El freno de EE UU a los chips prémium chinos puede tener contrapartida
Las restricciones de Biden no afectan a los semiconductores sencillos, y las empresas chinas podrían aprovecharlo
Las amplias restricciones tecnológicas impuestas por Washington a China hoy tendrán efectos en toda la cadena de suministro mundial mañana. Los controles a la exportación desvelados por el Departamento de Comercio de EE UU el viernes impedirán a la República Popular desarrollar sus propios semiconductores avanzados, necesarios para los superordenadores y similares. Sin embargo, la prohibición puede incitar a los fabricantes de chips chinos a acelerar su progreso en las partes del mercado que se han convertido en productos básicos, integrando a empresas como SMIC en las cadenas de suministro mundiales.
Las medidas suponen una enorme escalada en los esfuerzos del presidente Joe Biden por frenar los avances de Pekín en el sector de los chips. Esencialmente, cualquier empresa que utilice equipos estadounidenses tendrá restringida la venta de semiconductores o herramientas de tecnología relativamente alta a empresas chinas. Y dado que casi todas las fábricas dependen de hardware y software cruciales de proveedores estadounidenses como Lam Research y Applied Materials, esta medida podría retrasar a los fabricantes de chips chinos durante años, si no décadas.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser el fin de SMIC, que vale 23.000 millones de dólares, y sus compatriotas. De hecho, la mayoría están prosperando calladamente, produciendo chips de baja tecnología que se consideran menos sensibles desde el punto de vista político. Mientras que las nuevas normas estadounidenses restringen determinados tipos de componentes lógicos y de memoria de vanguardia, los denominados productos de última generación, como los semiconductores analógicos o discretos que se utilizan habitualmente en ordenadores, aparatos y coches, entran en una zona gris.
Puede que no sean tan lucrativos como los procesadores o las unidades de memoria, pero esos chips siguen constituyendo un enorme mercado en el que jugar. Según la Asociación de la Industria de los Semiconductores, las ventas de analógicos aumentaron en más de un tercio el año pasado, hasta los 74.000 millones de dólares, superando el crecimiento de los productos lógicos y de memoria.
E incluso para los procesadores de tecnología menor, la demanda sigue siendo fuerte en China. Los ingresos de SMIC en el primer semestre aumentaron un 53% interanual, hasta los 3.700 millones de dólares, a pesar de que la empresa fue incluida en la llamada Lista de Entidades de Washington en 2020. Sus acciones en Hong Kong han bajado aproximadamente un 14% este año, superando la caída de más del 30% de TSMC, de 360.000 millones de dólares.
A largo plazo, los equipos chinos podrían empezar a acaparar una mayor cuota global de este extremo menos llamativo del mercado. Una de las razones es que la mayoría de los Gobiernos están presionando a los fabricantes de chips dominantes, TSMC, Samsung e Intel, para que den prioridad a los semiconductores de vanguardia. Esto deja el resto del mercado en manos de la competencia. A pesar de todo lo que se dice sobre el desacoplamiento, las empresas chinas podrían acabar aún más entrelazadas en las cadenas de suministro.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías