España no recuperará todo el empleo perdido hasta 2020
España no volverá a contar con los 20,6 millones de ocupados que tenía antes de la crisis en toda la década. Tendrá que esperar al menos hasta 2020 para recuperar el número de ocupados de 2007, cuando se quebró el ciclo más longevo de crecimiento económico y de generación de empleo de la historia democrática. Y en tales umbrales temporales lo lograría siempre y cuando todo vaya bien: crecimiento económico razonable e ininterrumpido y ausencia de choques externos que pongan en riesgo la financiación del país. Esa es la conclusión a la que llegan varios expertos consultados sobre el porvenir del empleo, que, con matices, estiman volverá a las cotas que tenía en 2007 en un trecho de entre seis y diez años.
El más elemental de los ejercicios matemáticos revela que, de mantenerse el ritmo de avance de la economía previsto para este año y una réplica de avance de ocupados parecida (cerca del 3% de mejora del PIB y del empleo), el número de personas ocupadas aumentaría en torno a medio millón cada año. Dado que el nivel de ocupación es ahora de 17,57 millones de personas, según la EPA, tardaría seis años completos en llegar a los 20,57 millones que registró en 2007 y que es el máximo histórico.
Pero estas estimaciones de trazo grueso solo son posibles si la economía española entra de nuevo en un círculo virtuoso en el que se movilicen consumo privado e inversión pública y privada, algo que hoy tiene más dificultades que en el año 2000, cuando se desataron tales motores del crecimiento en el último ciclo alcista, coincidiendo con el arranque del euro. El consumo depende de la renta disponible y ésta, en parte, de la inversión privada, ahora agarrotada por el alto endeudamiento de los agentes económicos, pese a que las condiciones financieras son hoy más laxas que hace 15 años: tipos reales muy cercanos a cero y liquidez bancaria ilimitada.
El profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver Alonso, estima que “dando por bueno que el BCE siga dopando las economías, no está nada mal generar 400.000 empleos al año y, en tal caso, no absorberemos la pérdida hasta 2022. Pero 400.000 empleos al año me siguen pareciendo muchos”. Advierte que algunos de los grandes motores de creación de empleo en el último ciclo no se podrán activar. “La construcción aportó uno de cada cinco empleos entre 1998 y 2007 y el sector público, otro tanto, y ahora tal cosa es irreproducible, porque hay un sobreendeudamiento de los hogares y los rigores fiscales maniatan el gasto público”, asegura Oliver Alonso.
Miguel Ángel García, profesor de la Universidad Juan Carlos I, no se arriesga a dar una fecha para recuperar los niveles absolutos de ocupación, pero habla de “muchos años”. Argumenta que “ahora habrá dos o tres años muy buenos, con una elasticidad del empleo elevada; pero hay dificultades para sostener este ritmo de crecimiento, aunque las condiciones financieras seguirán siendo muy favorables”. Cuantifica en más de un millón las personas que trabajaban en la construcción que no tienen fácil ubicación, porque “tenemos un aparato manufacturero muy competitivo, pero muy pequeñito, y solo puede crecer para absorber activos si es muy disciplinado en costes (salarios) y en beneficios; y ahí es donde me temo que la economía puede volver a desmadrarse. España solo puede competir por precio, y para ello hay que mantener los costes muy controlados, con los avances nominales siempre por debajo de los competidores”.
Josep Oliver alerta también del cambio de modelo que ha reducido la capacidad económica del sector industrial, que refuerza la elasticidad del empleo, más volcado en servicios con poco recorrido de la productividad, pero que limita la capacidad de creación de empleo, tanto en cantidad como en calidad. Recuerda que antes de la crisis de los setenta y ochenta “el valor añadido de la industria era en España del 40% del total, mientras que ahora se reduce a un 13%”.
