La devaluación de los costes se ceba en el trabajo, que se abarata el 5,8% en 2012
El PIB cae un 1,4% e intensifica la recesión a final del año, con severo ajuste de la demanda privada y gasto público La contracción de la inversión supera el 10%
El consumo privado cayó un 2,5% y un 3,7% el público, mientras que la inversión descendió más de un 10%. En 2012 la economía intensificó la devaluación de los costes, pero con una concentración especial en el del factor trabajo: el descenso del coste laboral unitario se acercó al 6% (5,8%) a fin de año.
La Contabilidad Nacional elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma que en 2012 se intensificó el ajuste de la economía, y que lo hizo con más fuerza en los últimos meses del ejercicio por la presión de una demanda interna en retirada, muy condicionada por la reducción de la renta disponible y del empleo, la subida de los impuestos y la reducción del gasto público.
En el cuarto trimestre del año, el PIB se contrajo ocho décimas en tasa intertrimestral (cinco más que en el tercer trimestre) y un 1,9% en tasa interanual (frente a un descenso del 1,6% en el tercer trimestre). Como consecuencia de ello, en el ejercicio el PIB cayó un 1,4%, y cerró en un valor nominal de 1.051.204 millones de euros, una cifra en torno a la cual lleva estancado ya cuatro años, desde que comenzó la crisis.
En términos agregados, la demanda interna descendió un 3,9%, y fue parcialmente compensada con un avance (aportación al crecimiento) del 2,5% en el sector exterior. Analizando exclusivamente el último trimestre del año, el más contractivo del ejercico, la demanda interna tiene una contribución negativa de 4,7 puntos, mientras que la externa, con mejor comportamiento por contra que antes, compensa con 2,8 puntos de crecimiento.
El motor que se para en la economía de 2012 y que congela la actividad es el consumo, tanto el público como el privado, y la inversión. Estas variables se comportan así en parte empujados por las políticas económicas de ajuste aplicadas por el Gobierno para tratar de restablecer los equilibrios básicos macroconómicos y financieros, y en parte también por un estado de ánimo negativo que genera expectativas muy pesimistas sobre los agentes económicos.
La demanda interna está muy condicionada por la fuerte caída del empleo y de los salarios agregados, que reducen la renta disponible de los hogares a niveles desconocidos desde hace años. La renta de los asalariados desciende en el último trimestre del año a tasas anuales del 8,5%, frente a un 5,5% del trimestre precedente, lo que provoca una caída en el gasto de los hogares del 3% interanual a fin de año.
Este descenso de la capacidad de compra debe ser interpretado también como un mecanismo para recomponer la capacidad competitiva de la economía. Así, analizando la descomposición del PIB por rentas y del deflactor del PIB (instrumento que permite averiguar la evolución de los costes de producción), la Contabilidad Nacional revela que el coste laboral por unidad de producto ha descendido un 5,8% interanual. Con otras palabras, que la devaluación interna de los costes del factor trabajo habría sido de un 5,8% al final del año.
Pero dado que el deflactor del PIB ha sido de únicamente un 0,1% (los costes implícitos agregados de producción habrían crecido solo un 0,1% en el año), solo los costes del factor trabajo han experimentado descenso entre todos los factores productivos. De hecho, tal como asegura el INE, tanto los impuestos sobre la producción y las importaciones, como los beneficios han tenido aportación positiva al deflactor, han sido inflacionistas, en definitiva.
En concreto, los impuestos han aportado a fin de año 1,8 puntos al deflactor y 1,5, los beneficios, mientras que los componentes diversos del factor trabajo tienen una aportación regativa de 3,3 puntos. Esta contribución que tiene un reflejo práctico en el abaratamiento de los costes laborales se ha producido fundamentalmente por ajuste en el número de empleo, pero también por la moderación nominal en la remuneración del empleo que se mantiene. En buena parte, son los instrumentos habilitados en la nueva negociación colectiva del marco laboral aprobado hace un año quienes han contribuido a este abaratamiento de costes.
18 trimestres de caída de inversión
La demanda de los hogares ha sido decisiva para la contracción tan severa del PIB. Ha descendido un 3% a final de año y un 2,5% en todo el ejercicio, empujada, además de por la pérdida de empleo, por la fuerte subida de impuestos (IVA, IRPF, IBI). Pero ha sido más fuerte la contracción del consumo público (4,1% trimestral y 3,7% anual) tanto por el control del gasto corriente, como por la rebaja de sueldos de los funcionarios, como por la actualización parcial de las pensiones.
El consumo tiene un peso determinante en la composisicón de la demanda (un 60% del total). Pero la parálisis es superior incluso en el otro gran motor tradicional de la economía, cual es la inversión. Cerró el año en valores negativos superiores al 10%, sobre todo en la construcción, y ligeramente inferior en equipamiento. En el conjunto del año, los valores son menos alarmantes, pero la inversión acumula ya 18 trimestres consecutivos de contracción.
Únicamente las exportaciones han tenido un comportamiento positivo en las cuentas de la economía española en 2012, y en parte gracias a que la contracción de la demanda reduce la presión de las importaciones. Las ventas al exterior han crecido un 3,1% en todo el año, con una ligera moderación en los tres últimos meses del año, como consecuencia fundamentalmente de la ralentización de la demanda en las grandes economías de la Unión Europea. La venta de bienes terminó el año creciendo un 3%, mientras que la de servicios no turísticos lo hizo en tasas cercanas al 8%.
En cuanto a la importación, ha acelerado a fin de año su rtimo de descenso (al 5,4%), y contabiliza una pérdida en el año del 5%. La aportación al crecimiento de la economía del sector exterior ha llegado al 2,5%.
Los beneficios superan ya a los salarios
El ajuste se ha hecho en España mucho más por la vía de la cantidad (empleo) que por la del precio (salario). La pérdida de renta salarial, que llega a un 8,5% en el cuarto trimestre sobre el mismo periodo del año anterior, se genera fundamentalmente por la reducción de plantillas. La Contabilidad Nacional revela una pérdida de 805.000 puestos de trabajo a tiempo completo equivalente durante el año 2012, lo que supone un descenso relativo del 4,7% sobre el existente al finalizar 2011. Si prestamos atención al empleo asalariado, el descenso es del 5,6%, con una aceleración importante respecto a las tasas de ajuste de los trimestres del año anterior. Los mayores descensos de empleo se concentran todavía ahora en la construcción (18,5%), seguido del comercio (6,9%), las actividades financieras (4,8%) y la industria manufacturera.
Mientras que la remuneración de los asalariados ha cedido terreno en el reparto de la renta nacional (un 8,5% a fin de año y un 5,4% en el ejercicio completo), ha recuperado terreno el excedente (beneficio) que sube un 1,4% (2,2% en todo el año); pero la partida de la tarta que más crece es la relativa a los impuestos, que avanza un 20% en el trimestre por la subida del IVA, y lo hace un 5,6% en tasa interanual.
En términos comparativos, en el año 2012 tomado de manera completa, la remuneración de los asalariados absorbe lo mismo que el excedente: 45,76% frente a 45,14%. Pero en el último trimestre tomado de forma individual, los beneficios superan con un 46,1% a la renta salarial, que solo llega al 44,24%. El trasvase de 2012 es muy abultado, pues en 2011 los salarios superaban con creces (47,8%) a los beneficios (43,6%).