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La geopolítica trastoca las cuentas de la Unión Europea

La invasión rusa de Ucrania, el posible retorno de Trump en EE UU, el avance tecnológico de China y el conflicto en Oriente Medio exigen un gasto adicional en distintos frentes

Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen, en julio de 2023, en Madrid, en la inauguración de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
Pedro Sánchez y Ursula von der Leyen, en julio de 2023, en Madrid, en la inauguración de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea.Mariscal (EFE)

Europa navega en un mar de aguas azarosas. Las tensiones geopolíticas, que van desde la invasión rusa de Ucrania y el avance de China (con su poderío tecnológico) hasta la posible vuelta de Donald Trump al poder en EE UU (que significará un probable retorno al nacionalismo económico) y las tensiones bélicas en Oriente Medio, tienen un impacto en las cuentas comunitarias. La región necesita no solo aumentar la inversión en defensa, sino también recibir un flujo adicional de recursos, aparte de los fondos Next Generation, para impulsar la industria digital y acelerar la transición energética, aspectos vitales para mantener la competitividad y la posición frente a las principales potencias globales.

Miles de millones de euros se requieren para hacer frente a los desafíos que impone esta realidad líquida. Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, lo adelantaba ya en febrero de este año en una reunión con ministros de la UE: tan solo para el reto digital y la transición hacia una economía verde son necesarios unos 500.000 millones de euros al año (o lo que es lo mismo, un déficit de inversión del 1,5% del PIB). Un tercio de esa cantidad tendrá que venir de dinero público, explicó el italiano, quien prepara un informe sobre la competitividad de la región y abundará en este tema y en la cifra adelantada. “Nuestra respuesta es limitada porque nuestra organización, la toma de decisiones y la financiación están diseñadas para el mundo de ayer”, criticó. Europa está atrapada en una mentalidad “precovid, pre-Ucrania, preconflagración en Oriente Medio, anterior al retorno de la rivalidad entre las grandes potencias”, arguyó.

Ante un mundo que se fragmenta geopolíticamente día a día, la factura de la UE se actualiza de forma constante. Judith Arnal, investigadora sénior asociada en el Real Instituto Elcano, calcula que las necesidades de inversión adicional en la región hasta 2030 podrían superar los 700.000 millones de euros anuales. Esta cifra incluye los retos digital y energético, así como los desafíos de defensa y la ayuda a sus aliados. La experta menciona que la reconstrucción de Ucrania requerirá de 349.000 millones durante la próxima década. Además, según los datos de la Agencia Europea de Defensa, el gasto en este rubro de los Estados miembros crecerá hasta 70.000 millones de aquí a 2025. “Conforme van pasando los meses, estas necesidades de inversión van creciendo”, destaca.

Los gastos adicionales se suman a los ya comprometidos. Por ejemplo, todo el maná de dinero que ha implicado el Next Generation EU tiene un plazo de vencimiento hasta el año 2058. “A menudo, escuchamos decir: ‘Bueno, esto concluye en 2026′. Si bien es cierto que la ventana para que los Estados miembros accedan a fondos, ya sea mediante transferencias o préstamos, se cierra ese año, la Unión continuará amortizando la suma hasta 2058″, recuerda Arnal. Ello implica un esfuerzo adicional, posiblemente en forma de nuevos recursos propios o mayores contribuciones por parte de los países. Pero, sobre todo, requerirá de ajustes constantes en el marco financiero plurianual 2021-2027 (que ya asciende a 2,02 billones), que recientemente ha tenido una revisión intermedia en la cual se ha reforzado con 64.600 millones para financiar el apoyo a Ucrania o apuntalar el avance de las tecnologías estratégicas y la gestión de la migración.

Un soldado ucraniano en la primera línea del frente.
Un soldado ucraniano en la primera línea del frente.THOMAS PETER (REUTERS)

La normativa europea prevé un marco financiero plurianual con un presupuesto que se planifica para un periodo de siete años. Sin embargo, “la flexibilidad de los mismos para adaptarse a cambios en la coyuntura económica es reducida”, comenta Carmen Díaz-Mora, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Castilla-La Mancha. A pesar de la creación de los fondos Next Generation, que representan una inyección sin precedentes en la historia de la zona (806.900 millones, a precios actuales) y la emisión de eurobonos por la UE, los países europeos reconocen la insuficiencia de estos capitales frente a las inversiones masivas de Estados Unidos y China en liderazgo tecnológico. “De ahí que ya se está debatiendo sobre cómo financiar nuevos recursos”. El presidente español, Pedro Sánchez, puso el tema sobre la mesa en el pasado Consejo Europeo extraordinario, donde también abogó por repetir el mismo esquema del fondo de recuperación con la defensa.

