Cómo el lunes negro cortocircuitó las inversiones de alto voltaje
Las apuestas de alto riesgo, que han crecido con fuerza a lomos de la complacencia de los últimos años, han multiplicado las pérdidas de los mercados tradicionales. Algunas pasaron de ganar un 45% a un -9,8% anual, pero por lo general el alto riesgo sigue siendo rentable en 2024
Las turbulencias que han atravesado las Bolsas en las últimas sesiones no han pasado la misma factura a todos por igual. El rango de impactos va desde la completa indiferencia de aquellos que no están invertidos, o de la indolencia de los que solo apuestan por los productos de más bajo riesgo como los depósitos bancarios, a los que han perdido de golpe todos sus beneficios logrados a lo largo de un año. A la hora de analizar grandes perjudicados, la palabra clave es riesgo.
El mercado tiene a disposición de aquellos que lo deseen un buffet no apto para cardíacos. Criptomonedas (famosas por sus desplomes y súbitas subidas), opciones de día cero (derivados extremos que se contratan y expiran en la misma sesión, y que pueden dejar rentabilidades anualizadas que van desde un -32.000% al 79.000%, según el Banco de Basilea), o los productos apalancados (que cotizan multiplicando la exposición a cualquier movimiento de un subyacente) son algunos de los más destacados. En la debacle del lunes, dentro de esta selección de activos de alto voltaje, aquellos que apostaron por el apalancamiento, ya sea a través de opciones sobre acciones concretas o de fondos cotizados (ETF), se llevaron la peor parte. Si bien la caída se explica con un cúmulo de factores, las pérdidas dejan una verdad escrita en piedra desde que existen los mercados: una buena racha inversora prolongada en el tiempo invita a asumir riesgos excesivos que en algún momento acaban cristalizando.
Ya sea en forma de producto derivado que opera sobre una acción concreta o a través de un ETF, el apalancamiento no es algo hecho para todos los públicos. En el caso de los fondos cotizados que funcionan sobre esta mecánica, los inversores ven magnificadas (al alza y a la baja) las oscilaciones del activo por el que estén apostando. Si un fondo ETF opera con un apalancamiento de tres veces y el activo subyacente cae un 33% en un solo día, el inversor perdería prácticamente el 100% de su dinero frente a las pérdidas del 33% que afrontaría alguien que operara sin él. Ahora bien, como explican fuentes de Leverage Shares, una firma especializada, “el inversor nunca puede perder más de lo invertido”, algo que sí sucede con otras vías de apalancamiento como las opciones, futuros o CFDs. Al ser productos que permiten invertir con más dinero del que se realmente se dispone, es posible perder más de lo depositado en ellos inicialmente. En paralelo, aunque no tienen este efecto de pérdidas sobre pérdidas, los ETF apalancados lo tienen mucho más complicado para recuperar posiciones posteriormente, a causa de su particular estructura financiera.
Tras tocar un techo el pasado 10 de julio, las acciones de las grandes tecnológicas comenzaron un paulatino descenso que se tornó súbito en los últimos días. Durante el mes de julio, a pesar de que el Nasdaq continuaba a la baja, el dinero continuó fluyendo en dirección a ETFs apalancados que replicaban al índice o a las siete magníficas (Nvidia, Apple, Google, Meta, Microsoft, Amazon, Tesla), lo que indica que los inversores no temían un bache duradero. Pero el bache no fue puntual ni la intensidad fue baja.
Según recopila Bloomberg, el ETF Direxion Daily Semiconductors Bull 3x Shares, que ofrece un apalancamiento de tres veces sobre los movimientos del NYSE Semiconductor Index, recibió el mes pasado un influjo récord de dinero de 2.800 millones de dólares, solo para desplomarse un 85,16% desde el día 10 de julio hasta la actualidad. Antes del desplome, en su cénit, este ETF ofrecía una rentabilidad a un año del 182%; tras los hundimientos, era del 27%. Las caídas no borraron todo, pero sí una enorme parte. Por su parte, el ETF apalancado tres veces sobre el Nasdaq ProShares UltraPro QQQ, que ha bajado un 60% en ese mismo periodo, percibió el mes pasado aportaciones por valor de 830 millones de dólares, las mayores desde 2022. Los inversores aportaron otros 400 millones de dólares en lo que iba de agosto hasta la caída del lunes. El GraniteShares 2x Long NVDA, que ofrece un apalancamiento de dos veces sobre el desempeño de Nvidia, sumó aportaciones por valor de 560 millones de dólares en julio después de un mes de junio en el que metieron en él 1.600 millones. En menos de un mes, este ETF ha caído un 50%.
Si ya en las tecnológicas el daño fue reseñable, el efecto del apalancamiento dejó una huella aún más espectacular en aquellos ETFs que operan basándose en el Nikkei, el índice más castigado durante el lunes negro al ceder el 12,40% en su peor sesión en 37 años. Con un apalancamiento de dos veces, el Nikkei 225 Leveraged ETF pasó en solo cinco días de una rentabilidad del 45% en un año a tener un -9,8%. Con la recuperación del martes del Nikkei, la rentabilidad a un año de este ETF quedó en el 7,09%. Con todo, más allá del apalancamiento, otros activos de riesgo pagaron igualmente caro el inesperado bajón.
