No, el ‘doctor Google’ no es un médico: “El paciente te insiste que lo ha leído en internet y tienes que desmentirlo”
Más de la mitad de los españoles afirma consultar internet para obtener información sobre síntomas y dolencias. Esta práctica conlleva riesgos como el autodiagnóstico erróneo, la automedicación y la cibercondría

Una búsqueda rápida en Google de las palabras “dolor de cabeza” arroja 2.750.000 de resultados. En menos de un segundo, el buscador pone a disposición del lector un mar de información sobre esta dolencia: desde clasificaciones, causas o remedios hasta todo tipo de listas y posibles relaciones con enfermedades subyacentes, algunas de ellas muy graves. La proeza tecnológica que es el internet no deja de asombrar; sin embargo, si se emplea sin discernimiento para consultar sobre temas de salud, puede abrir la puerta a varios peligros, incluido los autodiagnósticos incorrectos.
“Esto puede inducir a errores graves como la automedicación y el consumo de tratamientos no aprobados basados en opiniones de personas no cualificadas. Además, puede dar lugar a retrasos en el tratamiento adecuado o incluso a ignorar una patología grave”, advierte Alvar Ocano, gerente médico de Aegon. No solo esto, también están las consecuencias psicológicas. “El exceso de información no filtrada ni contrastada también puede generar mucha ansiedad y estrés ante la creencia de que podemos tener una patología cuando no es así”, señala Olga Merino, directora general de salud mental de Avanta y vocal de la junta de gobierno del Colegio de Psicología de Madrid.
En algunos casos, el problema puede ir a más, explica Merino. Lo que para muchos se limita a la búsqueda puntual de información sobre un síntoma específico, puede llegar a convertirse en algo habitual, incluso obsesivo. De ahí el término cibercondría: la tendencia de buscar por internet cualquier señal de problema de salud físico o mental, y autodiagnosticarse. “No se trata de una enfermedad en sí, pero sí lo pueden ser las consecuencias de ese comportamiento”, puntualiza.
La consulta del llamado doctor Google también puede llegar a tener un impacto negativo en la relación entre el paciente y el facultativo, socavando la autoridad de este último. “El paciente te insiste que ha leído tal cosa en internet y tienes que ir desmintiendo en la consulta uno por uno los puntos que él te está intentando debatir”, comenta Javier Sanz, coordinador del Grupo de Trabajo de Innovación Digital en Salud de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Tendencia en aumento
A pesar de los riesgos que entraña, consultar a ‘doctor Google’ se ha vuelto una práctica cada vez más habitual en España. Según el VII Estudio de Salud y Vida de Aegon, el número de españoles que busca información en la red sobre su salud cuando presenta algún síntoma ha pasado del 52,1% en 2023 al 53,6% en 2024. El gerente médico de la aseguradora cita varios factores para explicar este crecimiento, como la conexión universal y constante de las personas a internet o el hecho de que, “hoy en día, hay mayor conciencia de la salud debido a una mayor educación sobre bienestar, lo que impulsa las búsquedas en línea”.
Otra causa es la aparición de nuevos programas que facilitan las consultas de información médica en la red. “Ya no es solo doctor Google, sino también doctor ChatGPT, doctor DeepSeek, y cualquier herramienta de inteligencia artificial”, subraya el portavoz de Semergen. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado en 2023 advirtiendo sobre los posibles riesgos de usar estas tecnologías de manera inapropiada en el sector de la salud, incluyendo también por parte de los pacientes.
Las mujeres y los jóvenes son los grupos que más usan la red para estos fines, según un estudio de Aegon
¿Pero cuáles son los perfiles de usuarios qué más buscan sobre sus síntomas en la red? De acuerdo con el estudio de Aegon, las mujeres (57,2%) superan a los hombres (49,7%); por edad, los jóvenes de entre 18 y 25 años son el grupo más activo: un 70,7% usa internet para estos fines. Por otro lado, las dolencias más buscadas son dolores de cabeza, estómago o espalda (55,8%), los catarros, conjuntivitis, candidiasis o herpes, que son consultadas por uno de cada dos españoles (50,6%). Le siguen las enfermedades crónicas o recurrentes (31,1%) y los síntomas psicológicos (30,7%).
Pedagogía y autocontrol
Ante la pregunta de si hay margen para regular la información médica disponible, el portavoz de Semergen responde que “es imposible tener control sobre todo lo que aparece en medios digitales, redes sociales, blogs, y demás”. No obstante, sostiene que sí hay cosas que se pueden hacer; entre estas, acortar la demora asistencial para garantizar que “cuando un paciente necesita tener una consulta telefónica rápida con su médico, lo pueda hacer en un plazo de tiempo razonable”. Al mismo tiempo, afirma que “desde la consulta debemos prescribir y recomendar sitios webs seguros” a los que acudir.
Sanz pone como ejemplo el portal Paciente Semergen -”desde el cual un par de compañeros especialistas en atención primaria responden cualquier duda que la población tenga”, indica-, así como la página de la OMS o de las distintas sociedades médicas. Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), coincide y resalta la necesidad de crear un sistema de aval científico que permita a la población distinguir entre una página segura y una que no lo es.
Los especialistas aconsejan evitar la demora en la atención y la prescripción de sitios web seguros
“Las nuevas tecnologías pueden ser una ayuda fundamental para la educación sanitaria, para la divulgación y para el fomento de hábitos saludables de vida; lo que tenemos que tener es la capacidad de poder certificar aquello que es bueno y favorable para diferenciarlo de la mala información divulgativa”, sostiene.
Merino, del Colegio de Psicología de Madrid, hace hincapié también en la responsabilidad individual y recomienda “vencer la impulsividad” de leer demasiado antes de visitar a un médico o un psicólogo. “Recordemos que independientemente de que vayamos a páginas oficiales con información veraz, un diagnóstico clínico nunca se hace en base a un único síntoma, sino a través de la exploración y valoración conjunta de un profesional”, apunta.