las Bolsas no sustenta semejante conclusión. Pero sí que se están tentando la ropa ante la posibilidad de que los tipos de interés no vayan a decaer tanto como, de forma ya muy desvaída, se esperaba. Pero no parece, por ahora, que el disgusto sea muy grande.
Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero
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