El economista sénior de BBVA Research y especialista en empleo Juan Ramón García maneja un escenario probable en el que la ocupación en términos EPA (Encuesta de Población Activa) volverá a los niveles de 2007 en 13 años, en 2020 o 2021. “Esto ocurrirá con un crecimiento del PIB cercano al 3% ahora y que se irá moderando hacia el final de la década, y con un avance del empleo muy cercano al del PIB”. BBVA Research maneja también un escenario más prudente en el que, con un avance anual del empleo del 1,9%, se llegaría a los 20,6 millones en 2024. García destaca que “el empleo se está generando en casi todas las actividades”.
Javier Díaz-Giménez, economista y profesor del IESE, maneja dos escenarios para la recuperación laboral, utilizando la afiliación a la Seguridad Social, a la que considera más reconocible que el cómputo de la EPA. En el primero, proyectando el crecimiento de afiliados de 2014 (418.000) en los próximos años, se alcanzarían los 19,52 millones de afiliados de media de 2007 mediado el año 2022. En el escenario segundo, y proyectando el avance medio anual de afiliados de los últimos cinco años alcistas, que llegó a 601.500, se recompondría toda la afiliación en diciembre de 2019. Como en el resto de proyecciones, este desempeño del empleo solo sería posible “si todo se desarrolla con normalidad y dentro de lo razonable; es una simple proyección razonable del pasado sobre el futuro”, asegura Díaz-Giménez.
María Jesús Fernández, de Funcas, por su parte, asegura que volver a los 20,6 millones de personas ocupadas “no es imposible, pero es muy difícil; nuestras estimaciones atisban tal posibilidad para 2024”. Cree que “no volveremos a crecimientos del 4% como a principios de siglo en muchos años; este año podemos ir cerca del 3% de PIB, pero esta circunstancia no es eterna, porque hay muy poco margen para gasto público con el nivel de deuda que tenemos y los agentes privados siguen muy endeudados, aunque las empresas han hecho un buen ejercicio de desapalancamiento”. Llama también la atención sobre la imposibilidad de sostener en el tiempo una elasticidad del empleo tan alta como la actual.
Sí admite Fernández, como el resto de expertos consultados, que el desempleo se reducirá más rápido de lo que avanzará el empleo. Una composición demográfica como la que tiene ahora España, y siempre que los flujos inmigratorios no vuelvan a los valores de los primeros años del siglo (4%), lleva a un comportamiento muy moderado de la población activa, incluso a una reducción en las cohortes de edad más intensivas en actividad. Esta circunstancia acelerará la caída del número de parados y de la tasa de desempleo. La economista de Funcas considera que, en todo caso, “no volverá por debajo del 10% antes de 2024”. El presidente del Consejo Empresarial de la Competitividad y presidente de Telefónica, César Alierta, por su parte, vaticina que la tasa de paro puede descender hasta el 8% en 2018.
Para Juan Ramón García, de BBVA Research, habrá una reducción del desempleo firme, pero la tasa no descenderá hasta el nivel que tenía en 2007 (8,6%). Afirma que “la demografía ayudará, pero la población activa volverá a ser procíclica, lo que supone que tendrá un avance superior al 1% anual, tal y como se ha comportado en términos históricos”. Ahora crece a un ritmo inferior al 1% por el desánimo, mientras en los años más agitados del ciclo lo hacía a valores del 4% por la presión de la inmigración.
Josep Oliver sí prevé una pérdida acelerada de activos. Según su cálculo, el número de potencialmente activos bajará más de tres millones de personas en los próximos ocho años, lo que arrastrará a la población activa a la baja en las cohortes de entre 20 y 40 años, las que más nutren el mercado de trabajo. Esos colectivos de población se desplazarán a edades más maduras, con menos presencia en el mercado.
Todos los expertos señalan como básico para mantener un nivel elevado de crecimiento la recuperación de la inversión. Los excesos de la inversión residencial, que llegó al 22% en el máximo cíclico de 2007, hacen imposible recuperar tales impulsos. En este momento, está en el 9,4% del PIB, y encadena 24 trimestres de caída interanual, mientras que el equipo empresarial ha alternado avance con descenso. Las tasas de inversión agregada promedio en el ciclo son similares a las alemanas, pero con destinos bien diferentes: España en construcción e infraestructuras y Alemania en actividad industrial e I+D+i.