Marruecos da vía libre al hidrógeno verde en el Sáhara de la mano de Acciona y Cepsa
Rabat selecciona grupos internacionales para desarrollar, con una inversión de 30.000 millones, un vector renovable fundamental para Europa

Las grúas emergen ya como un espejismo hecho realidad sobre el paisaje desértico de Fum al Ued, en la costa del Sáhara Occidental próxima a El Aaiún, donde Marruecos construye un parque tecnológico que se convertirá en un nodo de energías renovables. En ese recinto —patrocinado por la Universidad Politécnica Mohamed VI— está previsto que se instale, según informa la prensa del país, el consorcio ORNX, integrado por las empresas Ortus (EE UU) Nordex (Alemania) y la española Acciona. Con un foco claro: un derivado del hidrógeno verde, el amoniaco, obtenido por electrólisis de agua marina desalada con electricidad solar y eólica.
ORNX ha sido seleccionado a comienzos de este mes por el Gobierno de Rabat para participar en el gran proyecto de las concesiones de hidrógeno verde. Junto a este grupo, también ha recibido vía libre la alianza entre la energética española Moeve (antes conocida como Cepsa) y la emiratí Taqa. Esta última compañía, con sede en Abu Dabi y que renunció en junio del año pasado a su aspiración de entrar en el capital de la energética española Naturgy, es la mayor firma de generación de electricidad de Marruecos.
La única compañía estrictamente local seleccionada por un comité gubernamental ha sido Nareva, que gestiona las inversiones en el campo de la energía del grupo Al Mada, propiedad de la familia real marroquí (que es, también, la mayor fortuna del país magrebí). Otras empresas elegidas por Rabat para el desarrollo del hidrógeno verde y sus derivados —un grupo en el que incluyen, además del citado amoniaco, el acero y otros productos industriales en cuya producción se emplea este combustible—, son la saudí Acwa Power y el conglomerado chino formado por Grupo Unido de Energía (UEG) y la compañía eléctrica de las Tres Gargantas (CTG), constructora de la presa de la que toma el nombre en el río Yangtsé.
Por ahora, el Gobierno marroquí no ha fijado plazos ni medios de financiación para una inversión estimada en 319.000 millones de dirhams (unos 30.000 millones de euros) en una superficie ya reservada de 300.000 hectáreas de suelo público. En octubre pasado, con motivo de la visita oficial a Rabat del presidente francés, Emmanuel Macron, fueron designadas directamente fuera del proceso de selección las energéticas galas TotalEnergies y Engie, esta última asociada al gigante minero marroquí OCP, uno de los líderes mundiales en fosfatos y fertilizantes.
Marruecos aspira a superar en 2030 el 50% de renovables en su matriz eléctrica, al tiempo que proyecta impulsar las exportaciones —en particular hacia la Unión Europea— tras el anuncio de planes de descarbonización de Bruselas que implican la importación de 10 millones de toneladas de hidrógeno verde en el tramo final de la presente década. Frente al evidente parón en Estados Unidos, los planes de descarbonización de los Veintisiete se mantienen prácticamente intactos. Una oportunidad que sus mayores vecinos del sur, Argelia y —sobre todo— Marruecos, no quieren desaprovechar.
El amoniaco facilita el transporte del hidrógeno producido a gran escala en una costa batida por los vientos atlánticos y abrasada por unas 3.000 horas de sol al año, 500 más que la media española y algo más que en el sur de la Península, donde se concentra el grueso de instalaciones fotovoltaicas. El llamado oro verde es visto ya, junto con la propia electricidad verde, como un gran vector energético limpio que moverá a mediados de este siglo una Europa descarbonizada. Sobre todo, en la industria y en el transporte aéreo y marítimo.

La presencia en Marruecos de la española Moeve (antes Cepsa) —en gasolineras y empresas asfálticas— y de Acciona —en centrales solares y plantas desoladoras de agua marina— se consolida ahora con su selección para el programa de hidrógeno verde. La empresa que preside José Manuel Entrecanales ya se adjudicó en 2012, en asociación con la saudí Acwa Power, la construcción de la planta termososlar de Uazarzat por 700 millones de euros. En 2023 recibió, además, el encargo de erigir la megadesaladora de Casablanca, considerada la mayor de África, con un presupuesto de 887 millones de euros. Para esta obra, ahora en marcha, se ha asociado a las firmas locales Afriquia Gaz y Green of Africa, ambas pertenecientes a la familia del primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, segunda mayor fortuna del país.