Es el caso de los criptoactivos. En lo peor de la tormenta, el bitcóin, la criptomoneda reina, se desplomó hasta un 16,78%. Finalmente, moderó, dejando el descenso “solo” en el 8,02%. Pero el mejor ejemplo del precio de una excesiva complacencia vino de la mano de los derivados que operan sobre el índice VIX. Este índice conocido como “el índice del miedo”, se forma a través de medir la diferencia media de precios entre las pujas de compra y las ofertas de venta que hay a 30 días vista en el S&P 500. A más diferencias, más alto es el índice, calibrando de esta forma la volatilidad esperada en el mercado.
A través de derivados, es posible invertir en el VIX apostando, o bien por una mayor volatilidad, o por que el mercado se mantendrá en calma. Durante el lunes, la volatilidad se disparó, haciendo que este índice subiera hasta 42 puntos en el peor momento, el mayor repunte intradiario desde el año 1990. Finalmente, se moderó hasta cerrar en 38,57, exactamente 15,18 puntos más arriba que la anterior sesión. El índice VVix, que mide la volatilidad del propio índice de volatilidad, marcó el lunes 173 puntos, un pico solo comparable a los 207 que tocó en lo peor de la pandemia.
Según Bloomberg, las posiciones que contemplaban una baja volatilidad se fueron acumulando desde el último gran episodio, la pandemia. “Con apuestas de baja volatilidad, los inversores han podido captar fácilmente rentabilidad durante años, ya que las subidas de tipos de la Reserva Federal no lograron provocar grandes repuntes de la volatilidad”, escribió el equipo de True Partner Capital al respecto. Con el pico de volatilidad del lunes, las apuestas por la calma saltaron por los aires. El índice Proshares Short VIX Futures, que mide los resultados de inversión diarios sobre las apuestas por la calma, se hundió un 33,76% ese día. “Sospechamos que el repunte del VIX se ha visto favorecido por el cierre de algunas operaciones que apostaban por baja volatilidad”, escribió en una nota Michael Purves, fundador de Tallbacken Capital Advisors. “Tenemos que distinguir entre el apalancamiento que mueve a los mercados y lo que está sucediendo en la economía real y con las ganancias corporativas”, opina el experto haciendo un llamamiento a la calma y soslayando que las Bolsas se ven en ocasiones influidas por estos productos complejos en vez de solamente por la propia realidad y las expectativas.
“Lo que hemos vivido este lunes negro creo que realmente responde a una no gestión del riesgo”, arranca Javier Molina, portavoz de eToro en España. “Llevamos desde octubre de 2022 en un mercado alcista. El inversor ha aprovechado cada una de las caídas que se ha producido para incrementar riesgos, incrementar activos como son acciones, bitcóin o todo tipo de productos derivados. Lo hemos visto con las opciones de muy corto plazo en Estados Unidos, que han sido unos puntos estrella. Ahora se han dado cuenta de que el riesgo sí tiene que gestionarse. Lo sucedido ha coincidido también con el mes de agosto, momento en el que históricamente la liquidez es mucho menor, la profundidad es mucho menor y, por tanto, la volatilidad tiende a incrementarse cuando hay un susto de estas características”.
A ojos de Victor Alvargonzález, fundador de la firma de asesoramiento Nexstep Finance, esto que ha sucedido se puede resumir con una simple norma. Cuando se produce un pánico, lo que más baja es lo que más había subido antes. Con un matiz. En este caso, el bitcóin también ha sufrido mucho en esta circunstancia, evidenciando estar más correlacionado con el Nasdaq de lo que se vendía originalmente. “El bitcóin ha demostrado que cuando se produce una situación de aversión al riesgo no es el mejor sitio para estar, ya que es muy especulativo. Es importante tener en cuenta que esta corrección se produce después de que el mercado haya subido mucho. La caída tiene mucho que ver con que la gente tenía miedo a perder sus ganancias”, apunta el experto. Alvargonzález añade que también sospecha que detrás de la debacle está el miedo a perderse las subidas que tenían muchos inversores, algo que en su momento espoleó las Bolsas hacia arriba, pero que ha magnificado el golpe cuando ha ido mal. “Entraron muchos inversores nuevos al calor de las alzas, del tipo del que no está acostumbrado a las turbulencias ni al riesgo. Entonces, cuando hay una caída, son los primeros en vender”, concluye.
No hace falta apalancarse: el fondo cotizado estrella de Cathie Wood, en mínimos de lo que va de año
Cathie Wood, la famosa gestora que logró una rentabilidad para su fondo del 152% en 2020, atraviesa momentos difíciles. Su fondo estrella, el ARK Innovation ETF, está rondando mínimos de lo que va de año con una caída de alrededor del 20% en 2024. Fuertemente concentrado en valores tecnológicos, Wood aprovechó los desplomes para comprar más acciones de Amazon, AMD y Roku entre otros, promediando así sus pérdidas. Desde el pico de valor de 2021, el fondo baja cerca de un 75%.
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