China utilizará una gran fregona para limpiar el desastre inmobiliario
La sobrecarga ha lastrado un sector que en su mejor momento supuso cerca de una cuarta parte del PIB del país
China se enfrenta a un exceso de oferta inmobiliaria. Millones de viviendas sin vender están lastrando las valoraciones inmobiliarias y socavando los esfuerzos del presidente Xi Jinping por estimular la segunda mayor economía del mundo. En 2025, cabe esperar que las autoridades de Pekín tomen cartas en el asunto creando un banco malo de política inmobiliaria.
La mayoría de los economistas coinciden en que Xi no puede revitalizar el crecimiento sin estabilizar primero el mercado inmobiliario. La magnitud del problema es una incógnita. Los investigadores de Goldman Sachs calculan que el inventario residencial ascendería a 93 billones de yuanes (13 billones de dólares) si los promotores terminaran todos los proyectos actualmente en construcción. Esto equivale a ocho veces el valor de las viviendas vendidas en China en 2023.
La sobrecarga ha lastrado un sector que en su mejor momento representó alrededor de una cuarta parte de la producción económica anual de China. Grandes promotoras como China Evergrande y Country Garden han quebrado o han dejado de invertir en nuevos proyectos. Los precios de la vivienda nueva cayeron un 5,9% en octubre, el ritmo más rápido en una década y el decimosexto mes consecutivo de descensos, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas. El desplome ha frenado el gasto de los hogares chinos, muchos de los cuales tienen en la propiedad su principal fuente de riqueza.
Pekín ha hecho intentos por detener la podredumbre. En mayo de 2024, las autoridades presentaron medidas para animar a los gobiernos locales a absorber el exceso de oferta y convertirla en viviendas asequibles. Sin embargo, según la prensa nacional, los avances han sido decepcionantes. El programa de représtamos de 300.000 millones de yuanes puesto en marcha por el Banco Popular de China equivale a menos del 3% de las ventas anuales de viviendas. Los gobiernos locales endeudados también se muestran reacios a participar, ya que la compra de unidades vacantes a promotores privados con grandes descuentos podría deprimir aún más los precios.
Un paso más decisivo sería que el Estado chino interviniera como comprador de último recurso. Es lo que han hecho otros países durante las crisis inmobiliarias. Tras la Gran Depresión, el Gobierno estadounidense creó en 1938 la Federal National Mortgage Association, conocida como Fannie Mae, para revitalizar el mercado inmobiliario mediante la compra de hipotecas a los bancos. Durante la crisis de la zona euro, España creó una sociedad de gestión de activos llamada Sareb para adquirir préstamos en dificultades a promotores inmobiliarios de prestamistas españoles.
Un banco de política inmobiliaria similar podría dar el mismo impulso a la República Popular. Permitiría a los gobiernos locales recoger millones de viviendas sin vender en todo el país y convertirlas selectivamente en viviendas asequibles, ya sea en alquiler o en venta. Al controlar el ritmo de salida al mercado de los inmuebles, el nuevo banco podría ayudar a regular los precios. También podría crear y gestionar una reserva de suelo comprando proyectos sin terminar a provincias y ciudades con problemas de liquidez.
El rescate sería costoso. Economistas como Huang Qifan, asesor del Foro de Finanzas de China, han cifrado las cantidades necesarias entre 50 y 70 billones de yuanes. Sin embargo, si la creación del banco reavivara rápidamente la confianza y evitara una caída más profunda de la vivienda, el Estado solo tendría que aportar una proporción relativamente pequeña de esta cantidad.
Cuando Xi llegó al poder por primera vez en 2013, su administración también estaba lidiando con una recesión del mercado inmobiliario. Citando a funcionarios ministeriales, los medios de comunicación estatales sugirieron entonces que se daban las “condiciones básicas” para crear un banco de política inmobiliaria que abordara el exceso de inventario. Finalmente, el banco central intervino en su lugar, inyectando más de tres billones de yuanes de liquidez entre 2015 y 2020 para subvencionar eficazmente la “reducción de existencias” de nuevos apartamentos.
Irónicamente, esta medida contribuyó a inflar la burbuja inmobiliaria, que acabó estallando en 2020 y dejó tras de sí un desastre inmobiliario mucho mayor. En 2025, el Ministerio de Finanzas tendrá que pasar una gran fregona para limpiarlo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba Leblanc, es responsabilidad de CincoDías.