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Lealtad, 1
Columna
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STC y Telefónica, o cómo entra un elefante en cacharrería sin ser visto

El desembarco de STC se ha visto facilitado por su discreción extrema, pese a ser el 10% de un valor que está siempre bajo el foco

Nuño Rodrigo Palacios
Operador de la Bolsa de Nueva York
Operador de la Bolsa de Nueva YorkMichael M Santiago/GettyImages (Getty Images)

Uno de los aspectos que ha marcado la entrada del grupo Saudi Telecom en Telefónica ha sido la discreción con la que STC ha obtenido el 10% de la española. En un mercado acostumbrado a la rumorología (y la principal teleco española es un objetivo frecuente de dichas especulaciones), una de las grandes operaciones del año ha venido envuelta en una caja sorpresa. Ha sido la pregunta recurrente de este mes de septiembre: ¿Cómo han podido hacerlo?

No es la primera vez que ocurre. En 2007, cuando apenas quedaba un mes para cerrarse el plazo de aceptación de la opa de la alemana E.on sobre Endesa, la italiana Enel se hacía con un paquete del 10% de la eléctrica española. Menos de medio año antes había sido Acciona quien había entrado en el capital. Eso era, además, en un mercado más centralizado que ahora. Hoy por hoy las plataformas alternativas de negociación tienen más cuota de mercado que hace 15 años, por lo que para un operador es más sencillo canalizar una orden sin que se note demasiado. Solamente hay que asegurarse de la discreción. Y, por supuesto, no informar de la operación, regla que siguió STC a rajatabla: tanto el Gobierno (que debe autorizar la compra por los contratos militares de Telefónica) como la propia empresa se enteraron la misma tarde que el resto de los ciudadanos.

“Comprar un 10% de Telefónica no es algo que tenga mucho mérito. Pero hacerlo sin que se dé cuenta nadie es para quitarse el sombrero. El banco agente ha hecho muy buen trabajo para el cliente”, explica un veterano operador y gestor de carteras. “En un caso así, si se corre la voz la acción se dispara un 30% y el precio que paga el cliente por el paquete, también. Es para felicitarlos” concluye, dando por hecho que este tipo de encargos se asigna a grandes entidades internacionales (en este caso, Morgan Stanley) que pueden dirigir las operaciones desde oficinas en el extranjero a salvo de las esperables indiscreciones.

El 9,9% de Telefónica son 570 millones de acciones. El 4,9%, 280 millones. La media diaria de negociación es de 3,4 millones, pero se han han registrado sesiones con volumen muy por encima: el 27 de agosto Telefónica movió 70 millones de acciones en la Bolsa española. También se registraron movimientos de mucho calado alrededor del pago de dividendo (15 de junio, abonado a los inversores con acciones el día 13). Aun así, estos movimientos no consiguieron inflamar la cotización.

El valor sí ha mostrado un mejor comportamiento que sus competidores europeos; tomando como referencia el final del mes de mayo, Telefónica ha subido un 6,18% frente al 1% que ha descendido el índice sectorial Eurostoxx de telecomunicaciones,El Ibex, en ese mismo periodo desde finales de mayo hasta la actualidad, ha avanzado un 3,6%. Mejor que las telecos de la zona euro, pero peor que Telefonica. No obstante, tampoco es una revalorización que se pueda atribuir abiertamente a la entrada de un inversor, pues en estos casos los movimientos son más pronunciados y más rápidos.

“Para hacerlo bien hay que empezar con varios meses. Primero puedes operar tomando posiciones en el mercado de opciones: te permite asegurar la compra sin despertar recelos, pues la mayoría de los inversores compra opciones no para quedarse las acciones sino para cubrirse. Luego puedes sondear al mercado, pero con cuidado para no levantar la liebre”, explica el mismo experto. En colocaciones de paquetes o salidas a Bolsa se consulta con grandes inversores la disposición para futuras operaciones. “Aquí hay que hacerlo preguntando por varios valores y sin desvelar la posición”.

El uso de opciones, ‘dark pools’ y el sondeo discreto de los grandes tenedores de acciones, claves de la operación

Una ventaja para estas operaciones es la existencia de las llamadas dark pools, plataformas de contratación opacas donde las operaciones no son públicas y que se usan de forma recurrente para operaciones de gran calado. “Aun así ,aquí necesitas contraparte (quien vende las acciones), y si compras paquetes demasiado grandes te puedes retratar”, añaden fuentes del mercado. Estas operaciones, aun ciegas (más arriesgadas, pueden dejarse para completar la posición, una vez construida con mayor discreción la participación inicial. “Incluso en mercados más tradicionales, si envías órdenes desde un terminal de información financiera nadie sabe quién es el comprador final”.

En la comunicación a la CNMV, no obstante, el fondo soberano saudí propietario de STC indica que la compra se efectuó a través de la sociedad Green Bridge Investment el día 5 de septiembre. Eso supondría, en todo caso, que ni la entidad ni STC hubieran superado el 3% (umbral para comunicar participaciones a la CNMV) hasta esa fecha. Un obstáculo, en todo caso, fácilmente salvable, pues las participaciones adquiridas se pueden repartir entre distintos intermediarios antes de ejecutar, al final, el traspaso definitivo. El supervisor, de hecho, ha especificado que la operación a seguido a rajatabla la normativa sobre comunicación de participaciones significativas.

Queda la duda de si la propia empresa pudo intuir algún tipo de movimiento, por más débiles que fueran las señales. “Estas empresas ocasionalmente mantienen acuerdos con una firma de valores que ejerce de cuidador del valor: está pendiente de la cotización en distintos mercados, del volumen que se mueve”, explican desde una firma de valores.

Las viejas matildes han sido durante décadas la acción más icónica del mercado español, con 1,2 millones de pequeños inversores, y la empresa ha tenido una fuerte vinculación con el mercado. Los dos presidentes que precedieron a José María Álvarez-Pallete vienen, de hecho, del mundo financiero: Juan Villalonga y César Alierta. Según la leyenda urbana este último, agente de cambio y Bolsa en plena Transición, tenía un terminal de Bloomberg en su propio despacho.

Queda la duda, también, de qué habría pasado si la operación hubiera trascendido (más allá de la evidente subida en Bolsa). Los hechos consumados dejan a empresa y Gobierno una decisión binaria: sí o no. Una entrada retransmitida habría dado lugar, probablemente, a un sainete político empresarial más.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo Palacios
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.

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