_
_
_
_
En colaboración conLa Ley

Bernardo Cremades: “En las renovables nos estamos empeñando en que nos den bofetadas”

“La justicia debería funcionar como una empresa pública y el ministro tendría que ser un empresario” . “Somos especialistas en temas inusuales”

Bernardo Cremades, ( padre e hijo ) abogados, fotografiados en Madrid.
Bernardo Cremades, ( padre e hijo ) abogados, fotografiados en Madrid.Santi Burgos

Cuando Bernardo Cremades Román (Madrid, 1983) nació, su padre, Bernardo Cremades (Zaragoza, 1943), ya era un referente en el mundo del derecho. El abogado y catedrático especializado en arbitraje y litigación internacional llevaba 14 años al frente de B. Cremades y Asociados. Décadas después y con 81 años, el maestro sigue cerrando el bufete cada noche, pero es su hijo quien lleva las riendas del día a día. Juntos impulsan este despacho familiar, reconocido entre los mejores del arbitraje internacional.

El apellido Cremades está ligado a una dinastía de abogados. Mucho antes de Bernardo Jr., su abuelo ya ejercía la profesión. “Llevar este apellido no ha implicado necesariamente ventajas, pero siempre he tenido muy claro que debía estar a la altura. Fue una motivación adicional”, confiesa a CincoDías el actual socio director del bufete, durante una entrevista conjunta en su despacho, una oficina que alberga una notable colección de cuadros de distintos estilos y épocas.

El currículum de Cremades padre impresiona: doctor en Derecho español y alemán, catedrático, académico numerario de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, y condecorado con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, entre otros honores. La profesión le debe “haber sido pionero en la introducción del arbitraje en España. Ahora es uno de los sectores que más dinero da a los despachos en Madrid”, subraya con orgullo su hijo.

“Cuando empezamos en España, el arbitraje prácticamente no existía. Yo llevaba casos sonados, pero era el único que intervenía en ellos”, recuerda el patriarca, mientras que su hijo escucha reflexivo. Con el tiempo, la práctica se consolidó y hoy es una herramienta en todos los bufetes. Un punto de inflexión fue la conocida como sentencia Larios, que defendió el bufete ante el Tribunal Constitucional. Y ganaron. “Esa decisión es la que hoy permite que el arbitraje en España sea visible”, recalca.

De sultanes y cuadros

En B. Cremades y Asociados manejan casos complejos, como la disputa de los herederos del sultán de Joló contra Malasia, uno de los arbitrajes más caros y exóticos de la historia. El conflicto se remonta a 1878, cuando el sultán de Joló arrendó a dos británicos territorios en el norte de Borneo. El hallazgo posterior de petróleo y gas no alteró los términos del acuerdo. Malasia asumió los pagos tras su independencia, pero en 2013 los suspendió. Los herederos, asesorados por el bufete, iniciaron un arbitraje que culminó con la condena a Malasia a pagar más de 13.000 millones de euros. El Estado asiático y otros actores siguen pleiteando.

Sobre este rocambolesco caso, que en los últimos meses no para de alimentar titulares, Cremades padre prefiere guardar silencio: “Tenemos entendido que el Tribunal Supremo, en concreto la Sala de lo Penal, deberá pronunciarse. Pero es un asunto sub iudice [pendiente de resolución judicial]”. En cuanto a las acciones en EE UU de Petronas ( la petrolera malaya sobre la que recayeron embargos), Cremades hijo dice estar tranquilo y asegura: “Los únicos pagos que se hicieron son los que están reflejados en el laudo”. Este año, adelanta, se espera una sentencia en Francia que resolverá la solicitud de anulación del laudo.

En un clima de pleitos millonarios y clientes sin paciencia, los Cremades tienen sus métodos para mantener el estrés bajo control. “Somos especialistas en asuntos inusuales”, afirma el hijo. Con el tiempo, asegura el padre, “uno se acostumbra” a lidiar con todo tipo de asuntos. La profesionalidad ayuda a establecer una separación entre la dirección jurídica y la “psicología del caso”, comenta. Para su hijo, la clave está en encontrar el equilibrio y mantener el cortisol a raya. “Comer sano, hacer deporte, pasar tiempo de calidad con la familia y tener otros hobbies”, son sus principales consejos.

