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La Bolsa de Bagdad se dispara como anticipo a la entrada de dinero tras la guerra prevista

Apoyados sobre una barandilla, algunos con prismáticos, decenas de personas observan con atención una inmensa pizarra. Al otro lado del cordón, rotulador en mano, unos hombres vestidos con chalecos azules se mueven raudos frente a los paneles, en los que anotan las órdenes de los clientes. El griterío es constante; la sala, más bien pequeña. No es una oficina de apuestas clandestina, es la Bolsa de Bagdad.

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