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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los mercados y la venda antes de la herida

Tienen los mercados la molesta costumbre de anticipar, y casi siempre en exceso

CINCO DÍAS

Tienen los mercados la molesta costumbre de anticipar, y casi siempre en exceso. Comprar con el rumor y vender con la noticia es uno de los lugares comunes de la Bolsa que mejor envejece, por más cambios radicales que hayan sufrido tanto la economía como los propios mercados. Ocurre, así, que buena parte de las expectativas para 2024 las ha digerido el mercado en los últimos meses de 2023. No hace falta buscar complejos indicadores económicos: el euríbor a 12 meses ha recortado medio punto el tipo de interés sin intervención del Banco Central Europeo.

Si la subida de tipos marcó 2022 y 2023, la bajada de tipos marcará 2024 (otra cosa es si el recorte llega en la primera o en la segunda mitad del año). El mercado, como cabe esperar, no solamente se ha adelantado a este movimiento, sino que también ha anticipado las consecuencias más inmediatas: la deuda soberana ha marcado fuertes revalorizaciones en la recta final del ejercicio y las empresas endeudadas han recibido un cierto alivio en Bolsa. Buenas noticias para el inversor, en particular para el enfocado en el mercado doméstico: el Ibex ha vivido su mejor año desde 2009, gracias a los jugosos beneficios que la subida de tipos ha traído a la banca y al excelente momento de Inditex. Para los mercados globales, el año ha sido también muy positivo, el mejor desde 2019, y la renta fija ha cerrado en positivo, compensando parte de las pérdidas de un 2022 desastroso. La inflación, las subidas de tipos y el riesgo de recesión arrasaron las rentabilidades en las categorías tradicionales de activos.

Ahora, en los últimos 12 meses el mercado ha batido con holgura las precavidas previsiones de finales de 2022. No entraba en el radar la subida del Ibex, la contención de la inflación ni la euforia ligada a la inteligencia artificial, que ha reforzado el férreo dominio de las tecnológicas sobre las Bolsas globales desde la atalaya de Wall Street.

Para el inversor de a pie, no obstante, cazar los rápidos cambios de tendencia es cada vez más complicado. De hecho, la tendencia del mercado a los movimientos pendulares (que no es nueva) expone al profano a llegar a la fiesta cuando los invitados mejor informados ya la han abandonado. Razón de más para abstraer la construcción de las carteras de los vaivenes del corto plazo. Eso sí, en un entorno de inflación alta (que no sabemos hasta qué punto marcará el año que acaba de arrancar) la deuda no sirve de cobertura para la renta variable.

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