Banca y seguros piden más flexibilidad para potenciar los planes de empleo
El principal producto de ahorro para la jubilación no levanta cabeza a pesar la nueva regulación
El Gobierno tenía un plan, pero los planes no siempre salen bien. La ley 12/2022, impulsada por el entonces ministro del ramo, José Luis Escrivá —ahora gobernador del Banco de España—, pretendía impulsar el ahorro complementario para la jubilación, con la idea de fomentar la acumulación de un capital extra para apoyar a un sistema de pensiones públicas ya muy estresado. ¿Cómo hacerlo? La idea era desincentivar el ahorro por medio de planes de pensiones individuales y, a cambio, impulsar los planes de pensiones colectivos, aquellos que promueve una empresa o una administración pública en beneficio de su plantilla. Pero la iniciativa no está funcionando. En los últimos años han dejado de entrar en forma de aportaciones 10.000 millones de euros a planes individuales. En los planes de empresa, desde 2021 ha habido otros 700 millones de euros de salidas netas. El sector financiero reclama mayor flexibilidad en los planes de empleo, para intentar potenciar esta figura, y subir los topes de aportación en los individuales. Mientras, el Ejecutivo pide calma y recuerda que aún es pronto para sacar conclusiones de la reforma.
Los agentes implicados en la previsión social complementaria se han dado cita en la décima edición de la Jornada de Pensiones organizada por CincoDías con la colaboración de Ibercaja. Representantes de los empresarios, de los sindicatos... de la banca y los seguros, del Gobierno, debatieron sobre la situación del ahorro para la jubilación y las dificultades para extender la figura de los planes de pensiones a más capas de la población.
En España hay 130.000 millones de euros acumulados en planes de pensiones (con cifras de septiembre, las últimas disponibles). Puede parecer una cifra relevante, pero cuando se divide entre los más de 10 millones de personas que son dueños de este producto se ve que el ahorro más frecuente apenas llega a 10.000 euros, una cifra que difícilmente puede bastar para completar la pensión de jubilación durante los 20 años posteriores a la jubilación. Además, hace ya una década que el sector pasó de los 100.000 millones de euros de patrimonio, y la subida en esta década se explica exclusivamente por la revalorización de los activos, ya que en los últimos años hay más retiradas de dinero que aportaciones.
Las firmas encargadas de administrar los planes de pensiones son gestoras propiedad de bancos y aseguradoras, en su inmensa mayoría. Estas entidades financieras no pierden la ocasión para recordar al Gobierno que la idea de limitar las aportaciones a planes individuales a solo 1.500 euros ha sido un error. Elisa Rincón, directora general de Inverco (la asociación de las gestoras de fondos y pensiones) recuerda en la jornada que ya en 2017 “advertimos de que no se podía topar el dinero que entra en planes individuales, pensando que esas aportaciones irían a los planes de empleo. Desgraciadamente, se ha visto que teníamos razón , y que estos productos no son vasos comunicantes”. Fue en 2021 cuando se optó por limitar el máximo de suscripción anual a los planes individuales. Primero a 2.000 euros al año y luego a 1.500 euros. Mientras tanto, el tope en los planes colectivos se fijó en 8.500 euros. Una de las medidas propuestas por Inverco es que, en los planes colectivos para autónomos, se pueda modular el tope a lo largo de los años: si un ejercicio ha sido malo para la cuenta de resultados y no han podido ahorrar, permitir que en años de bonanza se compense y se puedan superar los límites. Más flexibilidad.
La lógica de primar los colectivos sobre los individuales era que estos últimos tenían unos niveles de comisiones más altos, y había una peor comercialización y segmentación. Además, para el Ejecutivo, se habían convertido en una vía para que las rentas más altas pagaran menos impuestos. Por eso se decidió priorizar los planes de pensiones de empleo, para que fuera en el marco de la negociación colectiva cuando se pactara esas aportaciones complementarias para la pensión pública. Además de fijarse un tope mucho más alto, se crearon dos figuras nuevas, los planes de pensiones simplificados —conocidos como planes para autónomos— y los fondos de pensiones de promoción publica. El plan era que la figura, hasta entonces reservada a las plantillas de grandes corporaciones y de algunas administraciones públicas, permeara por todo el tejido empresarial, hasta llegar a empleados de pymes y autónomos.
Mirenchu del Valle, presidenta de Unespa (la patronal de las aseguradoras), apunta durante su intervención que “el sector compartía el interés del Gobierno por fomentar el segundo pilar [como se habla en la jerga de los planes colectivos], y en ese sentido la ley de 2021 ha puesto la previsión social empresarial en el centro del debate, pero se ha pecado de cierto optimismo respecto a la velocidad de desarrollo. En Países Bajos, crear un sistema sólido les llevó más de 20 años”. También reclaman una subida de los topes de aportación en planes individuales.
La figura que ha tenido algo de desarrollo es la de los planes para autónomos, aunque a día del hoy el 92% de los trabajadores por cuenta propia desconoce su existencia. En enero ya se habían creado una veintena y ahora hay más de 100 millones de euros. En cambio, los fondos de empleo de promoción pública, en los que la administración tiene cierto papel en su comisión de control, aún están en el dique seco.
