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Para pensar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sostiene el Consejo Económico y Social

La ‘Memoria del CES’, como el ‘Informe anual’ del Banco de España, deberían ser lecturas obligatorias para los responsables políticos

Playa de La Tejita, en el sur de Tenerife.
Playa de La Tejita, en el sur de Tenerife.Alberto Valdés (EFE)

Sostiene el presidente del Consejo Económico y Social (CES) que la economía española continúa instalada en una “primavera económica” que se inició a finales de 2021, sin que existan razones para el pesimismo sobre el ciclo de crecimiento que, como se señala en la Memoria de 2023 que presentaba, volvió a superar las previsiones el año pasado, situándonos entre las economías “más dinámicas” de la UE, lo cual ha permitido recuperar la renta disponible por habitante anterior a la pandemia.

Sostiene el CES, en línea con el resto de informes sobre el momento económico de España, que las familias españolas han visto subir su riqueza financiera, así como la renta disponible (más empleo y salarios), a pesar de lo cual, casi la mitad llega con dificultades a fin de mes. La inversión sigue flojeando por la caída en construcción, las incertidumbres geopolíticas y el reducido impacto real de los Next Generation. El superávit exterior que mostramos refleja la pujanza del turismo, pero, también, la “transformación de la estructura productiva”, al crecer los servicios no turísticos, con mayor valor añadido.

Sostiene el CES en su Memoria de más de 500 páginas y con especial hincapié en esta edición en uno de los más completos análisis de lo que representa la transición ecológica sobre la economía y la sociedad española, que estamos en “cifras de empleo récord”, con el paro en descenso y unas horas trabajadas que “se han recuperado totalmente”. Resalta, además, los efectos favorables de la reforma laboral sobre el incremento de los contratos indefinidos, a pesar del aumento de aquellos a tiempo parcial. Gracias a la negociación colectiva, los salarios nominales de convenio aumentaron un 3,67%, la cifra más elevada del último decenio. Ello ha permitido mantener el poder adquisitivo, aunque sin recuperar, todavía, lo perdido antes por el golpe inflacionista. Sin embargo, también sostiene el CES que, pese a ello, mantenemos un diferencial de 11 puntos básicos con la renta per cápita promedio de la UE medida en paridad de poder adquisitivo.

Sostiene el presidente del CES en su presentación a los medios que el buen momento relativo de la economía española no se traslada por igual a todos los hogares. Como señala la Memoria, “la desigualdad sigue constituyendo un problema estructural de España”. Eso quiere decir, como he señalado aquí en otras ocasiones, que el ascensor social ha dejado de funcionar y la posición social depende, cada vez más, de la familia en la que se nace y no del esfuerzo y los méritos de cada uno, dada la ausencia real de igualdad de oportunidades y de mecanismos meritocráticos. Así lo entienden cada vez más expertos que lo reflejan mediante estudios y datos como los recogidos en un libro colectivo, con prólogo de Piketty y recién publicado, titulado precisamente La desigualdad en España.

Sostiene el CES, entre el extenso y profundo análisis que realiza sobre el momento de nuestro estado social, cuatro cosas que quiero resaltar: el aumento del déficit de la Seguridad Social (sube un 39% en 2023) como consecuencia de la revalorización de las pensiones; el deterioro del Servicio Nacional de Salud, expresado mediante dos datos: las listas de espera han subido un 7% y, además, el tiempo medio de espera es de 128 días, 8 más que el año anterior; el efecto positivo de las medidas antiinflación adoptadas por el Gobierno, pese a que no se concentraron en los más necesitados, como se recomendaba. Por último, que “cuatro de cada diez personas muestran algún tipo de trastorno en su salud mental”, lo que contrasta con la escasa dotación de recursos de estos servicios.

Sostiene el presidente del CES que el hecho de encabezar España la tasa europea de pobreza infantil es “un problema moral, casi de decencia” de país, enmarcada en la cronicidad del dato de que más de una cuarta parte de los españoles vive en riesgo de pobreza o/y exclusión social. A lo que añade una afirmación importante: “El problema del acceso a la vivienda puede acabar estrangulando a la economía”, y convertirse así en un freno al crecimiento. Por ello, sostiene el CES que “la vivienda es uno de los principales desafíos sociales hoy” en España. Y añade con contundencia: “La oferta actual es insuficiente en volumen e inaccesible en precio para la mayoría”, por lo que, sostiene el presidente del CES, “no resolveremos el problema hasta incrementar el stock de vivienda social y accesible”, para lo que es imprescindible habilitar suelo, financiación, simplificar trámites y acortar plazos, fijando condiciones en una verdadera concertación entre Gobierno central, comunidades autónomas y ayuntamientos.

La Memoria del CES, como el Informe anual del Banco de España, deberían ser lecturas obligatorias para todos los responsables políticos de los partidos y cargos electos del país. Para centrar los problemas reales de los españoles y el abanico de soluciones a ellos, basándose en datos y un conocimiento experto que permitan un debate útil sobre el que adoptar decisiones democráticas informadas. Pero me conformaría con que el líder de la oposición encargara a sus colaboradores un resumen de ambos documentos con aquellos aspectos positivos del país, los logros y avances conseguidos. Y que el presidente del Gobierno solicitara lo mismo con lo que no ha funcionado y los problemas que siguen pendientes. Y que, con ambos resúmenes estudiados, se reunieran para intentar empujar hacia adelante a España, mejorando la vida y las oportunidades de los españoles. Por ejemplo, apoyando ambos un Decreto Ley con una prestación por crianza que ponga fin a la pobreza infantil en España.

Algunos llamarán exceso de optimismo a esta propuesta. La verdad es que yo, cada vez más, le llamo supervivencia de la democracia, en un contexto cargado de enemigos suyos, externos e internos, por lo que debe demostrar su superioridad moral y utilidad práctica para una mayoría de ciudadanos. Una propuesta, pues, cargada de pragmatismo avezado y no de ingenuo buenismo.

Jordi Sevilla es economista

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