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La información al accionista: ¿estamos ante un Bankia II?

La pregunta es si se facilitó información correcta, adecuada y suficiente a quienes acudieron a la última macroampliacion

Oficina del Banco Popular en el barrio de Tetuán, en Madrid.
Oficina del Banco Popular en el barrio de Tetuán, en Madrid.EFE (EFE)

Tras la compra de Popular por Santander cabe preguntarse si el Popu será un Bankia 2. O dicho de otra manera: ¿se facilitó información correcta, adecuada y suficiente a quienes acudieron a la última macroampliacion? Cuando la auditora PWC detectó desajustes en sus cuentas por 694 millones, nostros pedimos la reformulación de las cuentas. Habría sido lo razonable una vez que el consejo de administración reconoció dichos desajustes.

No se hizo por una estrategia de huida hacia adelante y para evitar contingencias. Sin embargo, solo se ha ganado tiempo: las contingencias han llegado de forma mucho más feroz de lo que muchos habrían deseado.

Conviene recordar que la CNMV impuso el pasado julio a Popular sanción muy grave por millón de euros por la comercialización de los bonos convertibles. Un mes antes, el Supremo declaraba nulos dichos bonos por “desconocimiento de la dinámica y desenvolvimiento del producto”. Es decir, colocación sin la debida transparencia.

En el caso de la macroampliación pasó lo mismo: colocación a personas inexpertas y no cualificadas sin análisis de riesgo ni explicación transparente de la naturaleza de lo contrataban, riesgos en que incurrían, etc.

Pero además de la comercialización defectuosa, es bastante probable que el producto que vendieron no existiera. Por ejemplo, informaron que serían necesarias unas provisiones de 4.700 millones de euros cuando finalmente fueron necesarios 1.000 millones adicionales. Y según el hecho relevante del Santander, serán necesarios fondos adicionales.

¿Estaban maquilladas las cuentas?, ¿por qué las cifras de provisionamiento necesario bailan de manera tan abrupta? Los criterios para provisionar son claros. Si no se provisionó lo necesario es porque no se siguieron los criterios. Es decir, no se ofreció una imagen fiel de la realidad de la situación económico-financiera de la entidad. Si quien estaba obligado a ofrecer una imagen fiel no lo hizo, no se puede responsabilizar al ahorrador de su error, claramente invencible con una diligencia media. Incluso con una diligencia superior. Solo los inspectores de Banco de España podían contar con información más cualificada.

A esto hay que añadir que muchas pymes acudieron a la macro ampliación condicionadas por el mantenimiento de sus líneas de crédito, por lo que su contratación no fue plenamente libre.

El hecho relevante del Santander señala que necesitará hacer una ampliación de capital de 7.000 millones para cubrir activos tóxicos, pero también contingencias. Anticipan indirectamente que Popular será un Bankia 2. En realidad, ya lo había hecho el mismo Popular, que optó por no recurrir las sentencias condenatorias de bonos convertibles de menos de 300.000 euros.

Lo que esperamos es que Santander asuma una posición negociadora en los problemas que se plantearán con los accionistas de Popular que han visto como sus ahorros valen cero. Es ahora cuando muchos de ellos se han dado cuenta de que no sabían lo que compraban. No son expectativas fallidas, sino comercialización defectuosa con información inadecuada e incompleta. Así lo entiende la CNMV y el Supremo. Esperemos que la nueva propiedad no trate de comprar tiempo y resuelva el problema cuanto antes.

Juan Ignacio Navas es socio-director de Navas & Cusí.

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