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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Deuda, sanciones y pugna geopolítica: ¿una amenaza para la hegemonía del dólar?

La capitalización de todos los índices bursátiles de EE UU es de 40 billones, la de los de China, 12,3. A medio plazo el liderazgo de la moneda está asegurado

El presidente Biden saluda al líder de la mayoría, el republicano Kevin McCarthy.
El presidente Biden saluda al líder de la mayoría, el republicano Kevin McCarthy.POOL (via REUTERS)

A principios de junio, el Gobierno de los EE UU tendría que decidir qué partidas del presupuesto abona y a qué acreedores paga si no se logra un acuerdo para incrementar el techo de la deuda nacional. Actualmente ese techo es de 31,4 billones de dólares, equivalente al 121% del PIB. EE UU se puede permitir esta situación porque el dólar es la principal divisa en el comercio global, en las transacciones financieras y en las reservas de los bancos centrales. El país también acumula el mayor stock de inversión directa extranjera (IDE), 5 billones, y tanto en 2021, 506.000 millones, como en 2022 fue el primer receptor mundial de flujos de IDE.

En EE UU es obligatorio que la rama legislativa autorice un aumento del límite de endeudamiento del Gobierno federal. Debido a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, el presidente, Joseph Biden, necesita la autorización de una cámara controlada por la oposición. Desde enero, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ha insistido en que no la otorgará sin una disminución sustancial del gasto federal. La Casa Blanca se ha mantenido firme en su postura de desvincular el ascenso del umbral de endeudamiento de cualquier negociación sobre los presupuestos para los próximos años. El Ejecutivo argumenta que la elevación del límite es la consecuencia lógica de la ratificación de los presupuestos del actual año fiscal. Pero si no se altera la actual trayectoria presupuestaria, en 2033 la deuda se situará en 52 billones.

Inicialmente, los demócratas pretendían que McCarthy aceptara una subida del límite de endeudamiento sin hacer ninguna concesión. Con su mayoría de 222 a 213 en la Cámara de Representantes, los republicanos aprobaron a finales de abril un presupuesto que recortaría el gasto en 3,2 billones en la próxima década. Eliminaría toda la financiación contenida en dos paquetes de estímulo aprobados por los demócratas. Se trata de inversiones en tecnologías verdes, energías renovables, sanidad y ayudas sociales. A cambio aumentaría el límite de endeudamiento en 1,5 billones. La Casa Blanca presentó un presupuesto para 2024 con un gasto de 6,8 billones. Se financiaría con alzas en los impuestos para los más ricos, una subida del impuesto de sociedades del 21% al 28% y mayor tributación de las plusvalías y sucesiones. Los dos presupuestos son irreconciliables.

La tarea es complicada porque el 63% del gasto federal es obligatorio, concretamente las pensiones y programas médicos públicos. Ninguno de los dos partidos se atreve a reducirlo. Por ello los recortes deben proceder del 30% del gasto denominado discrecional.

Hay acuerdo en recuperar los fondos para el Covid-19 que no fueron desembolsados. Los demócratas quizás puedan aceptar que se introduzca el requisito de tener que trabajar para percibir algunas ayudas. El plan republicano de congelar el gasto para 2024 en los niveles de 2022 y limitar los subsiguientes incrementos anuales a un 1% parece razonable. Pero no especifica a qué partidas se aplicarían los topes.

Se produjeron episodios parecidos en el pasado. En 2011 el acuerdo para evitar una suspensión de pagos se fraguó a última hora. No pudo evitar la primera bajada en la calificación crediticia de la deuda soberana de EE UU por parte de S&P (de AAA a AA+). En octubre de 2013, el intento de los Republicanos de hundir el programa de seguro médico de Barack Obama desencadenó el cierre de las funciones no esenciales del Gobierno federal durante 17 días. Pero la impopularidad de una posible suspensión de pagos obligará a ambas partes a un acuerdo de mínimos que aumente el techo ligeramente, quizás hasta finales de septiembre. Hay diversos congresistas republicanos que jamás han votado por un ascenso del límite. McCarthy únicamente puede perder el apoyo de cuatro congresistas. Por ello, un compromiso deberá ser respaldado en ambas Cámaras por congresistas y senadores tanto republicanos como demócratas.

Las numerosas sanciones impuestas sobre Rusia y la complicidad de muchas potencias emergentes con Moscú han incrementado el porcentaje de las transacciones comerciales efectuadas en divisas de dichas potencias. El 16% de las exportaciones rusas ya se abonan en yuanes. Washington no ha impuesto sanciones secundarias sobre las economías emergentes que siguen comerciando con Rusia precisamente para no acelerar esta tendencia.

Pero entre una tercera parte y una cuarta parte del comercio global se efectúa aún en dólares. Este porcentaje ha disminuido en los últimos años, pero desde cotas altísimas. Entre 1999 y 2019 se utilizó el dólar para el 96% de los intercambios comerciales en las Américas, el 74% en la región Asia-Pacífico y el 79% en el resto del mundo. Asimismo, el 90% de las transacciones financieras se realizan en dólares y constituye el 60% de las reservas de los bancos centrales. La mitad de la deuda internacional está denominada en dólares.

Ningún otro país tiene unos mercados financieros tan profundos y líquidos. Estados Unidos ofrece una gama enorme de productos financieros que absorbe los ahorros de los países desarrollados y emergentes. El consumo aporta dos terceras partes del PIB del país, potencia menos susceptible a los vaivenes de la economía internacional.

El yuan constituye solo el 2,2% de las reservas mundiales y el 1,7% de las transacciones internacionales se efectúan con la moneda china. Mientras China siga acumulando enormes superávits en su balanza por cuenta corriente, necesitará invertir una parte en activos de Estados Unidos. China, Rusia, Brasil y otras potencias emergentes intentarán reducir el papel del dólar. Las criptomonedas, nuevas tecnologías para los pagos y divisas digitales de los bancos centrales también son una alternativa. Pero la capitalización de todos los índices bursátiles de EE UU asciende a 40 billones, mientras que la de China es de 12,3 billones. A medio plazo la hegemonía del dólar está asegurada.

Alexandre Muns es profesor de EAE Business School

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