Otro de los principales objetivos de la llamada Oferta Marruecos es el desarrollo económico de las denominadas provincias del sur, entre las que se incluye el Sáhara Occidental, colonia española hasta hace medio siglo y considerada por Naciones Unidas como “territorio no autónomo” o pendiente de descolonización.
“El viento permanente y las numerosas horas de sol auguran el mejor futuro para un ecosistema económico con energía limpia”, ha asegurado Munir Huari, director del Centro Regional de Inversiones de Dajla (antigua Villa Cisneros, en el sur del Sáhara). “Es previsible que el hidrógeno y el amoniaco obtenidos mediante energías renovables en el Sáhara tengan también salida en el futuro a través de Dajla Atlántico”, ha añadido, en referencia al macropuerto de que se construye en la costa próxima a esa ciudad, que aspira a convertirse en un motor dinamizador regional en la misma escala que los muelles de Tanger Med hace dos décadas en el norte de Marruecos.
El hólding público ICEX, España Exportación e Inversiones, destaca la experiencia acumulada por las empresas españolas, que pilotan un 40% de los proyectos de hidrógeno verde diseñados hoy en Europa. Marruecos prevé desarrollar un área de un millón de hectáreas para la producción de esta fuente de energía. Y planea, junto a ello, infraestructuras complementarias como puertos y gasoductos —necesarios para darle salida hacia los países consumidores— y plantas desalinizadoras que abastezcan a los electrolizadores del agua dulce ultrapura que necesitan.
La oportunidad es mayúscula. Uno de los pocos estudios académicos en profundidad sobre el potencial del hidrógeno verde en Marruecos, publicado hace poco más de un año por cinco investigadores locales, apunta a Dajla como el enclave perfecto para la producción de hidrógeno a buen precio gracias a la combinación de sol, viento y agua desalada.
Dinero español para el hidrógeno limpio
Aunque Alemania, el mayor consumidor de hidrógeno de Europa, tiene el foco claramente puesto en la península Ibérica para abastecerse en el medio plazo, en el largo ya apunta al Sáhara como gran suministrador de este gas, fundamental para reemplazar los combustibles fósiles en su potente industria. Como ocurre en el caso español, con un proyecto en marcha para llevar el hidrógeno hacia Alemania vía Francia —el famoso H2Med o BarMar—, Berlín también impulsa estos días la construcción de un segundo hidroducto de 3.300 kilómetros para poder conducir todo el hidrógeno limpio que se producirá en los próximos años en Argelia y en Túnez.
En ese plan de hidroducto —conocido como Corredor Sur y que cuenta con el respaldo financiero de la Comisión Europea— también están involucrados Italia y Austria, cuya geografía atravesará casi por completo rumbo a Alemania. La voluntad de los países implicados, sellada en el memorándum de entendimiento firmado a mediados de enero en Roma, es que esta interconexión esté lista para 2030 y que llegue a cubrir hasta el 40% de las necesidades comunitarias de hidrógeno. Para abaratar el coste de construcción, entre el 60% y el 70% de su recorrido consistirá en la adaptación a hidrógeno de gasoductos ya existentes.
Bien podría Marruecos —que ya cuenta con pactos de cooperación con varias naciones europeas, entre ellas la propia Alemania, Países Bajos o Portugal, para desarrollar sus oportunidades de hidrógeno verde— aprovechar esta idea en beneficio propio. El país norteafricano tiene hoy una autopista de gas entre Tánger y Tarifa, de nombre Magreb-Europa, prácticamente inutilizada: desde algo más de tres años solo lleva gas de España a Marruecos, en sentido inverso al de su planteamiento inicial. La propia UE contempla reforzarla para que pueda transportar hidrógeno. En buena medida, procedente del Sáhara Occidental.
El coste es una variable fundamental: hoy, el hidrógeno procedente de fuentes renovables sigue siendo notablemente más caro que el generado con gas natural. Una realidad que debe cambiar en los próximos años si se quiere lograr la ansiada descarbonización de la industria y del transporte pesado, dos ámbitos de muy difícil electrificación.