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Contante y Sonante
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La decisión sobre el dividendo de la banca, a partir del 11 de diciembre

El BCE esperará a conocer las previsiones macro de la UE para comunicar si levanta el veto o no sobre la remuneración al accionista

Christine Lagarde, presidenta del BCE
Christine Lagarde, presidenta del BCEEFE

No hay mal que cien años dure, aunque a la banca le esté pareciendo una eternidad el veto al dividendo que le impuso el pasado 27 de marzo el Banco Central Europeo (BCE). Y es que en los últimos meses no hay ocasión en la que los responsables de los principales bancos españoles no se quejen o critiquen la medida del BCE de limitar el reparto de dividendo a todo el sector bancario europeo como iniciativa con la que pretende que las entidades financieras refuercen su solvencia para evitar sorpresas desagradables ante el futuro incierto derivado de la crisis sanitaria, ya convertida en crisis económica.

Los argumentos esgrimidos por los banqueros en contra de esta medida son diversos, y totalmente creíbles y comprensibles, y más para los accionistas, generalmente fondos de inversión o fundaciones bancarias, aunque también están los pequeños inversores.

Que si no hay recompensa para el accionista este se irá a otros sectores donde el dividendo no este restringido; que no todos los bancos son iguales, y por lo tanto no se puede medir a todos por el mismo rasero; que volver al dividendo ayudará a la economía y a los inversores para que confíen en el sistema financiero, son argumentos que han repetido los presidentes o consejeros delegados de los bancos desde el día en el que el supervisor europeo decidió suspenden el reparto de una parte de los beneficios a los que arriesgan su dinero en participar en el capital de estas instituciones.

La semana pasada las principales entidades financieras del país (Santander, BBVA, Bankia, CaixaBank y Sabadell) presentaron sus resultados correspondientes a los nueve primeros meses del año conocido como el del Covid-19 (por cierto, y como ya viene siendo habitual, pero no por ello comprensible, tres de estas instituciones volvieron a coincidir en el mismo día en comunicar sus beneficios o pérdidas). En estos actos todos sus ejecutivos criticaron la medida del BCE.

El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, afirmó que es “algo necesario para una empresa retribuir a sus accionistas. Una empresa que no paga dividendo no valdría dinero porque inviertes y no sacas nada”. Y añadió que un pago cero de dividendos puede generar efectos secundarios negativos, pues hay fondos que solo invierten en empresas que retribuyen al accionista.

Los banqueros ahora añaden
otro argumento
a favor del reparto de dividendo:
si sigue su veto
“se restringirá
el crédito”

Su homólogo de BBVA, Onur Genç, también se refirió el viernes al veto a los dividendos, pero su argumento dio en el epicentro de, justo, lo que quiere evitar el BCE con esta medida, que se corte el flujo del crédito. El número dos de BBVA advirtió: “Debería ser una medida temporal para no penalizar a los accionistas en comparación con otros sectores. El veto hace que aumente el coste del capital, la rentabilidad mínima que tienes que calcular para prestar, porque consumes capital cuando das un crédito, con lo que se aumenta el umbral. Esto significa que se prestará menos. La proyección del pago de dividendos afecta al apetito de los bancos para prestar”.

El consejero delegado de Santander, José Antonio Álvarez, explicó hace unos días que no repartir dividendo “eleva innecesariamente el coste de capital de los bancos”. “Los bancos han más que duplicado su stock de capital, pero es muy importante el flujo, que viene de la rentabilidad, de la perspectiva hacia el futuro y de la confianza que se genere. El dividendo es parte intrínseca de esto”, subrayó. Pero todo refrán tiene su contrarrefrán, y toda afirmación tiene su contradicción o negación.

La semana pasada el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, rebatió alguno de los argumentos de los banqueros. Aseguró que no repartir dividendo no encarece el precio de la financiación de los bancos en los mercados, mientras que sí ayuda a reforzar la fortaleza del capital del sector. El veto, explicó, “ha permitido limitar los efectos colaterales de esta medida sobre la capacidad de las entidades para emitir instrumentos de capital a un coste adecuado”.

Hernández de Cos añadió que la decisión final tendrá en cuenta la situación macrofinanciera que enfrentemos en ese momento. La recomendación de prudencia en este ámbito debe seguir estando vigente mientras persista la incertidumbre actual y se consolide una recuperación económica sólida”.

El pasado 27 de octubre, Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, comentó algo similar en el Parlamento Europeo. Dijo que la decisión final de si se levanta o no el límite al dividendo en enero de 2021 se adoptará después de que el BCE publique su cuadro macroeconómico y previsiones, lo que se producirá el 10 de diciembre.

Hasta entonces los bancos tendrán que esperar. Eso sí, sea cual sea la decisión del BCE, lo cierto es que las entidades financieras podrán pagar dividendo con cargo a 2020 y 2021 nada más levantarse el veto. Es una medida reversible.

Por cierto, los resultados del tercer trimestre de los bancos españoles han sido casi en general mejores de lo previsto por los analistas. El negocio ha crecido y las pérdidas o prácticamente han desaparecido, como en el caso de BBVA, que ha pasado de sumar unos números rojos hasta junio de 1.157 millones a perder 15 millones a septiembre; o se han reducido, como en el caso de Banco Santander, que ha registrado unas perdidas de 9.048 millones, frente a los números rojos de 10.800 millones de euros acumulados hasta junio.

Pero, mientras que los mensajes de los bancos en sus presentaciones de resultados han sido menos pesimistas de lo que se esperaba ante la segunda oleada del coronavirus, el Banco de España sigue alertando del peligro y de las enormes incertidumbres que planean sobre el cierre del ejercicio y sobre 2021, y también 2022. Incluso no descarta una crisis financiera, algo que los responsables del sector han negado por completo. “Los bancos estamos mejor preparados y tenemos mucho más capital que en 2008, y el nivel de apalancamiento es muy inferior. Ahora los bancos somos parte de la solución”, repiten como si fuera el estribillo de una canción de moda. Pero por el bien de todos esperemos que tengan razón.

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