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Política monetaria

El giro del Banco de Japón añade tensión a la deuda de EE UU

Los cambios en la estrategia del control de la curva de deuda lleva al bono nipón a 10 años a máximos de 2014

El bono soberano de Japón ronda máximos de nueve años
Carlos Cortinas Cano
Gema Escribano

Japón va dejando atrás los fantasmas de deflación y, como no podía ser de otra forma, esto está teniendo su repercusión en la política monetaria. Mientras la Reserva Federal y el BCE empiezan a vislumbrar el final de la subida de tipos, el Banco de Japón (BOJ) ha introducido cambios en la que ha sido su medida estrella: el control de la curva de rendimientos. Esta estrategia vigente desde 2016 ha permitido a la institución nipona limitar el coste de endeudamiento y promover el crecimiento.

Hasta hace dos semanas el organismo que dirige Kazuo Ueda controlaba que la rentabilidad del bono japonés a 10 años no superara el 0,25%. A partir del 28 de julio, el BOJ permite que el rendimiento se sitúe por encima del 0,5%. Aunque esta modificación no supone un paso hacia la normalización, la medida tuvo un efecto inmediato en el mercado. Nada más anunciarse la flexibilización, el rendimiento de la deuda a 10 años escaló 20 puntos básicos, hasta el 0,646%, máximos de 2014. Las compras de deuda efectuadas la semana pasada por el BOJ (4.800 millones de dólares) ayudaron a contener el repunte de las rentabilidades y los títulos con vencimiento en 2032 se sitúan a día de hoy en el 0,625%.

Tomoya Masanao, director general, codirector de Japón y codirector de gestión de carteras para Asia- Pacífico de PIMCO, señala que los cambios podrían ayudar a que el programa se retire paulatinamente a medida que las condiciones que motivaron su creación –baja inflación y el bajo crecimiento–, disminuyen. En junio, el IPC de Japón se situó en el 3,3% a gran distancia del -2,2% de 2009 mientras el PIB creció un 0,7% en los tres primeros meses del año. Aunque en las últimas jornadas el repunte de los rendimientos ha aflorado los nervios, desde la gestora consideran que su impacto en los mercados financieros mundiales es limitado.

Los expertos no descartan que el repunte de los rendimientos en la renta fija nipona acabe arrastrando a otros mercados. Con la deuda a 10 años ofreciendo una rentabilidad que supera el 0,5%, empieza a cobrar fuerza la posibilidad de que los inversores japoneses dirijan la mirada hacia la deuda patria en detrimento de los bonos foráneos. Hasta el momento los inversores nipones se han convertido en los principales tenedores de deuda extranjera. Son propietarios de más de tres billones de bonos foráneos.

Por encima de todos destaca la preferencia que los inversores del país asiático han tenido por los bonos estadounidenses. Según datos de Bloomberg, en mayo, último mes del que hay cifras al respecto, los japoneses tenían en su poder títulos de deuda pública de la primera economía del mundo por valor de 1,09 billones de dólares. Solo por delante de los inversores nipones se sitúa la Reserva Federal con más de cinco billones. La desinversión en deuda pública estadounidense añade presión a un mercado tensionado al que se le acumulan los problemas. Al elevado endeudamiento y el mayor endurecimiento monetario en 40 años se ha sumado en las últimas jornadas la rebaja de la calificación.

Además de EE UU, Australia y Francia son otros mercados que podrían verse tensionados por los retornos de capital al país asiático. Mientras el precio de los bonos cae, las rentabilidades de la deuda repuntan, algo que como se ha podido comprobar en el pasado acaba pasando factura a las Bolsas. La corrección derivada del reajuste de carteras podría provocar fuertes oscilaciones, un movimiento que se podría intensificar en agosto, mes el que la liquidez del mercado es muy baja. La historia está repleta de ejemplos que muestran cómo en el periodo estival, los inversores sobrerreaccionan a las noticias y esto se traduce en fuertes sacudidas para los mercados.

Aunque la volatilidad en los mercados está en mínimos, ahora que la renta variable acumula sustanciales ganancias, con índices como el Nikkei en máximos de 30 años, los inversores están tentados a buscar refugio en la renta fija, un activo más seguro. Después de años en los que las rentabilidades negativas han dilapidado el atractivo de la deuda, ahora que los bonos ofrecen mayores rendimientos el interés por la renta fija ha resucitado. Desde que los bancos centrales reafirmaran su lucha contra la inflación y pusieran fin a los tipos cero, los bonos han entrado en competencia directa con la Bolsa. Este fenómeno que en EE UU y la zona euro ha cobrado una especial importancia y explica el hecho de que los volúmenes de negociación sean tan bajos, podría tener su réplica ahora en Japón. El mayor interés por la deuda contribuiría a acelerar la corrección de la Bolsa nipona. No obstante, los expertos recuerdan que gran parte de la revalorización que ha sufrido el Nikkei en 2023 (23,6%) se debe al interés de referentes globales de la inversión como BlackRock y Warren Buffett. No obstante, estos inversores antes que en la deuda japonesa disponen de alternativas más interesante que reportan rendimientos sin mucho riesgo como lo es la deuda de EE UU a dos años (4,7%).

¿En qué consiste el control de la curva de deuda?

Metodología. Después de las fuertes compras de deuda puestas en marcha por el Banco de Japón, en 2016 la institución dio un paso más allá y procedió al control de la curva de deuda. El objetivo que perseguía con esta media era mantaner bajos los intereses de la deuda a corto y medio bajos a la vez que permitía que las rentabilidades a largo subieran. El objetivo era impulsar el gasto de los consumidores y evitar la temida deflación. Según lo establecido en los primeros años, el objetivo para el rendimiento de la deuda pública a 10 años se fijaba en torno al cero, mientras las tasas a cortos se situaban en el -0,1%. Dos años después el BOJ amplió la banda pemitiendo que la deuda a una década superara el doble de lo establecido en un principio. Después de muchas especulaciones, la institución monetaria aclaró que la banda era de 0,25% en ambas direccciones. El pasado mes de diciembre, ajustó aún más el límite permitiendo que los rendimientos a largo plazo se movieran un 0,5% a ambos lados. A partir de ahora el BOJ controlará de manera flexible los rendimientos a 10 años al permitir que se supere el 0,5%.


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Sobre la firma

Gema Escribano
Periodista económica, con 13 años de experiencia como redactora. Formó parte de la web de Cinco Días desde 2010 hasta 2017 cuando pasó a integrar la sección de Mercados. Especializada en información bursátil y mercado de deuda. Estudió periodismo en Universidad Carlos III.

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