El CEO de Rheinmetall, del repudio social a ser el favorito de los políticos
Armin Papperger lidera un intenso crecimiento corporativo, impulsado por el auge del gasto militar europeo


Armin Papperger (Mainburg, Alemania, 62 años), CEO de Rheinmetall, uno de los mayores fabricantes de armas de Europa, no quiere complicar las cosas. No guarda rencor, pese a haber pasado gran parte de su trayectoria profesional como un apestado debido a la dominante ideología pacifista. Ahora, en tiempos de guerra, cuando Europa requiere sus servicios, deja atrás cualquier posible resentimiento para dedicarse a lo que mejor sabe hacer: suministrar tanques y cartuchos.
Cuando en febrero el vicepresidente de EE UU, J. D. Vance, lanzó una dura crítica ideológica contra Europa en la Conferencia de Seguridad de Múnich, Papperger fue el único que se mantuvo imperturbable. “Es bueno para el negocio”, declaró al Financial Times, al sostener que el Viejo Continente no tenía otra opción que reforzar drásticamente sus capacidades de defensa y que su empresa podía lograrlo.
Rheinmetall lleva meses beneficiándose de la guerra en Ucrania. En 2024 alcanzó ventas cercanas a los 10.000 millones de euros, casi un 75% más que los 5.700 millones de 2021, antes de la invasión. Además, prevé un fuerte crecimiento en 2025, con un alza en las ventas de entre el 25% y el 30%, y de entre el 35 % y el 40 % en su negocio militar. Pero sus ambiciones van más allá: busca llegar a los 40.000 millones en 2030, lo que supondría un aumento de casi el 300% en siete años.
La compañía es una de las principales proveedoras militares de Kiev. Papperger mantiene un contacto constante con el presidente Volodimir Zelenski, con quien se ha reunido en varias ocasiones para reforzar la cooperación militar e industrial. Ahora está en el punto de mira del Kremlin. El verano pasado, los servicios de inteligencia estadounidenses alertaron a Berlín sobre un plan para asesinarlo. Desde entonces vive escoltado y con sus movimientos estrictamente controlados. Este complot, supuestamente, formaba parte de un plan más amplio para eliminar a ejecutivos de la industria de defensa en toda Europa.
Papperger es, utilizando la jerga deportiva, un one club man: solo ha estado en una empresa en toda su vida. Estudió Ingeniería Mecánica en la Universidad de Duisburgo-Essen y se especializó en dinámica molecular de gases, tecnología de producción y ciencia de materiales. Aunque no prestó servicio militar por un accidente deportivo, sabe conducir un tanque. Todos los miembros de la junta directiva de la empresa están capacitados para usar las armas que fabrican.
Está casado y es padre de dos hijas. Le gustan la caza, la naturaleza y los coches, aunque dispone de poco tiempo para estas aficiones. Suele vestir traje, pero de vez en cuando opta por un estilo más personal, con jersey de cuello alto y pañuelo de seda. Un medio alemán lo describe como “una persona notablemente leal y directa”. Él mismo declaró en una entrevista reciente: “Lo esencial es la confianza y la honestidad. Si mientes, solo haces negocios una vez”.
Entró en Rheinmetall en 1990, en el área de gestión de calidad del sector de defensa. A partir de 2001 dirigió varias filiales de esa división. En 2007 pasó a encabezar el área de armas y municiones, y a principios de 2010 asumió también la responsabilidad de los sistemas de vehículos. En 2012 fue nombrado presidente del consejo de administración de la división de defensa e ingresó en el consejo del grupo. Finalmente, en 2013 se convirtió en CEO de la compañía.
El valor bursátil de Rheinmetall se ha multiplicado por diez desde febrero de 2022, cuando Putin invadió Ucrania, y, tras la victoria de Donald Trump, aumentó un 140% debido al temor a que EE UU retirase su respaldo militar a Europa. Según Papperger, en los últimos 12 meses han firmado más contratos que en los 15 años anteriores. Se prevé que la demanda continúe al alza después de que Alemania haya eliminado las restricciones al endeudamiento para permitir un aumento significativo en el gasto militar.
Durante muchos años, Papperger –quien ya ha sido confirmado como CEO de la firma de defensa hasta 2030– fue repudiado por parte de la sociedad. Tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes desarrollaron un profundo rechazo hacia los productores de armas. Un profesor de su hija llegó a preguntarle cómo podía trabajar en esa industria con la conciencia tranquila. Su casa fue blanco de incendios provocados y pintadas con grafitis. Varios ministros de Defensa evitaron la sede de Rheinmetall en Düsseldorf y algunos políticos incluso se negaron a estrecharle la mano.
Ahora su popularidad está en alza: “Antes de la guerra entre Rusia y Ucrania, la seguridad no era una prioridad en Alemania”, afirmó Papperger. “Ahora los políticos hablan con nosotros semanalmente, casi a diario”. Aunque quizá preferirían que la situación no les obligara a tratar con él.
Juego armado
En 2023, la empresa anunció un acuerdo de patrocinio con Borussia Dortmund de fútbol, una decisión que generó cierto debate en la opinión pública debido a la naturaleza de su negocio. Sin embargo, desde el Gobierno regional se defendió el patrocinio: “Necesitamos empresas como Rheinmetall para defender nuestra democracia y nuestra libertad”.
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