Entre los asuntos insólitos está el de la lucha de la familia Cassirer por recuperar el cuadro de Camille Pissarro Rue Saint-Honoré, dans l’après-midi. Effet de pluie, del que se tuvieron que desprender para huir de la persecución nazi. La pintura pasó por varias manos hasta acabar en la colección Thyssen-Bornemisza, y es actualmente propiedad del Estado español. Hace 20 años acudieron a la justicia de California y comenzó un pleito en el que la Comunidad Judía de Madrid y la Federación de Comunidades Judías de España, asesorados por el bufete, apoyan a los demandantes.

La última decisión concluye que el Estado español es dueño de la pintura en aplicación del Código Civil patrio. En concreto, el caso se solventa conforme a una figura cuyos origenes se remontan al derecho romano: la usucapión, que es un mecanismo legal para adquirir la propiedad de una cosa por haberla poseído de manera continua, pacífica y pública durante un tiempo (en este caso, tres años). Sin embargo, la familia quiere quemar el último cartucho y ha recurrido al Tribunal Supremo estadounidense. “California aprobó el verano pasado una norma que establece que en cualquier disputa de arte robado debe aplicarse la ley californiana, incluyendo los asuntos en marcha”, explica Cremades Jr., según la cual “un ladrón no puede transferir título válido”.

El paralelismo entre este caso y la lucha de Maria Altmann por recuperar el retrato de su tía Adele Bloch-Bauer, pintado por Gustav Klimt y robado por el régimen nazi –historia que fue llevada a la gran pantalla en 2015, en la película La dama de oro–, es evidente, señala el patriarca: “La gran diferencia es que el Gobierno austriaco accedió a un arbitraje, mientras que el Estado español ha rechazado cualquier negociación”. Una postura “incoherente”, subraya Cremades Jr., tanto con los compromisos internacionales como con los esfuerzos emprendidos por el Gobierno para devolver obras expoliadas durante el franquismo. Cerrarse en banda es “típico” del Reino de España, apostilla el padre: “En materia de renovables, por ejemplo, nos estamos empeñando en que nos den bofetadas por todos los lados”.

Era Trump

Los Cremades están acostumbrados a pleitear en EE UU. “Fuimos los primeros en utilizar la financiación de litigios en España y en pleitear en Estados Unidos desde Madrid a precios españoles”, apunta Cremades hijo, quien está colegiado en Nueva York y en Columbia. Las subidas de aranceles de Trump auguran un incremento de pleitos internacionales: “No solo comerciales, sino también arbitrajes de protección de inversiones”. Las reformas judiciales en México, añade, puede engordar la lista de empresarios que prefieran arbitraje fuera del país. Es la oportunidad de Madrid, opina, para superar a Miami. Los contratos relacionados con proyectos de la inteligencia artificial, vislumbra, “pueden ser un buen filón de negocio”.

Esta tecnología, enfatiza, tiene muchas utilidades: sirve “incluso para desarrollo de negocio”, aunque siempre bajo supervisión. Por ejemplo, explica el abogado, se puede bucear en los estados financieros de muchas empresas y saber al momento dónde tienen arbitrajes o si hay laudos impagados. La inteligencia artificial también es muy útil para el arbitraje, apostilla Cremades senior, si bien “la decisión la toma el árbitro”, recalca.

Justicia S.A.

El arbitraje, coinciden, enfrenta retos importantes. Una de las claves, subrayan, es el buen funcionamiento de la justicia ordinaria. ¿Cómo ven el intento de desatascarla con la reorganización de los tribunales y la obligatoriedad de intentar un acuerdo extrajudicial previo? Es una base, opina Cremades Jr., a la que habría que sumar una ley de acciones colectivas para concentrar miles de litigios que empantanan los juzgados. Para Cremades padre es hora de “plantearse de verdad que la justicia funcione como una empresa pública”. “El ministro de Justicia debería ser un empresario”, zanja.

El patriarca ya no acude habitualmente a las vistas judiciales, aunque sí arbitrales, pero sigue disfrutando de la profesión como el primer día. “El secreto es que a uno le guste. Yo siempre quise ser abogado y catedrático. Sigo con la misma ilusión”, confiesa. Retirarse no entra en sus planes: “Mientras uno pueda hay que estar al pie del cañón”. “Hemos abierto frentes durante estos años muy divertidos”, replica el hijo, quien ha asumido la gestión del despacho. Mientras tanto, siguen acumulando anécdotas emotivas. Hace unos años, defendieron juntos en el Banco Mundial una vista sobre la expropiación del teleférico de Caracas. “Fue la primera vez que un padre y un hijo hicieron juntos una audiencia en el CIADI [Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas con sede en Washington]”, recuerdan con cariño.


Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_