El dilema de los chips hará ganar un tiempo precioso a Pekín
Una alineación completa de Japón u Holanda con EE UU será difícil mientras la demanda se ralentice
La guerra de los chips de EE UU contra China avanzará solo parcialmente en 2023. Tras desvelar nuevas y radicales restricciones a la exportación en octubre, Washington parece haber conseguido que Gobiernos amigos como Japón y Países Bajos se sumen a la iniciativa. Pero una alineación antichina completa será complicada mientras la demanda mundial de semiconductores se ralentice.
Las últimas normas comerciales de EE UU prohíben a los compradores chinos el acceso a los microprocesadores de alto rendimiento utilizados en superordenadores, así como a los programas y equipos necesarios para fabricar semiconductores por encima de determinados umbrales tecnológicos, incluidos los chips de memoria de gama alta de la china YMTC.
Esta medida ha llevado a Apple a congelar sus planes de comprar componentes a YMTC, según Nikkei. Sin embargo, la mayoría de los chips fabricados en China y enviados a este país son de tecnologías menos avanzadas que no se ven afectadas por las restricciones. Ello amortigua el golpe tanto para las empresas chinas como para las de EE UU. En 2021, las importaciones chinas de circuitos integrados y equipos relacionados superaron los 466.000 millones de dólares.
El panorama para las empresas dependientes de China en Corea del Sur, Japón y Holanda es más incierto. Los gigantes de los chips de memoria Samsung y SK Hynix tienen fábricas dentro de China y no podrán mantenerlas sin una licencia de EE UU. Ambos han obtenido una exención durante un año, pero no está claro qué ocurrirá después.
Para la holandesa ASML, que tiene el monopolio de los equipos avanzados de fabricación de chips, el panorama es igualmente confuso. Ya había dejado de exportar sus máquinas más avanzadas a China. Pero Washington está presionando a Holanda y Japón para que también prohíban las herramientas menos sofisticadas de ASML y sus homólogos nipones. Ambos Gobiernos han acordado en principio adoptar al menos algunas de las restricciones de EE UU, según Bloomberg. Pero el diablo está en los detalles. La ministra holandesa de Comercio, Liesje Schreinemacher, ya dijo en noviembre que su Gobierno “no copiará las medidas de EE UU una a una”.
Los recortes serían dañinos para la empresa con sede en Veldhoven: 2.700 millones de euros, o el 15% de sus ingresos totales, procedieron de China en 2021. Su rival japonés Nikon facturó más de 1.100 millones en China, el 28% del total.
La ralentización de la demanda es otro motivo de preocupación: las ventas de chips se reducirán un 4% hasta los 557.000 millones de dólares en 2023, un fuerte retroceso respecto al crecimiento del 26% registrado en 2021, según World Semiconductor Trade Statistics.
Ello probablemente hará que las empresas se muestren reacias a aceptar rápida y plenamente las peticiones de Washington. La indecisión jugará a favor de China. Le hará ganar tiempo para abastecerse de componentes y herramientas extranjeros y ayudará al presidente Xi Jinping a cortejar a sus socios comerciales. Como sabe Pekín, las guerras rara vez se libran y ganan unilateralmente.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías