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Sidenor y sus socios vascos toman el control de Talgo tras comprar el 29,7% con una mejora de la oferta

El consorcio que lidera José Antonio Jainaga pagará 4,15 euros por acción más un variable, en función del cumplimiento del plan de negocio, que sube de 0,65 a 0,85 euros. La inversión total puede alcanzar los 184 millones

Desde la izquierda, el presidente de BBK, Xabier Sagredo, el consejero de Industria del Gobierno vasco, Mikel Jauregi, el presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga, el consejero de Hacienda, Noël d' Anjou, y Jon Urresti, presidente de Vital.
Desde la izquierda, el presidente de BBK, Xabier Sagredo, el consejero de Industria del Gobierno vasco, Mikel Jauregi, el presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga, el consejero de Hacienda, Noël d' Anjou, y Jon Urresti, presidente de Vital.Cedida por Sidenor

El cambio al frente del accionariado de Talgo se ha consumado esta tarde cumpliéndose con el empeño de los gobiernos central y vasco de que la empresa sea comandada por capital español. El grupo vasco de inversores que encabeza José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, ha cerrado un acuerdo para hacerse con el papel de primer accionista, con el 29,76% del capital. Su propuesta del 6 de febrero, de 4,15 euros por acción como pago fijo, ha sido aceptada por la instrumental Pegaso, en la que están alineados el fondo Trilantic y la familia Oriol con un 37,5% de las acciones del fabricante de trenes. A ese pago asegurado se le sumarían hasta 0,85 euros por título en función del cumplimiento del plan de negocio de Talgo en 2027 y 2028. Esta última cifra incluye una mejora desde los 0,65 euros anteriores, totalizando una propuesta de hasta 5 euros por acción. El pacto ha sido confirmado ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), con la reserva de que está pendiente de la aprobación de los órganos de gobierno de las partes.

El precio de compra-venta supone una primera entrega de 153 millones de euros, quedando pendiente un segundo desembolso de 31,4 millones que no llegaría antes de 2029. Jainaga, que descartó una oferta por el 100% del capital, desembarca en Talgo junto a las fundaciones bancarias BBK y Vital, y con el fondo público vasco Finkatuz. El objetivo de todos ellos ha sido mantener el arraigo de la empresa ferroviaria con la sociedad alavesa, tal y como ha expuesto el presidente de Vital, Jon Urresti. El fondo británico Trilantic, que ya intentó su salida del capital antes de la pandemia, había fijado este viernes como fecha límite para la recepción de ofertas por sus acciones.

En la carrera por Talgo fueron retenidas el miércoles dos posibles opas por el 100%, la del fondo estatal polaco PFR y una segunda liderada por el fabricante indio de trenes Jupiter Wagons. Estos dos inversores tenían armadas sus ofertas por un 40%, lo que obligaba a lanzarse sobre todo el capital al rebasarse el umbral del 30% que convierte la opa en forzosa. Pero han desistido de dar la batalla por Talgo ante las reiteradas advertencias del Gobierno: esta firma industrial, referencia mundial en la alta velocidad ferroviaria, es considerada estratégica e iba a ser protegida ante cualquier ofensiva desde el extranjero. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, lo transmitió de este modo a tres ministros polacos (Infraestructuras, Desarrollo Económico y Finanzas) el pasado miércoles en un viaje exprés a Varsovia (Polonia), donde participó en el foro empresarial Polonia-España.

El trasvase del paquete de control ha sido tutelado desde La Moncloa y Ajuria Enea. Ambos gobiernos han prestado un respaldo casi incondicional a Sidenor durante semanas. La máxima era mantener el arraigo de Talgo en España, al igual que sus centros de producción, el empleo, las patentes y la cotización en Bolsa. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ya tumbó una primera opa de capital húngaro el pasado mes de agosto en defensa de intereses estratégicos del país y de la seguridad nacional. Fue gracias a la protección que otorga el real decreto 571/2023, de 4 de julio, sobre inversiones exteriores. Esta norma, ahora prorrogada hasta final de 2026, fue articulada para evitar el abordaje de capital extranjero a empresas debilitadas por la pandemia.

Los nuevos accionistas de Talgo deberán activar un plan industrial de urgencia ante un claro déficit de capacidad de producción, tal y como ha sido evidenciado después de los retrasos en la entregas de 30 trenes de alta velocidad Avril a la operadora española Renfe. A Talgo le faltan metros cuadrados de fábrica en un momento en que maneja la mayor reserva de trabajo de su historia, con 4.000 millones de euros en cartera. El fondo de desarrollo PFR, propietario del fabricante polaco de trenes Pesa, y Jupiter Wagons, aliada con la firma asturiana de mantenimiento de material rodante Talleres Alegría, decían tener fábricas disponibles para solucionar la crisis de Talgo a corto plazo. El Gobierno, conocedor de la debilidad de la española, ha pedido paciencia a estos grupos interesados ante la posibilidad de que sean necesarios acuerdos comerciales, e incluso una futura integración, para reforzar a Talgo.

Traslado de la sede social

El diputado general de Álava, Ramiro González, ha señalado esta tarde que el acuerdo logrado por Jainaga y demás inversores de la tierra constituye “una extraordinaria noticia para Álava, supone reforzar nuestro tejido industrial, beneficia al conjunto del territorio y especialmente a los proveedores alaveses de Talgo y abre nuevas oportunidades para nuestras empresas”. González ha destacado el “enorme simbolismo para Álava” que encierra esta operación, a la vista de que “Talgo es una empresa con corazón y alma alaveses y el retorno del centro de decisión a nuestro territorio supone recuperar una de nuestras señas de identidad industriales”. El mandatario vasco da por descontado que la sede social del fabricante de trenes se moverá de Madrid a Álava, donde Talgo tiene su mayor planta en Rivabellosa, con 700 empleados. Además, esta especialista en alta velocidad tiene una fábrica en Las Matas (Madrid).

Sidenor, Gobierno vasco y la Fundación BBK han aportado 45 millones cada uno en la puja por Talgo, además de los 20 millones que pone la fundación Vital en su primera operación industrial. El consorcio vasco defiende el citado traslado de la sede de Madrid a Euskadi, donde inició su actividad. La presión del terrorismo de ETA provocó el éxodo de la compañía a la capital de España en la década de los setenta. Además, la planta de Rivabellosa cuenta con 400 proveedores locales que suman 5.000 empleos.

Desde primera hora de este viernes, tanto el lehendakari Imanol Pradales como el consejero de Industria del Gobierno vasco, Mikel Jauregi, habían aventurado que la operación quedaría cerrada este mismo viernes. En el mismo sentido se ha manifestado el ministro de Transportes, Óscar Puente, que ha participado en un congreso sobre movilidad en San Sebastián.

La acción de Talgo, que se había visto impulsada el miércoles hasta los 4,35 euros por la expectativa de una batalla de opas, sufrió ayer un derrumbe del 9,28%, concluyendo la sesión en 3,91 euros por título. Tal convulsión se debió a la renuncia de PFR y Jupiter a presentar sus opas. La cotización se ha desinflado un 2,81% este viernes, cerrando la semana en 3,80 euros.

Tensiones internas

El núcleo duro de accionistas de Talgo saltó por los aires ayer jueves. La sociedad inversora Torreal, propiedad del empresario Juan Abelló, separó su participación del 3,53% en el fabricante de trenes del otro 37,5% que ha permanecido bajo el paraguas de Pegaso Transportation. Tal y como se ha notificado ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la segregación coincidió con las horas finales del proceso de recepción de ofertas abierto por la citada Trilantic por su 29,9%. Abelló no ha aceptado las condiciones pactadas con Sidenor.

Además de esta novedad en el accionariado, esta mañana también ha sido comunicada una nueva baja en el consejo de Talgo. Ha salido una figura relevante en la historia reciente de la compañía, José María Oriol, vicepresidente no ejecutivo con categoría de externo y que fue consejero delegado entre 2005 y 2020. Este miembro de la familia fundadora de Talgo ha anunciado su “dimisión irrevocable” por “motivos personales”. Esta es la cuarta baja de un órgano de decisión que comenzó la semana con diez miembros y de la que se levantaron tres de sus consejeros vinculados a la instrumental Pegaso el pasado martes para no incurrir en conflicto de intereses a la hora de aceptar una oferta u otra. Quedan el presidente, Carlos de Palacio, el consejero delegado, Gonzalo Urquijo, y cuatro independientes a la espera de la formación de un nuevo consejo.

