El terapeuta ocupacional, un profesional que ayuda al paciente a recobrar su autonomía tras un ictus o caídas
No solo en la rehabilitación funcional y cognitiva es clave, también en salud mental y orientación vocacional. Su figura es desconocida en la sanidad y el acceso es desigual


Rubén Vigil Muñoz sufrió un ictus con 29 años. El mismo día que su hija cumplía un mes de nacida. “Solo quería darle el biberón”, recuerda. Pero no podía hacer esa simple tarea. Gracias a la terapia ocupacional prescrita en el Hospital San Juan de Dios de Zaragoza, donde se le atendió entonces, ha vuelto a recuperar prácticamente su autonomía. “Me enseñaron a coger peso con muñecos, a hacer coletas, a pelar una manzana, a atarme los cordones de los zapatos, a comer... Trabajaban no solo lo físico, sino también lo emocional; lo peor es perder la ilusión”, detalla.
La profesión, desconocida y en segundo plano en el sistema sanitario según la comunidad autónoma, es vital en casos como los de Vigil Muñoz en los que se requiere recobrar las habilidades cognitivas y de la función. “Hasta que no la necesitas, no la conoces”, recalca. Pero su acceso es desigual, cuando levantarse de la cama, ducharse, vestirse, peinarse, pasear..., esas actividades diarias que se hacen sin más, es una dificultad para 900.000 españoles.
Desafíos
“Hay una inequidad territorial enorme. Es mejor tener un bebé en Madrid o Aragón porque, si nace prematuro, cuentan con terapeutas ocupacionales [en la unidad neonatal], en el resto de las comunidades no hay. Si sufres un trastorno de salud mental, que te pase en Murcia y no en Galicia; si tienes un problema en el entorno cercano, que te suceda en Andalucía, con profesionales en atención primaria, y no en Extremadura. El acceso depende del lugar en el que vivas y eso es muy duro”, lamenta Inmaculada Íñiguez, presidenta del Consejo General de Colegios de Terapia Ocupacional (CGC), en una jornada celebrada a finales de enero para conocer la situación actual y su importancia ante el auge de la cronicidad, la dependencia y las enfermedades mentales.
Pero no solo es un actor clave para restaurar la movilidad en casos de accidentes cerebrovasculares, sino también en la prevención de patologías y la promoción de la salud y el bienestar en personas mayores, con discapacidad, dolencias crónicas y mentales; en la población infantil y trabajadora tanto en atención primaria, hospitalaria como en residencias. Sin embargo, pocos centros públicos incorporan esta figura en sus equipos médicos por desconocimiento o falta de presupuesto –trabajan más en el sector privado–. Desde el CGC añaden también el intrusismo laboral dado que en algunas autonomías no es obligatorio colegiarse, como en Galicia, Castilla y León, Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía y Cataluña, entre otras.
No hay estudios en España que calculen el ahorro que puede suponer su inclusión en el sistema sanitario
Javier Padilla, secretario de Estado del Ministerio de Sanidad, afirma que la intención del Gobierno es que se incluya esta disciplina en el conjunto de las comunidades. “El nuevo plan de atención primaria recoge la necesidad de transformar los equipos, incorporando otro tipo de figuras como, por ejemplo, los terapeutas ocupacionales”, indica.
Tampoco se ha hecho un estudio nacional sobre el ahorro que supone para los centros de salud contar con estos profesionales. Solo se han publicado los resultados de algunos proyectos piloto con datos más cualitativos que cuantitativos. Aunque se calcula que por cada euro invertido en prevención del sufrimiento se ahorran 15.
Nuria Plaza Briones, coordinadora del servicio de rehabilitación del centro de atención primaria de Vila Olímpica, Parc Sanitari Pere Virgill (Barcelona), destaca la labor preventiva en atención domiciliaria: “Podemos evitar una caída o un futuro ingreso” al adaptar la vivienda a las necesidades del enfermo y al establecer una rutina de ejercicios.
El CGC pide más presencia en la sanidad pública, colegiación obligatoria y combatir el intrusismo
O tras un alta hospitalaria: “Hay pacientes que tienen un miedo atroz a levantarse de la cama para ir al baño tras una rotura de un fémur”. Este centro asiste en el hogar al paciente 24 horas después del alta. De hecho, en 2021 la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba la intervención de este profesional en su guía de prevención y manejo de caídas, ya que las muertes anuales por este motivo alcanzan las 684.000 en el mundo y es la segunda causa global de fallecimiento por traumatismos involuntarios. Además, 172 millones de personas sufren discapacidad como consecuencia de la misma.
Jaume Benavent Areu, gerente del Consorci d’Atenció Primària de Salut de Barcelona Esquerra, publicará en breve un informe sobre el impacto que ha tenido la incorporación de esta figura en su equipo multidisciplinar de atención primaria, aunque admite la dificultad de recoger estas cifras y los recelos que suscita su presencia.
Silvia García Esteban, expaciente de la terapeuta Patricia Domínguez, resalta, en cambio, el rol vocacional, más allá de la de la mirada patologizadora y farmacológica. “Es significado, vínculo, calidez humana. Un abordaje emocional desde la visión de las competencias y habilidades de una persona sana”, apostilla la formadora en salud mental, en un momento de crisis familiar y de su proyecto de vida.
Proyectos piloto en atención primaria
Síndrome del declive. En 2023, el área básica de salud del municipio de Sant Hipòlit de Voltregà (Barcelona) puso en marcha un estudio de nueve meses para valorar el efecto de la terapia ocupacional en 63 pacientes de 83,3 años de media con síndrome del declive. Resultado: la intervención domiciliaria (adaptación del entorno, productos de apoyo, higiene postural...) mejoró su autonomía y la movilidad en 62 de ellos y disminuyó de forma significativa los niveles de ansiedad y depresión, resalta un informe reciente del Colegio de Terapeutas Ocupacionales de Cataluña (Cotoc).
Fibromialgia. Su beneficio se ha constatado también en un estudio en Toledo realizado en 21 mujeres con fibromialgia, de 40 años de media. La reeducación de las actividades diarias y físicas para manejar el dolor mejoraron su calidad de vida, según la respuesta de 20 participantes que resalta el informe.
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