Las claves del día: Muface ya tiene pretendientes
Las compañías calientan ya el concurso para salvar la sanidad privada del millón y medio de empleados públicos
![Protesta de Muface frente al ministerio de Hacienda.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7WGVS7AG4RHILDSMO5GI7AEPDE.jpg?auth=c224c4577fb57aac6157bea5eb5ead09a28632a6a82912c1676b40419aa65029&width=414)
Han hecho falta hasta tres aumentos de la oferta para que el concierto sanitario de Muface encuentre pretendientes. Primero fue un aumento de la prima media del 17%, que provocó el rasgado de vestiduras de las aseguradoras, que se quejan de perder dinero con el sistema: ninguna se presentó. Después fue un aumento del 33,5%, que no generó mucho entusiasmo entre las empresas, pero captó la atención de Asisa. Ante la falta de voluntad de las empresas, el Ministerio de Transformación Digital y Función Pública disparó la mejora hasta el 41,2%. Y, por si no les parecía suficiente, se comprometió a que, si las aseguradoras sufren nuevas pérdidas, se les compensará. Las compañías han hecho de tripas corazón y, aunque no muestran especial entusiasmo, calientan ya el concurso para salvar la sanidad privada del millón y medio de empleados públicos que estaba bajo el convenio. “La sanidad es un derecho. Por la defensa de Muface”, defendían los funcionarios en una reciente manifestación frente a Hacienda. A juzgar por el esfuerzo del Estado, la gestión privada de la sanidad pública, también.
La clase financiera mira con recelo al alumno nuevo
El rompedor mundo cripto se ha abierto paso a codazos y, sobre todo, millones. Vistas en un principio como un activo friki, de escaso valor –de valor real cero, defendían en el Banco Central Europeo; de valor apoyado “en fino aire”, defendía el presidente de EE UU, Donald Trump– las criptos se han ido ganando un sitio poco a poco en el mercado, con sus ETF y con el cariño de algún gran fondo. Pero hay un sector, el sector de sectores financiero, que no acaba de tragarlas: la banca, la madre de las finanzas, se resiste a prestarles sus servicios. Los guays de la clase ven con recelo a los chicos nuevos.
Algo menos pobres, pero pobres al fin y al cabo
Una característica de los datos económicos es que permiten múltiples interpretaciones, y aunque unas puedan ser más correctas –más esclarecedoras– que otras, ninguna de ellas miente per se. Por ejemplo: uno puede decir que la deuda pública está a niveles récord, porque un país debe más dinero que nunca, pero quizá la mejor forma de interpretar esa métrica es cuánto está creciendo ese país que tanto debe. O, lo que es lo mismo, qué porcentaje de su PIB supone su apalancamiento. Otro ejemplo: la población en riesgo de pobreza, a secas, ha caído a mínimos de 2008 en España. Pero aquellos en riesgo de pobreza y exclusión supone un cuarto de la población del país. Ambos datos son ciertos, pero uno es más preocupante que otro. Y el otro da cierta esperanza.
Ni siquiera el presidente Trump está planteando que a todo el golfo de México se le llame ‘golfo de América’, sino solamente a su plataforma continental, entonces Google está equivocadoClaudia Sheinbaum
¿Azúcar o edulcorantes? Todo en su justa medida
La tendencia a la demonización, tan presente en la vida pública, es también recurrente en la gastronomía. Cada cierto tiempo surge un estudio, análisis o experto que dictamina que un alimento es poco menos que el demonio encarnado, y así sucesivamente. Uno de los máximos exponentes de esta inclinación es el azúcar, tantas veces dado por muerto y tantas otras resucitado por el paladar goloso de la población (a despecho, también, de su salud). Otros expertos, sin embargo, defienden que el azúcar, como todo, ha de ser tomado en su justa medida, y que no pasa nada por comer algún alimento azucarado de vez en cuando, o echar un poco en el café, siempre que no sea mucho y que se lleve un estilo de vida saludable. Que cada uno elija a quién creer.