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La punta del iceberg
Tribuna
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¿Qué explica, en parte, la diferencia de la inflación en Europa?

Uno de los factores que explican el fenómeno se encuentra en la formación de los precios de cada producto

Mercado Maravilla en Madrid.
Mercado Maravilla en Madrid.Javier Lizon (EFE)

Hace unas semanas, en Davos, la presidenta del Banco Central Europeo criticó a aquellos economistas que basan sus análisis exclusivamente en modelos, sugiriendo que esto, a veces, los convierte en una especie de “camarilla tribal”. Su observación se centró en lo que ella percibía como un alejamiento excesivo de la realidad que el uso de modelos muy específicos podría generar.

A pesar de la crítica de la Sra. presidenta, los modelos y los economistas a los que alude no solo son útiles, sino fundamentales para analizar de manera ordenada y coherente la economía, especialmente cuando se enfrenta a lo que comúnmente llamamos “shocks”. Muchos de estos modelos, que son de equilibrio general y surgieron a partir de la revolución científica de finales de los años 70 y, sobre todo, durante los 80, son instrumentos esenciales para comprender los acontecimientos económicos.

No obstante, en ocasiones, y aquí podría comprender en cierto modo la posición de la presidenta, es posible identificar de manera precisa lo que sucede con enfoques más modestos, pero no necesariamente erróneos. Por ejemplo, entender las causas y la naturaleza del episodio de inflación en los últimos años, ahora llamado la Gran Inflación (aunque yo reservaría este término para los años 70), así como su comparación entre países, requiere de estos modelos para un análisis detallado y conclusiones más precisas. Sin embargo, una aproximación más modesta en lo metodológico puede ser suficiente para establecer las bases e iniciar el análisis.

En estos últimos meses, he leído estudios detallados sobre las razones de las diferencias en las tasas de inflación entre países, con la habitual comparación entre EE UU y la UE, así como entre los países que forman parte de la UME. Sin embargo, en el contexto de una unión monetaria, los análisis sobre por qué las inflaciones han sido diferentes deben explorar aspectos más prácticos y menos sofisticados de lo que podrían sugerir los modelos complejos de equilibrio general.

Cuando dos países comparten una unión monetaria, se espera que la ley del precio único predomine en los bienes transables. Esto implica que, si no hay barreras comerciales, un mismo bien debería tener el mismo precio en diferentes lugares dentro de la misma unión monetaria. La razón es que, si los precios fueran distintos en dos puntos de una misma unión, el producto tenderá a trasladarse allí donde es más caro, aumentando la oferta en ese destino y reduciéndola en el otro, hasta que los precios se igualen. Por lo tanto, en términos de niveles y evolución, que son aspectos clave en el análisis de la inflación, estos precios deberían moverse de manera sincronizada.

En cuanto a los bienes no transables, la dinámica de sus precios sigue patrones algo más complejos pero no excesivamente diferenciados. El efecto Balassa-Samuelson, por ejemplo, explica por qué en lugares donde los salarios son más altos (mayor productividad), los precios de los servicios, en concreto los que solo se atienden in situ, tienden a ser mayores. Sin embargo, la evolución de estos precios no debe ir en contra de las fuerzas subyacentes que afectan a los precios de los bienes transables; al final del día, los precios deben evolucionar de manera equitativa.

Entonces, ¿por qué ha habido variaciones e intensidades diferentes en las tasas de inflación entre los países de la UME en los últimos años? Las razones son diversas, pero una perspectiva interesante es comparar la dispersión (o disimilitud) en la evolución de los precios de algunos productos.

Desviación estándar precios Gráfico
Belén Trincado Aznar

En la figura que se presenta, se observa la desviación estándar del crecimiento de los precios de los productos seleccionados para los países de la UME. Esta medida refleja la heterogeneidad en los crecimientos: a mayor desviación, comportamientos más dispares; a menor, comportamientos más similares. Destacan dos productos claramente que han seguido comportamientos muy diferentes en cada uno de los tres años: vivienda, agua, electricidad y gas y vestido y calzado.

Comencemos con la segunda categoría. Las diferencias en la evolución de los precios de ropa y calzado son habituales, y si se observara esta dispersión por meses, se observaría que posee una marcada estacionalidad. Algunos meses son muy diferentes y otros no. Y sí, como estarán pensando, se trata de las rebajas. Por lo tanto, esta categoría no proporciona mucha información sobre las diferencias en la inflación observadas entre países en este período.

Y en cuanto al primero, hablamos fundamentalmente de la energía y en particular la electricidad que, como saben, dependen y mucho de las regulaciones sobre la formación de los precios energéticos significativamente entre países. Por ejemplo, la formación del PVPC en España, hasta la reforma, absorbía intensamente el impacto del precio del gas, convirtiendo a España en uno de los países que experimentó un rápido y fuerte aumento en la inflación en 2022. Sin embargo, esto también resultó en que nuestro país fuera aquel donde la inflación comenzó a moderarse antes.

Como se puede observar, esta dispersión fue intensa en 2022 y menos marcada en 2021 y 2023. Una vez que los países absorbieron a diferentes ritmos el aumento del precio del gas, la dispersión en la evolución de este componente crucial para la dinámica inflacionaria reciente disminuyó y volvió a sus niveles habituales.

En resumen, para diagnosticar las causas de las diferencias en la inflación entre países, a menudo solo es necesario examinar cómo se forman los precios. Algunos productos tienen precios que evolucionan de manera muy similar, absorbiendo shocks semejantes y, por lo tanto, teniendo comportamientos parecidos. Algunos lo hacen de manera más refleja, principalmente los transables. Finalmente, existen productos con formaciones que dependen de regulaciones propias, y, en este caso, la naturaleza del shock recibido explicaría gran parte de las diferencias en la evolución de la inflación entre los países de la UME. A partir de aquí, se abren otras posibilidades de análisis, más complejos y basados en modelos de equilibrio, esos que los economistas solemos utilizar con regularidad.

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