El reto demográfico para la banca
El envejecimiento de la población obliga a crecer mediante un aumento de productividad
Se ha escrito mucho sobre todos los retos a los que se enfrentan los bancos. Ha sido un debate recurrente desde el estallido de la crisis, pues muchos de los desafíos se centran precisamente en sus consecuencias. Como la compleja e interminable regulación y estricta supervisión desde las autoridades. Otros retos, como la elevada competencia y la digitalización del negocio financiero, suponen una nueva prueba de la resiliencia del sector. No cabe la menor duda de que los bancos superarán todos estos desafíos. Sin embargo, es cierto que hay otros factores de tipo estructural que merecen una reflexión. Y quizás uno de los más relevante es el factor demográfico.
La mayoría de países desarrollados se enfrentan a un doble riesgo en su población, de descenso a futuro y más envejecida. Este fenómeno tendrá grandes consecuencias para la sociedad y repercutirá, a su vez, en las finanzas públicas y en la sostenibilidad del sistema de pensiones. Del mismo modo los bancos, como parte de la sociedad, también se pueden ver muy afectados.
El factor demográfico conlleva, por ejemplo, tipos de interés más bajos y un aplanamiento de la curva de tipos. Es cierto que la situación actual extrema es excepcional, pero la normalización del nivel de tipos y de la pendiente de la curva probablemente quedará muy lejos de los niveles que existían antes de la crisis.
El sector bancario es consciente y busca soluciones. Por eso mira a Japón, donde el problema demográfico es ya más una realidad que una amenaza. La pérdida de peso de los bancos sobre el conjunto del sector financiero japonés, los problemas que sufren las pequeñas entidades –centradas en negocios locales– y la caída de la ratio préstamos sobre depósitos, son consecuencias directas o indirectas del efecto demográfico. En el país del Sol Naciente, el sector bancario ha asumido más riesgos, en buena parte internacionales, y ha reducido costes al mismo tiempo que ha llevado a cabo su consolidación. Todo ello con buenos resultados a corto plazo, aunque sin resolver del todo las dudas sobre el futuro.
En Europa, la debilidad estructural de los ingresos bancarios también se contempla como un verdadero reto para superar en el futuro. Sin embargo, se sigue discutiendo sobre los modelos de negocio a corto plazo y sobre la elevada morosidad acumulada durante crisis. Pero ¿y el desafío que supone la demografía para el sector? El propio presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, pasó de puntillas sobre el tema durante su conferencia en Jackson Hole: “sin la ayuda de la demografía, la única forma de aumentar el crecimiento económico potencial pasa por una mejora de la productividad”. El crecimiento es clave para el negocio de los bancos.
Los datos económicos más recientes muestran una mejora inesperada del crecimiento a nivel mundial. Y Europa es su mejor exponente, tal y como muestran los indicadores adelantados que apuntan a que la recuperación es más sólida de lo esperado.
Aun así, el propio BCE duda de su sostenibilidad a medio y largo plazo. La sociedad requiere de un crecimiento potencial mayor, un crecimiento inclusivo que se reparta de forma ecuánime. Los bancos europeos, sin duda, hacen su parte para lograrlo y apuestan por fomentar una mayor inclusión financiera. El riesgo es que un exceso de regulación o una regulación mal enfocada puede dificultar este objetivo implícito que tienen las entidades de crédito europeas.
Las autoridades económicas son las que deben tomar un mayor protagonismo para aumentar el crecimiento económico potencial, favoreciendo la inversión productiva, apostando por una mayor competencia productiva y también mejorando los mecanismos para resolver insolvencias.
Tampoco deben olvidarse de fomentar una mayor apertura comercial, basada en normas comunes, tal y como defendió el presidente del BCE en Jackson Hole. Todo ello acompañado de una mayor apertura financiera y bajo una regulación adecuada. Por eso es también importante que las autoridades ponderen el riesgo de un exceso de la regulación sobre los bancos y el resto del sistema financiero.
Superada la crisis, sus consecuencias aún nos acompañan. Los bancos ahora son más resistentes y han llevado a cabo cambios importantes en su gobierno, siempre bajo un enfoque de responsabilidad social. Todo esto se ha traducido en la importante aportación que están teniendo en la recuperación económica cíclica actual. Las autoridades deben mirar a más largo plazo y tratar de combatir los riesgos estructurales, como la elevada deuda pública y el envejecimiento de la población. La clave pasa por aumentar el crecimiento potencial, el verdadero objetivo para la sociedad.
José Luis Martínez Campuzano es portavoz de la Asociación Española de Banca.