El Ejecutivo tiene su propia visión sobre la situación del sector. Francisca Gómez-Jover, subdirectora general de organización, estudios y previsión social complementaria de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP), considera que el desarrollo de los nuevos planes de empleo va por el buen camino. “En dos años, se han creado 36 nuevos planes [sobre todo, simplificados] y hay 600.000 nuevos partícipes gracias a la incorporación del convenio de la construcción. En total, han llegado 236 millones de euros. Hay que dar tiempo para que las reformas den todos sus frutos”, reflexiona.
La gran esperanza del sector es que la negociación de nuevos convenios colectivos, con el ejemplo del mencionado plan de la construcción. En este caso, patronal y sindicatos se pusieron de acuerdo para crear un nuevo plan donde aportar para la jubilación de cientos de miles de trabajadores. En la inmensa mayoría de los casos, es su primera vez. Otros sectores están negociando crear sus propios planes. Hasta ahora, los planes de empleo se ceñían siempre a una sola empresa, casi siempre de gran tamaño, que era quien lo promovía. Mirenchu del Valle, quien también es vicepresidenta de la confederación de empresarios CEOE relata que “cada vez hay más industrias y sectores que se nos acercan para preguntar por la figura, porque hay mucho interés”.
Luis Miguel Carrasco, director del Grupo Financiero de Ibercaja Banco, tiene la visión más cercana del negocio, y ve día a día la dificultad de extender la figura del plan de pensiones. “Convencer a un pequeño empresario de que adopte esta figura no es sencillo, pero lo tenemos que conseguir entre todos. El autónomo, el dueño de una pyme, está preocupado sobre todo del día a día, por levantar la persiana y que el negocio funcione. Es difícil que piensen en el ahorro a largo plazo”, relata el directivo, al tiempo que muestra su preocupación porque se está empezando a frenar el entusiasmo inicial de los planes simplificados. A su juicio, uno de los factores que podrían aportar más flexibilidad al modelo es permitir que, mientras la figura de los planes colectivos se extiende, “permitir a los trabajadores que no tienen acceso a ellos que puedan aportar más del límite fijado en individuales, con el compromiso de que luego lo transfieran a uno colectivo”. Nuevamente, más flexibilidad.
El sector financiero, aún apoyando la necesidad de impulsar el ahorro en el marco de la empresa, se queja a menudo de que en muchas ocasiones el intento por regular acaba ahogando muchas iniciativas. Lo resume el presidente de Ibercaja, Francisco Serrano, a propósito de uno de los proyecto desarrollados por el grupo para fomentar los planes de pensiones (Pensumo). “Hemos sido el único proyecto que se ha materializado en el ‘sandbox’ de la DGSFP, y eso nos enorgullece, porque es un proyecto muy disruptivo, pero también debería preocupar que no salgan más iniciativas. Europa está bien que sea campeona en la regulación, pero no es lo básico, lo fundamental es que seamos campeones en la innovación”.
“Viviremos un poco más y espero que vivamos mejor”
En las jornadas ha participado también el bioquímico, genetista y experto de nivel mundial en envejecimiento Carlos López-Otín. “El envejecimiento es inexorable. A todos nos alcanza y nos iguala, incluso a los que quieren invertir en asegurar su eterna juventud. A ellos les receto una clase de primero de biología”, ha asegurado. Según López-Otín, merece la pena invertir en envejecimiento, “pero no para estudiar la manera de alargar la vida, sino para tratar de entender mejor las enfermedades asociadas al envejecimiento”. La esperanza de vida en España es de 83 años en España. “Me parece asombroso, aseguró, hay margen de mejora, pero para qué tenemos que mejorar. Para vivir un poco más, no espero grandes prodigios, pero sí un poco mejor. Viviremos un poco más y espero que vivamos mejor”. Así, ha apostado por “invertir en salud. En la medicina de la enfermedad pero también en la medicina de la salud”.
Una de las enfermedades asociadas al envejecimiento es el cáncer: “Si vivimos lo suficiente, todos tendríamos cáncer. Pero tenemos que saber que en los últimos 30 años hemos duplicado la esperanza de vida de los enfermos de cáncer. Es más fácil curarse de cáncer que sucumbir a la enfermedad. No se erradicará nunca pero se curarán cada vez más tumores”. Igualmente, el científico ha hablado de salud mental, temática de su último libro. “Más de 1.000 millones de personas tienen algún desorden emocional. Es una epidemia de soledad, ansiedad y tristeza. Ha habido grandes inadaptados, artistas… Pero hoy no hace falta ser artista para estar triste”.
Ha abogado, en este sentido, por la educaicón, “la última esperanza de que a sociedad mejore”, y reclamado a las autoridades firmeza ante probemas como el acoso escolar. “Las enfermedades mentales no son un estigma. A todos nos alcanza”. Finalmente, ha concluido abogando por redefinir el concepto de salud. “La salud no puede ser la ausencia de enfermedad. Es lo que deseamos a los que más queremos. Hay que entenderla de otra forma”.