El interés de Google por los datos de salud crece, y la preocupación también
‘Apps’ de estilo de vida como Fitbit, comprada por Alphabet, recogen información personal que no está protegida por las leyes
El interés de Silicon Valley por los datos de salud se está multiplicando, al igual que la preocupación sobre dónde terminarán esos datos. La asociación de Google con la gran cadena de hospitales Ascension y la compra del fabricante de wearables para la actividad física Fitbit por 2.100 millones de dólares han puesto de manifiesto cierta incoherencia en la forma en que se trata la información sobre los consumidores y los pacientes.
Las autoridades federales de Estados Unidos ya están investigando el acuerdo con la cadena hospitalaria, informó el martes el Wall Street Journal. Las actividades de Google no son intrínsecamente preocupantes, pero pueden precipitar un cambio.
La asociación entre Ascension y Google, propiedad de Alphabet, debería ser buena para los pacientes, ya que su objetivo es hacer que los registros médicos estén fácilmente disponibles para los cuidadores de los diferentes hospitales.
Aunque Google pueda manejar los datos personales de millones de pacientes, la información está protegida por la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de los Seguros Médicos (HIPPA, por sus siglas en inglés). Eso implica que la información puede compartirse con los socios necesarios, pero terceros como Google solo pueden usarla para el propósito especificado, y no para sus propios fines.
Sin embargo, también circulan otros tipos de información médica, y con menos claridad sobre cómo se hace. Gadgets electrónicos como Fitbit e innumerables aplicaciones de estilo de vida están recopilando información sobre la dieta, el ejercicio y la salud cardíaca de las personas. Los servicios de pruebas de ADN proporcionan datos sobre genética y ascendencia. Y la biometría permite el acceso a teléfonos y edificios. Estos datos generalmente no están cubiertos por la HIPAA.
Google dice que no utilizará los datos de Fitbit para publicidad, pero el historial de privacidad de la industria tecnológica es mediocre. En 2011, Google firmó un acuerdo de consentimiento con la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos sobre la privacidad de los usuarios.
En 2012 pagó una multa de 22,5 millones de dólares para zanjar las reclamaciones por violar ese acuerdo. En 2019, Google y su filial YouTube acordaron pagar 170 millones para acabar poner fin a las acusaciones de haber recogido información de niños sin el consentimiento de los padres.
La desconfianza pública en el sistema médico no ayuda. La industria farmacéutica y la salud ocuparon el último y tercer lugar, respectivamente, en la reciente encuesta anual de Gallup sobre la percepción pública de 25 industrias diferentes.
El Congreso de Estados Unidos está plantéandose leyes para limitar el uso y el intercambio de datos de salud recopilados a partir de aplicaciones, pruebas de ADN y similares.Ese es un buen comienzo para evitar posibles abusos, pero también ayudaría a Silicon Valley a expandirse con menos temor a una reacción del público.
Lo importante no es solo que los datos de los consumidores estén seguros, sino que crean que lo están.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías