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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

12 meses de guerra y una tormenta perfecta para los hogares

La resistencia de los precios a moderarse tiene efectos en la política monetaria, y, por tanto, en la hipoteca

CINCO DÍAS

El fin de mes viene últimamente con sustos para las familias. En un lapso de apenas tres horas, ayer se conoció el dato de IPC y el euríbor medio de febrero. La inflación no da tregua, ni en la medida absoluta ni en la subyacente; el IPC cerró el mes con una subida interanual del 6,1%, o 7,7% si se excluyen los componentes más volátiles como alimentos no elaborados o combustibles. Y el tipo de referencia para las hipotecas contratadas a tipo variable, el temido euríbor, cerró el mes con una media del 3,5%, cuando en febrero de 2021 fue del -0,335%.

Hace un año, cuando comenzaba la invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin, el IPC español estaba, de hecho, en el 7,6%, más alto que ahora, por el impacto del precio del gas en la luz. La crisis ni empezó entonces ni se iba a cerrar con rapidez. El efecto escalón aliviará las cifras en los próximos meses, pero los hogares ya han pagado su peaje.

Si bien la electricidad ha sido, a falta del detalle por partidas, el elemento que más ha influido en el IPC general (y en el subyacente, del que no está excluida), la crisis inflacionista es cada vez menos energética: el precio del gas está por debajo de los 50 euros en el mercado holandés y los almacenes europeos están mucho más llenos que otros años. Lejos de ser una buena noticia, es un elemento que complica la vía de salida.

Por un doble motivo, además. Pues no solo afrontamos una inflación difusa mucho más difícil de atacar que la energética. La resistencia de los precios a moderarse tiene, también, impacto en las decisiones de política monetaria y, por tanto, en la factura de la hipoteca.

Los mensajes de este febrero desde Fráncfort han sido un jarro de agua fría, y el final de las subidas de tipos no está tan claro. Así lo recogen los mercados de deuda: en febrero, los tipos de los bonos a 10 años subieron unos 40 puntos básicos. Solo ayer, tras conocerse los IPC de España y Francia, unos 9. El euríbor diario está en el 3,7% ya.

A cambio, el efecto de las alzas de tipos podría estar tardando más de lo previsto en notarse en el consumo, y por ende en los precios, por una razón esperanzadora: que después de la crisis financiera, los requisitos para conceder hipotecas se endurecieron, por lo que no hay tantas familias atrapadas en un crédito por encima de sus posibilidades, o que les exija un esfuerzo muy elevado.

Hace 12 meses se vislumbraban tiempos difíciles para las economías. La temida recesión no ha llegado y Europa no ha pasado frío. Pero las perspectivas seguirán siendo gélidas mientras no se dome al tigre inflacionista.

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