La moratoria presupuestaria de la UE para la defensa saldrá por la culata
Sería mejor reformar el sistema, eximiendo solo la inversión en defensa de los límites de gasto

Ursula von der Leyen está utilizando la herramienta equivocada con la intención correcta. La presidenta de la Comisión Europea quiere suspender las normas presupuestarias de la Unión para permitir a los Estados miembros acelerar su defensa. Sin embargo, la medida que sugiere solo puede aumentar el riesgo de un colapso.
Con la creciente amenaza rusa y los crecientes indicios de que Estados Unidos está enfriando su compromiso de 80 años de defender el continente, Europa necesita gastar entre un 1% y un 1,5% adicional del PIB en defensa cada año. No podrá encontrar los entre 200.000 y 300.000 millones de euros que necesita si los Gobiernos se preparan para la guerra mientras intentan limitar sus déficits presupuestarios al 3% del PIB y las deudas públicas al 60% de la producción.
El problema es el método de Von der Leyen. Ella propone activar durante cuatro años la llamada cláusula de salvaguardia nacional de los tratados de la UE, concebida para emergencias específicas de cada país. Pero la consecuencia legal es que, en la práctica, “desconectaría” por completo el régimen de vigilancia presupuestaria, señala Lucas Guttenberg, economista y asesor principal de la Fundación Bertelsmann en Berlín. Los líderes de la UE dijeron después de una cumbre el 6 de marzo que acogían “con satisfacción” la propuesta.
Bruselas insiste en que la flexibilidad solo se aplicaría a la defensa, pero se basa en fundamentos jurídicos inestables: activar la cláusula de salvaguardia también significa que la Comisión ya no podrá seguir la evolución del gasto público en otras áreas. En otras palabras, las normas dejarán de aplicarse, sea cual sea la categoría de gasto público.
Si avanzamos rápidamente hasta 2029, el problema es evidente. Si solo depende de los préstamos para financiar su impulso de defensa, la UE añadiría entre un 4% y un 6% del PIB a su carga de deuda total, que entonces se acercaría al 90% de la producción. Ese no es un nivel insostenible. Pero los países grandes que ya están luchando con grandes cargas de deuda (Francia ya está en el 114% del PIB, e Italia en el 136%) se enfrentarían a serios vientos en contra del mercado. Y con la vigilancia presupuestaria saltando por la ventana, el impacto en los niveles de deuda pública probablemente será mayor que solo el aumento en el gasto militar.
El incremento del gasto en defensa será permanente y no se limitará a los cuatro años de exención ofrecidos por la Unión Europea. La Comisión se verá entonces en una posición difícil. Podría insistir en nuevas medidas de austeridad para controlar la deuda. Y podría tener dificultades para hacer que los Estados miembros volvieran a cumplir sus normas, convirtiendo en una burla el régimen presupuestario que se renovó recientemente tras la covid.
Un mejor enfoque sería aprovechar la oportunidad para reformar el sistema, eximiendo la inversión en defensa, y solo la inversión en defensa. Esto daría a la UE unas directrices predecibles y más visibilidad a los mercados de bonos. Por ahora, la Unión Europea se enfrenta al riesgo de cuatro años sin reglas presupuestarios seguidos de un aterrizaje financiero duro una vez que la fiesta haya terminado.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías