El miedo a la inflación eleva los tipos de la deuda a corto plazo de EE UU
Las rentabilidades a largo plazo retroceden en un mercado de que descuenta también menos crecimiento
El nuevo orden económico mundial que pretende imponer Donald Trump ha vuelto a sacudir a los mercados financieros. Una semana después de que DeepSeek y su modelo de inteligencia artificial más eficiente y económico acelerara la corrección de los siete magníficos, ahora los inversores tienen que hacer frente a los aranceles y su impacto en las economías. Las Bolsas, que en los primeros minutos de negociación entraron en modo pánico, moderan los descensos mientras el mercado de deuda trata de digerir una noticia con implicaciones a distintos niveles. Así, dado que los aranceles que EE UU ha impuesto a Canadá, México y China son ante todo medidas inflacionistas que deberían elevar los tipos de interés: en un escenario de precios más altos la capacidad de los bancos centrales para seguir reduciendo los precios se ve limitada y esto debería impulsar al alza las rentabilidades de la deuda mientras los precios, que evolucionan de forma inversa, caen. Además, los inversores en deuda exigen más rendimiento para compensar el alza de los precios.
Es lo que refleja la deuda de Estados Unidos a dos años, la más sensible a los posibles cambios de política monetaria, que ronda el 4,23%. Después de que en la pasada reunión el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, afirmara por activa y por pasiva que no tiene prisa por bajar los tipos, ahora los inversores empiezan a descontar un solo recorte del precio del dinero. No obstante, los futuros sobre tipos de interés apenas se han movido.
En paralelo, a medida que los inversores aceleran la venta de acciones buscan refugio en la deuda. Así, el bono de EE UU a 10 años se aleja progresivamente de la barrera del 5% que a punto estuvo de superar a comienzos de año y cae tres puntos básicos, hasta el 4,5%, con la referencia con vencimiento en 2055 reduciéndose cuatro puntos básicos, hasta el 4,75%. Más allá de las expectativas de rebaja de tipos y de los flujos de dinero, los analistas consideran que el comportamiento dispar que está registrando la deuda es una señal más de que el mercado empieza a descontar un escenario de estanflación. La decisión de imponer aranceles a los principales socios comerciales corre el riesgo de alimentar la inflación y frenar un crecimiento. Hasta el momento, la solidez de la economía americana era la gran esperanza para que la renta variable prolongara los ascensos. Un escenario de crecimiento más débil tiene su reflejo directo en los beneficios de las empresas que son los que ayudan a sustentar las altas valoraciones.
Con la vista puesta en los próximos meses, los gestores empiezan a dejar de lado la idea de aumentar la duración de sus carteras. Rafael Valera, consejero delegado y gestor de renta fija en Buy & Hold, ha reducido los vencimientos. El experto señala que una de las lecciones que se pueden aprender de la primera administración es que las políticas proteccionistas son eminentemente inflacionistas. Es decir, añaden gasolina a unos precios que se venían resistiendo a caer del 2%. Para el fondo B&H Debt la duración ha bajado a los 1,7 años, mientras que en su vehículo B&H Bonds los vencimientos alcanzan los 2,7 años. “Vamos a ser más conservadores que años anteriores, creemos que es la cartera más tranquila del último lustro” apunta.
Mientras las rentabilidades de la deuda estadounidense registran un comportamiento divergente, los rendimientos de la deuda de zona euro caen con mayor intensidad. La referencia española a 10 años hace equilibrios sobre el 3%, con el bono alemán con vencimiento en 2027 en el 2,39%. El trasvase de flujos de la renta variable a la renta fija se ve apoyado por las expectativas de que el BCE se vea abocado a reducir los tipos con mayor intensidad para reanimar una economía que ya al cierre de 2024 mandaba señales de debilidad.