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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Será la inteligencia artificial el gran caballo de Troya del empleo?

Se calcula que millones de trabajadores cuyo puesto es considerado “de poco valor añadido” serán sustituidos por robots

Robotic Hand Working On Laptop
Agencia Getty (Getty Images/iStockphoto)

Novios que se van a casar usan herramientas de inteligencia artificial (IA) para expresar sus sentimientos el día de la boda. No todos son capaces de expresar por escrito su amor como hizo Pedro Salinas en Razón de amor y La voz a ti debida o Federico García Lorca y otros grandes poetas de la Generación del 27. Guionistas de Hollywood (en huelga) y periodistas del principal grupo de comunicación tecnológica de EE UU piden límites al uso de la IA, porque temen perder su puesto de trabajo. Es un miedo legítimo. Un informe de World Economic Forum (WEF) sobre el “estado del trabajo” estima que se perderán el 25% de los empleos por causa de los robots. Goldman Sachs, banco líder norteamericano, afirma que 300 millones de trabajadores irán al paro como consecuencia del uso de la inteligencia artificial.

Preguntado el fundador de OpenAI, Sam Altman, por el Senado de EE UU, acerca del impacto de la IA en el mercado laboral, respondió honestamente: “En cada revolución tecnológica se pierden empleos y, también, se crean otros nuevos, que serán más enriquecedores”. WEF calcula la creación de 90 millones de empleos frente a los 300 millones que Goldman Sachs dice que se perderán. El saldo neto es negativo: 210 millones de puestos de trabajo desaparecidos, solo en Occidente. World Economic Forum no estima el efecto en el mercado laboral de la inteligencia artificial en los mercados emergentes, China, Rusia, etc.

Altman dio una pista, en respuesta al senador demócrata Blumenthal, “sobre si la pérdida de millones de empleos es su peor pesadilla”: aquellos trabajos susceptibles de ser automatizados, es decir, sustituibles por un robot, seguramente se perderán, respondió. Y puso el ejemplo de empresas como Amazon y Walmart, grandes almacenes, inmensos centros logísticos y millones de trabajadores. Las tecnologías de la digitalización en este ámbito son un caballo de Troya para los trabajadores: millones de trabajadores cuyo puesto de trabajo es considerado “de poco valor añadido” serían sustituidos por un robot.

Al padre o madre de familia que trabaja en un almacén y sabe que será sustituido por un robot, no le sirve para nada la afirmación de Satya Nadella (Microsoft) de que “se crearán nuevos puestos de trabajo que aún no conocemos”. Pero este es el mantra de las empresas que están desarrollando hace décadas la inteligencia artificial, hoy popularizada por ChatGPT de OpenAI en alianza con Microsoft; también Google Bard y Google PaLM 2, el motor de inteligencia artificial de Google que ya está embebido en 25 de sus productos y servicios. Igualmente hacen Microsoft, Meta, Amazon y Apple. Sí, Apple, que ya incluye en sus iPhone ChatGPT de Open AI, y, en breve, será extensivo a Android de Google.

La perspectiva empresarial es distinta de la laboral. La primera busca productividad y competitividad. La segunda quiere preservar puestos de trabajo. Más allá de las opiniones, hay abundante literatura científica basada en datos sobre, por ejemplo, cómo la inteligencia artificial será útil a personas y empresas: es la perspectiva, por ejemplo, de Kai-Fu Lee, autor de AI 2041 (2021) quien cita un estudio de PwC: “La inteligencia artificial añadirá 15,7 billones de euros al PIB mundial en 2030″. Kai-Fu Lee expresa el sentir del sector tecnológico, donde ha ocupado puestos de gran responsabilidad en Apple, Google y Microsoft. En 2018, en AI Superpowers: China, Silicon Valley and the New World Order, Kai-Fu Lee defendió la tesis de que “el big data es el nuevo petróleo que impulsa la inteligencia artificial” y “EE UU y China lideran –y se disputan el liderazgo– en inteligencia artificial”.

En este punto aparece una tercera perspectiva que añadir a la laboral y la empresarial: la geopolítica/geoestratégica. Henry A. Kissinger y Eric Schmidt publicaron The Age of AI: And Our Human Future, obra en la que elevan intelectualmente el debate sobre la inteligencia artificial, desde los chatbots y las búsquedas en internet, las experiencias de compra en la distribución y mejorar la publicidad online, cuestiones que interesan mucho a los vendedores de inteligencia artificial y que son árboles que no nos permiten ver el bosque. Financial Times señala sobre el libro que este “debería ser leído por cualquiera que quiera entender la geopolítica actual”. Eric Schmidt (fue CEO de Google muchos años) explora cómo la IA afecta a nuestro conocimiento, visión del mundo, cambios políticos y sociales tan profundos como los propuestos por la Ilustración (John-Locke, Kant, Rousseau, Isaac Newton, etc.) que combinó principios éticos (Kant) con el pragmatismo derivado de la innovación tecnológica (Newton).

En una sociedad en la que TikTok, Facebook, Instagram, Baidu y Twitter parecen ser los nuevos ágoras griegos en que defender ideas, la realidad creada muestra habitualmente superficialidad, materialismo, pornografía y muy poca profundidad de pensamiento, más allá del afán de ganar dinero: aún Google y Meta controlan el 55% de los ingresos mundiales vía publicidad online, a pesar de los crecimientos de Tik­Tok y Amazon.

La quinta perspectiva sobre la IA, aquí, la expresa muy bien Stuart Russell (uno de los mayores expertos en computación e inteligencia artificial) en Human Compatible: la capacidad de los humanos de controlar una creación (IA), como predijo Alan Turing, padre de la computación, en 1950, cuando enunció el concepto de singularidad: la IA iguala y supera la inteligencia humana. Con el apoyo de 1.500 empresas tecnológicas, Paul Daugherty (de Accenture) publicó Human + Machine: reimagining Work and Business in the Age of AI, augurando un modelo de trabajo híbrido: humano y artificial.

Jorge Díaz Cardiel es socio de Advice Strategic Consultants y autor de ‘El New Deal de Biden’

De momento, no todos los novios se expresan como García Lorca.


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