De puertas adentro, afirman fuentes cercanas al fabricante, no ha gustado la posición de negociador en solitario de Trilantic, y ha molestado profundamente la intervención de los gobiernos central y vasco para espantar a los inversores extranjeros. Las esperadas opas de PFR y Jupiter ofrecían una salida franca al fondo que lidera Javier Bañón, pero también a las familias Oriol y Abelló.

Los 5 euros por acción que podría llegar a cobrar Trilantic coinciden con los 5 euros que el fondo había fijado como precio objetivo y también con el nivel de la opa frustrada del consorcio húngaro Ganz Mavag. La propuesta ganadora responde a una mejora después de José Antonio Jainaga se plantara el pasado mes de diciembre en 4 euros por título y de que realizara el día 6 otra ofensiva con 4,85 euros. Sobre la valoración de Talgo ha pesado como una losa la penalización de Renfe a su proveedor de trenes, de 116 millones, por el incumplimiento en casi dos años del plazo de entrega de los trenes de alta velocidad Avril. Una sanción a la que podrían sumarse 50 millones por el lucro cesante que deriva de no haber contado con la nueva flota a tiempo. Sabedor de ese inconveniente, el ministro de Transportes, Óscar Puente, llegó a indicar que Renfe estaría dispuesta a negociar con los nuevos accionistas.

Jainaga abre una nueva ventana de negocio para su acero

La diversificación marca desde hace años la hoja de ruta de José Antonio Jainaga (Bilbao, 1954). La siderúrgica Sidenor concentra el 70% de sus ventas en el sector de automoción, el principal cliente de los aceros especiales y que ahora no vive su mejor momento en Europa. La producción de vehículos en la eurozona cayó un 20% en relación con 2019, en la etapa anterior a la pasada pandemia, lo que supuso la pérdida de tres millones de unidades.

Toca ampliar operaciones a otros mercados, como el ferroviario, que también se surte de acero. De hecho, el otro fabricante español de trenes, CAF, cerró hace años su acería para externalizar la producción. En aquella ocasión, Jainaga se postuló públicamente como proveedor del grupo de Beasain (Gipuzkoa). En CAF no quieren saber nada de un proceso de concentración con Talgo. En esta línea, la fundación Kutxa, que opera en Gipuzkoa, no participa en el consorcio vasco que integran los otros dos accionistas de Kutxabank, la vizcaína BBK y la alavesa Vital.  

En esta búsqueda de nuevas vías de negocio, Jainaga ofreció a otros grupos vascos con acerías, como Olarra, Tubacex y Tubos Reunidos (TR), la posibilidad de concentrar en una única instalación sus actividades de cabecera para reducir costes. Una propuesta que no tuvo éxito ni con el fabricante de acero inoxidable (Olarra, filial de la compañía italiana Roda) ni con los citados productores de tubos sin soldadura.

Jainaga, que fue el número uno de su promoción en la Escuela de Ingeniería de Bilbao, una cantera de gestores de fábricas, comenzó su trayectoria profesional en Sener para pasar luego a la multinacional Michelin, donde dirigió la división de neumáticos para Europa de la marca francesa.

El salto al sector siderúrgico se produce en 1998, cuando el máximo accionista de Sidenor, Sabino Arrieta, le fichó como director general. Arrieta vendió la empresa a la corporación brasileña Gerdau en 2006 y una década después, Jainaga lideró un equipo de directivos para comprar el fabricante de aceros especiales por 155 millones de 2016. Gerdau no invertía al ritmo que necesitaba la dinámica de Sidenor, como le ocurre en la actualidad a Talgo.

El salto del directivo vasco para convertirse en empresario ya estaba dado tras una larga carrera. Como la diversificación estaba en su ADN, con su equipo de directivos en Sidenor emprendió el proyecto Mirai, con el que invierte 100 millones al año en compañías industriales con problemas de rentabilidad o de sucesión en el accionariado.  

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