Pero en la toma de decisiones sobre el ajuste de los presupuestos y sus prioridades, cada uno de los 27 países miembros tiene sus propios intereses. “No siempre tienen la misma sensibilidad y es algo que está retrasando la apuesta firme por una política industrial como la que ya están realizando los principales actores mundiales como EE UU y China”, puntualiza Díaz-Mora. “Es verdad que existe una creciente conciencia sobre la necesidad de disponer de recursos para abordar los desafíos globales, como la defensa y la competitividad industrial europea”, agrega Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas.

El consenso sobre cómo lograrlo, no obstante, sigue siendo esquivo. “Aunque muchos desearían más recursos europeos para enfrentar los retos, la discrepancia surge en cuanto a su origen”, continúa el experto. Algunos países defienden la reasignación de prioridades en el presupuesto comunitario ya existente, como sugiere Alemania, mediante la reducción de fondos para sectores como la agricultura o los relacionados con cohesión social y territorial. “Por otro lado, naciones del sur de Europa insisten en la necesidad de mayores recursos públicos netos. Aquí radica una diferencia fundamental”, asegura Torres.

El dilema surge al hablar de emitir eurobonos. También conocidos como bonos de estabilidad europea, son instrumentos financieros de deuda pública que se colocan conjuntamente entre todos los países de la zona euro, detalla Omar Rachedi, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade. “Al ser un instrumento que tiene un aval compartido, los países en mejor posición, tanto en déficit como en deuda, temen que aquellos en peor estado no puedan cumplir con sus compromisos financieros o gasten los recursos de una forma ineficiente”, apunta. Allí es donde está el meollo de la discusión. “Creo que necesitamos una mayor sinergia también sobre cómo lo gastaremos”, indica el experto.

“Mutualizar la deuda para alcanzar los objetivos a corto plazo, como el aumento en el gasto en defensa al 2% del PIB para el año 2024, previsto por la OTAN, es la solución más viable”, afirma Guntram Wolff, investigador principal en el think tank europeo Bruegel. Aplicar la receta no es tan sencillo como parece. Especialmente en un entorno donde la economía de la zona pierde impulso, lo que dificulta reducir el déficit (que en la UE alcanza el 3,6% del PIB) y la deuda pública (que representa el 81,7% del PIB) entre sus miembros. “Si no se logra emitir un eurobono para las necesidades de defensa, hay que ser imaginativos”, señala Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano. “Hay que explorar los diversos instrumentos como el Banco Europeo de Inversión, pero hay que encontrar una respuesta a ese enorme hueco entre aquello que se quiere hacer y el dinero que se requiere para hacerlo”.

Las dudas sobre la seguridad en la UE crecen con una mayor tensión entre los países aliados

Las tensiones militares con Rusia a raíz de la invasión de Ucrania, hace ya más de dos años, han evidenciado la necesidad de aumentar el gasto en defensa en la Unión Europea. “Esta guerra plantea un riesgo existencial. Y necesitamos capacidad para poder responder a ello y dotarnos de medios”, manifestaba el pasado mes de abril Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior e Industria. “Calculamos que necesitaremos en total unos 100.000 millones de euros y veremos cómo financiarlo”. 
Pero la invasión rusa no es la única amenaza en el horizonte. Del otro lado del Atlántico, Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, ha puesto en entredicho el papel de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y su compromiso con el artículo 5 de la Alianza (relativo a la defensa mutua).


El magnate y expresidente de EE UU ha afirmado que animaría a Rusia a actuar sin restricciones contra cualquier país de la OTAN que él considere que no invierte lo suficiente en defensa colectiva. Trump no se siente cómodo en este grupo. De hecho, en repetidas ocasiones ha aseverado que su país tiene un peso financiero desproporcionado frente a otras naciones. 
“Esto genera una mayor incertidumbre en un escenario ya tenso”, advierte Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas. “Europa tendrá que tener una reacción económica, lo que significa un aumento en el gasto en defensa”.

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