Bajistas: del canario en la mina a asegurar el incendio del vecino
La caída a plomo de Grifols pone el foco de nuevo en las posiciones cortas, tan comprendidas en el mercado como denostadas fuera de él
La Bolsa tiene la particularidad de que casi todo el mundo gana y pierde dinero a la vez. Como los bajistas son minoría, nunca nadie ha pedido suspender de cotización un valor porque suba demasiado rápido. Pero a la contra, los perjudicados son muchos. Por eso el papel de las apuestas bajistas, o posiciones cortas, es un debate tan recurrente como predecible; tras la lluvia salen los caracoles y tras un desplome bursátil surge el asunto de las posiciones cortas. En el caso de Grifols, con más motivo, partiendo de la base de que el detonante del desplome ha sido un informe de una firma de análisis que gana dinero (y bastante, 20 millones solo con la operación de Grifols) cuando las empresas caen en Bolsa. Y cuanto más, mejor.
La secuencia de acontecimientos es clara. Gotham apuesta a la baja sobre un valor, lanza un informe demoledor, consigue que la acción caiga y se embolsa dinero con su apuesta. Ahora bien, Gotham no habría ganado ni un euro si el mercado no hubiera dado carta de naturaleza a las conclusiones del informe: para provocar caídas tan fuertes hace falta que muevan ficha muchos inversores diferentes. El problema (para Grifols) no es tanto el informe sino que mucha gente no lo ha dado por totalmente malo (ni por totalmente bueno).
Este mismo mecanismo también funciona al revés, aunque no con tanta virulencia. No es raro que una recomendación de un banco de inversión anime el valor de una acción que dicho banco tenga en su cartera propia o por cuenta ajena. Igualmente, la capacidad de los informes para mover mercado depende de en qué medida el mercado se los crea.
El de Gotham no es, tampoco, un informe al uso. Combina una precisa recopilación de hechos preocupantes, como el trasiego de fondos y participaciones de Scranton (la sociedad de la familia Grífols) con apuntes sesgados. Todo para llegar a conclusiones categóricas, sin matiz, más propias de una red social que de un análisis de Bolsa.
La situación tiene dos enfoques: si Gotham ha manipulado el mercado y si es legítima la posición corta. La CNMV argumenta que, dado que Gotham no aporta información material que no estuviera a disposición del inversor, sus conclusiones no son información privilegiada. En este sentido, sería una versión bajista, y muy extrema, de un informe de análisis estándar. La posición corta, por otro lado, es legal en España, con los requisitos de transparencia establecidos: deben comunicarse al público si superan el 0,5% del capital.
“Hay una cierta obsesión con las posiciones cortas en España”, señalan fuentes financieras. “En el resto de Europa no se ven del mismo modo ni se entiende que aquí se hable tanto del tema. Al final, una posición corta es una señal de que a juicio de parte del mercado algo no está bien en un determinado activo. Es el canario en la mina de carbón”, comentan. La postura de los supervisores europeos es que las posiciones cortas no son malas por sí mismas. Razonable, al menos sobre el papel: la supervisión del mercado tiene que proteger al inversor de abusos y garantizar que tome decisiones informadas, no velar por el precio de la acción. Los bajistas vendrían a cumplir el papel del décimo hombre o abogado del diablo: siempre viene bien alguien que lleve la contraria.
Ahora bien, el mercado financiero es, simplemente por la escala de los movimientos, uno de los ámbitos donde el paso de la teoría a la práctica es más peligroso, pues la realidad es tan imprevisible como las decisiones humanas. Es difícil distinguir una alerta temprana de una profecía autocumplida.
“Ayudan a destapar vulnerabilidades, pero hay un problema de refuerzo”, matiza un economista. “Las inversiones son volátiles y muy reactivas, agudizan la señal que mandan estas posiciones y obligan a reaccionar, como los casos típicos de los pánicos bancarios. La confianza se debilita, lo que lleva a una caída de cotizaciones que terminaría por hundir precios y valor patrimonial”, detalla.
De hecho, durante la crisis de deuda europea los inversores bajistas usaban los seguros de crédito para apostar a la baja contra los bonos periféricos. La mecánica era sencilla; el seguro de crédito (CDS) cubre del impago de una deuda, pero no es necesario ser el tenedor de esa deuda, y su precio es variable: cuanto más arriesgada se percibe la deuda, más caro es el CDS. Así que en aquellos años los inversores apostaban contra la deuda española por esta vía, y la propia subida del CDS castigaba la deuda. El sistema funcionaba, claro está, porque la presión del mercado resultaba ventajosa a algunos Estados de la UE a la hora de dictar una determinada (y fallida) respuesta a la crisis. Pero esa es otra historia.
Aquí el símil no es el del canario en la mina, sino el de alguien que primero asegura la casa del vecino contra un incendio y después olvida un bidón de gasolina en los alrededores. De hecho, algunos inversores intentaron repetir la mecánica en 2023 cuando, tras la caída de Credit Suisse, el CDS de Deutsche Bank subió en vertical. En ese caso, no obstante, la especulación con los CDS (ejecutada con una mínima inversión de cinco millones) tuvo un recorrido corto. Aunque el banco perdió 1.600 millones de valor en Bolsa, aguantó. La Autoridad Bancaria Europea (EBA) avisó poco después del riesgo de que operaciones en mercados ilíquidos contaminen otras cotizaciones y desaten salidas de depósitos, una suerte de manipulación del mercado.
No es el caso de Grifols, pues el hundimiento se ha dado en el mercado de acciones al contado, muy líquido. La gran diferencia es que cuando una acción sube mucho, luego puede corregir, pero a la inversa la situación puede ser irreversible. “Se corta la cabeza antes de preguntar si había que hacerlo”, explica un experto.
Hay tarea para los supervisores. Calibrar la liquidez de cada mercado, separar conceptualmente deuda de renta variable y exigir transparencia son planteamientos razonables, al igual que permitir prácticas ilógicas como las ventas en descubierto (vender acciones que no se tienen).
Cabría plantearse, también, dónde han perdido más dinero los inversores, si en las posiciones cortas o por haber comprado acciones sobrevaloradas, criptodivisas, productos estructurados incomprensibles, participaciones preferentes, pisos que nunca van a bajar o sellos. Qué aporta al mercado un CFD (contrato por diferencia) ultraapalancado o un token no fungible. Ojalá las posiciones cortas fueran el mayor problema del mercado actual.
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