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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

SVB y Signature Bank: ¿contragolpe temporal o amenaza sistémica?

Ante la extensión de la volatilidad a la banca europea y japonesa, la Fed y el BCE deben aplazar las alzas de tipos y los bancos centrales, coordinarse

Signature Bank
Una sucursal de Signature Bank en Nueva York.Angus Mordant (Bloomberg) (Bloomberg)

Las quiebras e intervención de Silicon Valley Bank (SVB) y Signature Bank han desencadenado caídas bursátiles globales. SVB era el dieciseisavo mayor banco de EEUU y una estrella del sector tecnológico, financiando directamente o a través de múltiples empresas de capital riesgo a la mitad de las startups.

Desde la crisis financiera de 2007-2009, los bancos centrales occidentales acostumbraron a los inversores a tipos de interés cercanos al 0%. La Reserva Federal esperó demasiado para iniciar el necesario incremento de tipos. La inflación ya se había situado en el 8,4%, la cota más alta desde 1981, cuando empezó el ciclo de aumentos. Los ha elevado ocho veces en once meses, ascendiendo la horquilla de la tasa de fondos federales del 0%-0,25% hasta el 4,5%-4,75%. Una subida tan brusca inevitablemente tenía que provocar mayor morosidad en la primera economía mundial.

En su informe semestral de política monetaria del 3 de marzo, la Fed señalaba que “la vulnerabilidad del sistema financiero es moderada”. Su presidente, Jerome Powell, en comparecencias ante comités del Senado y la Cámara de Representantes el 7 y 8 de marzo, respectivamente, avisó de que el ritmo de las subidas podía acelerarse y su magnitud acrecentarse si el progreso hacia la contención de la inflación (5,4% en enero) es insuficiente. Los inversores habían incorporado alzas menores en sus modelos, y esperaban una de solamente 25 o 50 puntos básicos en la próxima reunión de la Fed el 22 de marzo. Dos días después, con el desplome de SVB, se produjo la quiebra de la segunda mayor entidad financiera en la historia de EEUU y la mayor desde el hundimiento de Washington Mutual en 2008.

El 89% de los depósitos en SVB (por un valor de 175.000 millones) no estaban asegurados por la FDIC, que cubre hasta 250.000 dólares. Tecnológicas de tamaño pequeño que se financiaban mediante SVB se resentirán del golpe. En algunos casos les deja sin financiación para pagar salarios y podría intensificar la ola de despidos en el sector. Falló la supervisión de los reguladores. Con activos de 211.000 millones, préstamos por 74.000 millones y depósitos de 342.000 millones, la insostenibilidad de SVB era evidente. El día de su intervención, los clientes retiraron 42.000 millones de sus cuentas, una magnitud amplificada por la digitalización.

Los reguladores han reaccionado rápida y eficazmente. No se podía esperar a que surgiera un comprador para SVB. La Fed ha reactivado los mecanismos de emergencia de provisión de liquidez. Asimismo, ha creado uno nuevo, el Bank Term Funding Program. Otorgará préstamos con vencimiento a un año garantizados por los bonos y deuda respaldada por hipotecas, valorando dichos activos a su precio de compra y no al actual e inferior provocado por los intereses más altos. Así se evitará que entidades financieras tengan que vender dichos activos para hacer frente a las demandas de retirada de fondos de sus clientes. El pasado domingo, el presidente de la Fed, la ministra del Tesoro Janet Yellen y el presidente del FDIC Martin Gruenberg resaltaron que con dichas y otras medidas cubrirán las pérdidas de depósitos superiores a 250.000 dólares. Otra buena señal es que varios grandes bancos de inversión (Carlyle, Blackstone, KKR, Apollo) ya han comprado o mostrado interés en adquirir parte de la cartera de préstamos de SVB y otras entidades afectadas.

Joseph Biden y los Demócratas quieren aprobar regulaciones adicionales para las grandes empresas en general y el sector financiero en concreto. Donald Trump en 2018 con el voto de 33 senadores Demócratas diluyó partes esenciales de la ley de regulación financiera Dodd-Frank. Se elevó de 50.000 a 250.000 millones los activos que un banco debe poseer para ser considerado sistémico. Los que no lo son no deben someterse a las pruebas anuales de estrés ni formular testamentos que describen cómo deben liquidarse sus activos en caso de quiebra. Irónicamente se argumentó que la eliminación de parte de las estipulaciones de Dodd-Frank ayudaría a las pymes. La Casa Blanca tiene razón al exigir la reinstauración de las regulaciones de Dodd-Frank. Pero se estrellará probablemente contra la oposición de la mayoría Republicana en la Cámara de Representantes. Los mercados se darán por satisfechos si Demócratas y Republicanos acuerdan la subida del límite de endeudamiento federal.

Las autoridades han destacado que no nos hallamos ante un rescate de entidades financieras sufragado por los impuestos de los contribuyentes. Se están empleando únicamente activos de la Fed, ministerio del Tesoro y FDIC. Pero ya se ha desatado el debate sobre el equilibrio entre asegurar los depósitos de los clientes y los derechos de los accionistas y poseedores de deuda de las entidades intervenidas. Se está produciendo una afluencia masiva de depósitos de los bancos regionales a los de mayor tamaño. No se puede excluir una crisis parecida a la de las cajas de ahorro en EEUU en los años ochenta. Una recesión en EEUU inevitablemente extendería la morosidad a empresas de mayor tamaño y más sectores. Se debe por lo menos doblar la garantía de los depósitos. Se han hinchado los activos en el balance de la Fed de 906.000 millones en 2008 hasta 8,3 billones en la actualidad. Que actúe como prestamista de último recurso no significa que pueda rescatar a todo el sistema financiero. Con una cartera tan abultada, la Fed fomenta la excesiva especulación. Pero debe detener temporalmente sus ventas de bonos del Tesoro porque disminuye su valor. Biden y los Republicanos deberían pactar una disminución del gasto. El déficit público de EEUU fue del 5,4% en 2022 y la deuda pública equivale al 123% de su PIB. Ante la extensión de la volatilidad al sector bancario europeo y japonés, la Fed y BCE deberían aplazar incrementos de tipos y los bancos centrales coordinar sus actuaciones.

Alexandre Muns es Profesor de EAE Business School

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