_
_
_
_

Abrazar el dólar, la receta de tierra quemada de Milei para Argentina

La propuesta del ganador de las primarias de dolarizar el país para acabar con la inflación afronta la paradoja de un banco central sin reservas netas

Nuria Salobral
Javier Milei
Javier Milei, líder de Libertad Avanza , durante un mitin en Buenos AiresAnita Pouchard Serra (Bloomberg)

“Cuando hablo de quemar el Banco Central no es una metáfora, lo quiero dinamitar, pero esto es literal. Es decir, hacerlo implosionar y que queden todos los escombros”. Estas incendiarias declaraciones son de Javier Milei, el ultraliberal que ha ganado por sorpresa las primarias en Argentina del pasado domingo y que se ha convertido en serio aspirante a presidir el país. Su explosivo discurso ha triunfado entre una población agotada tras décadas de inflación y crisis permanente, en un país cuya economía no logra salir del círculo endiablado de déficit, endeudamiento y devaluación de la divisa.

La pérdida de poder adquisitivo de los argentinos es fulminante, con una inflación que en julio se ha situado en el 113,4% interanual. Su capacidad de compra se ha deteriorado aún más desde este lunes, cuando el banco central anunció una devaluación del peso del 18,3% y una drástica subida de tipos del 97% al 118% ante el temblor financiero causado por el inesperado triunfo de Milei. Su discurso de arrasar con todo pasa por la dolarización de la economía. Abrazar de una vez y de forma oficial como divisa el dólar –ya omnipresente en el día a día de los argentinos–, tras lo que la autoridad monetaria no sería otra que la Fed. El Banco Central de Argentina dejaría de ser la máquina imparable de imprimir dinero que alimenta la bestia negra de la inflación, según Milei.

Su rompedora propuesta de dolarizar del país choca sin embargo con una cruda realidad, la falta de reservas en dólares en el banco central. La dolarización de la economía supone retirar la totalidad de los pesos en circulación y la entrega en su lugar de dólares. Esa conversión no incluye solo a los billetes sino también a los préstamos y depósitos. Para ello es necesario disponer de una reserva de dólares que el propio equipo económico de Milei estima en 35.000 millones de dólares, sin contar con una nueva devaluación. Sin embargo, las reservas netas en dólares del banco central, una vez descontados sus compromisos de pago, son negativas en alrededor de 5.000 millones de dólares.

Según explica la economista argentina Luciana Taft, experta de análisis económico de Afi, “la dolarización es una medida de último recurso, de cuando no queda otra opción y se asume que el país tiene tan poca credibilidad que no puede tener ni su propia moneda. Es poner sobre el papel lo pobre que eres y asumirlo”. Lo más cerca que ha estado Argentina de una medida tan drástica fue durante la década de 1990, cuando se estableció la convertibilidad con un tipo de cambio fijo de un peso por un dólar. La inflación llegó a registrar un alza del 3.079% anual en 1989 y de 2.314% al año siguiente, en medio de una grave crisis financiera y altos niveles de pobreza entre su población. Y la respuesta del entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, del ejecutivo de Carlos Menem, fue decidir, en 1991, que un peso pasaba a valer lo mismo que un dólar.

Aquella medida tuvo el efecto arrollador de pinchar por completo la inflación, aunque con un coste económico y social durante los años siguientes que terminó de explotar con el corralito de 2001. “Aquella convertibilidad creó una ilusión de riqueza que no era cierta, se hizo a un tipo de cambio muy caro, se sobrevaloró el peso”, explica Taft. Fueron años de abundante entrada de inversión extranjera, con un papel destacado del capital español con episodios como la privatización de la petrolera YPF, a la que siguió una deflación y una grave y traumática recesión económica. “La convertibilidad de un peso por un dólar logró parar la hiperinflación pero duró demasiado. Una medida así, o la dolarización, debe ser algo transitorio”, añade Taft.

Más allá de la actual falta de reservas netas en dólares en el banco central, el propio Milei reconoce que la dolarización de la economía argentina no sería inmediata y que se adoptaría en una segunda fase. Lo primero sería la reducción del gasto público y del déficit, origen del endeudamiento que termina por engordar la inflación y la medida económica que insiste en reclamar el FMI a cambio de la concesión de sus préstamos. Logrado ese objetivo, incumplido durante las últimas décadas, ya perdería toda lógica la idea de la dolarización. Con unas cuentas públicas más saneadas, el peso argentino podría por sí mismo recuperar la credibilidad entre los inversores, tal y como apuntan los expertos.

Sea cual sea el ganador de las presidenciales de octubre, el reto económico por delante es enorme y persistirá la presión sobre la divisa argentina. En Bank of America calculan que lo peor aún está por venir para el peso, que podría debilitarse en su tipo de cambio oficial a las 545 unidades por dólar, desde las 350 actuales, y a las 1.193 para finales de 2024.

Máxima incertidumbre hasta octubre

Primera vuelta.  Las elecciones primarias celebradas el domingo en Argentina han servido para definir cuáles son los candidatos que se enfrentarán en las presidenciales que se celebran el 22 de octubre. Solo se evitará una segunda vuelta si el ganador logra el 45% de los votos o el 40% con una diferencia de 10 puntos sobre su seguidor inmediato.

Precedentes.  El triunfo de Milei en las primarias, con el 30% de los votos, es un buen precedente pero no garantiza su llegada al poder. Sí lo alcanzaron en primera vuelta en 2011 Cristina Fernández de Kirchner y en 2019 Alberto Fernández, ganadores a su vez de las primarias. Mauricio Macri ganó en cambio en las presidenciales de 2015 sin haber haber sido el más votado en las primarias. 

Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, Twitter y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

Más información

Archivado En

_
_