Bernardo Cremades: “Podría estar jubilado hace muchos años, pero es que me divierte mucho la profesión”
"Soy el primero en llegar al despacho y el último en cerrar por la tarde"
Bernardo Cremades es pionero y referente en arbitraje internacional, donde se ha centrado en arbitraje comercial y de protección de inversiones. Durante su carrera ha participado como abogado y como árbitro en más de 400 procedimientos ante principales foros de arbitraje internacional del mundo. El pasado 20 de julio cumplió 80 años y, al igual que en sus inicios, sigue abriendo cada día el despacho con su nombre que fundó en Madrid en 1969. Con ocasión del 70 aniversario de la primera ley de arbitraje en España, Cinco Días entrevista a un jurista excelente (doctor en derecho español y alemán, catedrático, académico numerario de la Academia de Jurisprudencia y Legislación y condecorado, entre otras, con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort) que es parte de la historia del arbitraje. Bernardo Cremades no piensa en la jubilación y sigue peleando cada caso como el primero.
Pregunta. Si no hubiera sido abogado ¿Qué profesión le hubiera gustado ejercer?
Respuesta. Yo siempre he querido ser abogado y catedrático de universidad, y lo he conseguido.
P. ¿Sigue teniendo la misma ilusión que cuando empezó?
R. Por supuesto. Yo abro el despacho por las mañanas, soy el primero en llegar y probablemente el último en cerrar por la tarde, lo cual quiere decir que a mí me divierte mucho esta profesión y por eso estoy en ella. Podría estar jubilado hace muchos años, pero es que me divierte y no veo otra ocupación o divertimento mayor que este.
P. ¿Qué peso tiene la experiencia de los mayores en un despacho?
R. En un despacho es fundamental la estrategia. Soy partidario de dar la oportunidad a los jóvenes para intervenir en temas importantes, pero es esencial que la maquinaria del bufete se ponga en marcha y que se sepa hacia a donde ir. Una persona con experiencia de años sabe muy bien dónde hay que ir.
P. ¿Recuerda algún asunto que le haya marcado en su carrera?
R. He tenido diferentes asuntos muy importantes que han marcado la profesión. En mi vida profesional, en cada asunto que he llevado he tenido la sensación de estar creando Derecho. El primero que decidió un poco mi dedicación al arbitraje fue recién llegado de Alemania. Me llamaron de la Cámara de Comercio Internacional para presidir un tribunal de arbitraje con sede en Viena entre una empresa turca y otra francesa. No había ley aplicable y acudimos a los principios generales del derecho porque era un tema de derecho internacional privado y aplica la Lex Mercatoria. Tanto el Tribunal Supremo de Austria como la corte de casación francesa confirmaron el laudo pese a que la parte perdedora alegó que habíamos convertido el arbitraje en derecho en un arbitraje de equidad. Luego, en el famoso arbitraje Lanco contra Argentina en materia de protección de inversiones fue el primer caso en el cual utilizamos un tratado internacional como base para un convenio arbitral.
P. ¿En qué ha cambiado la profesión?
R. Cuando empecé el arbitraje era totalmente desconocido en España y hoy ha hecho fortuna. Está en la actividad diaria de casi todos los despachos que se dedican al derecho mercantil. Por aquel entonces eran tres o cuatro en Madrid los que se dedicaban y eran más una gestoría de inversiones extranjeras. Hoy en España hay muy buenos abogados en materia de derecho internacional, privado y público. Somos pioneros y hay bufetes a la altura de los anglosajones.
P. ¿Está España está a la vanguardia del arbitraje internacional?
R. El arbitraje internacional, tanto comercial como de protección de inversiones, tiene muy buen cartel y tiene muy buena salud en España. En cambio, el arbitraje doméstico en España no está funcionando. O, mejor dicho, está funcionando, pero a un ritmo lento. Por otro lado, España, con el tema de las renovables, se ha convertido en un campo de prácticas donde los abogados españoles han aprendido lo que es el arbitraje internacional y, en concreto, el arbitraje de protección de inversiones.
P. ¿Cómo ha afectado la digitalización a la práctica del arbitraje?
R. La pandemia ha sido un momento crítico para la sociedad, pero ha impulsado el uso de la tecnología y nos ha hecho avanzar enormemente. Ya no se hacen viajes absurdos e incluso las audiencias se realizan vía Zoom, y no pasa nada. Pero no llegaremos a que el árbitro sea sustituido porque la inteligencia artificial pueda dictar laudos.
P. ¿Cómo ve el futuro de las cortes españolas y, en concreto, del Centro Internacional de Arbitraje de Madrid (CIAM)?
R. La Corte Española, de la que fui su primer presidente, estuvo llamada a ser corte única en materia de arbitraje de España. Pero aquí los reinos de taifas son muy importantes y se han multiplicado cantidad de cortes por todo el territorio. Ahora está entrando de nuevo la racionalidad y creo que el CIAM es precisamente la vuelta a los orígenes: hay que salir fuera con un criterio unificado.
P. ¿Cómo ha planteado el relevo generacional?
R. Yo decía hace pocos años que mi hijo trabajaba en mi equipo. Hoy puedo decir que soy yo el que trabaja en el equipo de mi hijo. Está llevando las riendas del despacho y lo hace muy bien. Comprendo que, con la edad, no estoy para el día a día de los diferentes temas.
P. ¿Piensa en la jubilación?
R. No. Como decía aquel, creo que moriré con las botas puestas. Soy una persona que sabe combinar la profesión con la vida familiar y me divierto muchísimo con mis nietos. He sido muy deportista y ahora me adapto a la edad que tengo, porque cada momento tiene sus circunstancias. Pero haciendo deporte se me han ocurrido las mejores ideas para resolver grandes casos en el despacho.