Luz sobre las retribuciones
La retribución de los consejeros es un tema de vital importancia en el buen gobierno de las empresas. Como explicaban los redactores del Código Olivencia, los accionistas esperan que la remuneración del consejo no exceda de lo necesario para atraer a personas competentes; que esté de alguna manera asociada a los rendimientos individuales y de la empresa, y que sea conocida para facilitar su escrutinio público.
No es fácil determinar si una remuneración es o no adecuada. La casuística es múltiple y las conclusiones sobre cada caso, opinables. Además de apostar por la retribución variable (especialmente la vinculada a resultados), el Código Olivencia invitaba a tomar como parámetros del cálculo tanto las exigencias del mercado como la responsabilidad y grado de compromiso y dedicación de cada consejero. Pero a la vez proponía una simple regla para las decisiones en este campo, la moderación.
No es precisamente el principio de moderación el que parece haber guiado las retribuciones de los consejeros de algunas de las principales empresas cotizadas. Y tampoco es raro que situaciones de grandes pérdidas, recortes de dividendos o hundimiento de la cotización convivan con espectaculares incrementos de la remuneración del consejo. Pero más allá de la cuantía y sus circunstancias, lo que resulta aún más preocupante es la larga tradición de opacidad en esta materia que ni siquiera las exigencias legales han logrado desterrar.
La transparencia en materia de retribuciones es un claro indicador de la calidad del gobierno corporativo. Son los accionistas los que deben mostrar su acuerdo o desacuerdo sobre el sueldo que pagan a sus consejeros, pero lo primero que necesitan para pronunciarse es saber. La luz y los taquígrafos son con frecuencia las mejores armas contra abusos o excesos.
La Comisión Aldama ha constatado que casi ninguna empresa sigue el principio de máxima transparencia que reclamaba Olivencia, que exigía la más completa y detallada información sobre las retribuciones de los consejeros, individualizada y pormenorizada por conceptos, tanto las que corresponden a su condición de consejeros como las derivadas de servicios profesionales, cargos de dirección o ejecutivos.
La mayoría de las empresas sigue escudándose en una cuantía global y anónima. Sin embargo, hay alguna sociedad que cumple ese principio a rajatabla (Banco Popular) y otras que se van acercando al mismo (Ferrovial, Bankinter e Indra, por ejemplo). Las dos empresas con mayor capitalización bursátil, Telefónica y SCH, han anunciado que publicarán las retribuciones individualizadas de sus consejeros con el máximo detalle. Telefónica, además, promete dar mayor protagonismo a la junta de accionistas para el establecimiento de un límite máximo. Son iniciativas en el buen camino, pero demasiado aisladas. La autorregulación ha dado escasos frutos en esta materia y quizá ha llegado el momento de imponer legalmente mayor transparencia.