A siete años de cumplir la Agenda 2030, ¿se alcanzará?

La escasa ambición climática agudizada por el Covid y la guerra estanca por tercer año los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre 1970 y 2021, los desastres naturales causaron 4,3 billones de dólares de pérdidas y dos millones de muertes, según un informe

Belén Trincado Aznar

El incumplimiento de las metas climáticas no solo intensifica las olas de calor, como las que padeció España este verano, o desata inundaciones catastróficas como la que sufrió Libia este mes a causa del ciclón Daniel. También perjudica gravemente la ejecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU en 2015 para mejorar la calidad de vida mundial.

“En el ecuador de la Agenda 2030, la ciencia es clara: el planeta está muy lejos de cumplir sus objetivos climáticos. Esto socava los esfuerzos mundiales para hacer frente al hambre, la pobreza, los problemas de salud, de acceso al agua potable, la energía, entre otros”, advierte un informe presentado a mediados de este mes por la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), con la colaboración de otros 18 organismos, y en vísperas de la celebración en Nueva York la semana pasada de la Asamblea General de la ONU, la cumbre de los ODS y de Acción Climática. Un encuentro habitual previo a la cita del clima (COP28) de noviembre, que se celebra este año en Dubái.

Y es que la respuesta global a unos ingentes desafíos se queda corta, recalca en el mismo documento el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Y se sigue sin avanzar porque la reunión en la capital neoyorquina sirvió apenas para esbozar una lista de deberes para el conjunto de países. Entre los más relevantes, la inversión de 468.082 millones en desarrollo sostenible con el apoyo de los bancos multilaterales y recursos masivos en empleo y protección social para que estén cubiertas en dos años 1.000 millones de personas y 4.000 millones en 2030. “El tiempo no está de nuestro lado”, insistió en este foro concluido el miércoles pasado.

La necesidad de actuar es urgente pese al contexto económico adverso, avisa el estudio. Entre 1970 y 2021 se registraron cerca de 12.000 desastres naturales debido a una temperatura, un clima y un nivel de agua extremos, que causaron más de dos millones de muertes y 4,3 billones de dólares de pérdidas económicas, recoge el documento. La mayoría de ellos, más del 90% de los fallecimientos y del 60% de los costes, ocurrieron en los países en desarrollo, “socavando el desarrollo sostenible”.

Y la situación va a peor, según la previsión científica. La probabilidad de que la temperatura media anual supere los 1,5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales –el límite fijado en el Acuerdo de París– al menos uno de los próximos cinco años es del 66% y aumentará con el tiempo.

“Por tercer año consecutivo, el grado de cumplimiento está prácticamente estancado. En los primeros ejercicios, los ODS cogieron una velocidad de crucero y, poco a poco, iban mejorando y se iban haciendo acciones para cumplir la Agenda 2030, pero con la pandemia y la guerra en Ucrania ha habido un frenazo”, analiza Javier Benayas, catedrático de Ecología en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del consejo asesor de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS-SDSN).

Esta organización, que forma parte de una red internacional que trabaja con la ONU, publica cada año un informe que evalúa su implementación. Benayas destaca, con datos del último estudio, que precisamente el ODS 13, acción por el clima, es el que peor desempeño tiene. “El desequilibrio mundial que estamos viviendo está poniendo en entredicho el que se pueda cumplir la Agenda 2030″, insiste el experto. El estudio de este año alerta del riesgo de perder una década de avances y pide que se revise la arquitectura financiera mundial para hacer frente al “déficit crónico de recursos” en esta materia.

Cristina Sánchez, directora ejecutiva del Pacto Mundial de Naciones Unidas España, cree que no se ha llegado aún al punto de no retorno. “Es difícil, pero no imposible”, subraya. Aun así, resalta que, a siete años de la meta, solo el 15% de los 169 propósitos avanzan de forma satisfactoria, el 48% muestra desarrollos moderados y el 37% experimenta una falta de progreso e incluso regresión. “Algunos estudios afirman que, al ritmo actual, el mundo no cumplirá ninguno de los 17 objetivos y que solo se alcanzarán algunos en 2050″, señala.

Antes de la pandemia, dice, la implementación era demasiado lenta y se retrocedía en acción climática, pérdida de biodiversidad y desigualdad. Ahora, prosigue, han sufrido retrocesos significativos y también en erradicación de la pobreza, igualdad de género, educación y eliminación del hambre.

un pueblo libio inundado tras el paso del ciclón Daniel.quantic69 (Getty Images)

Consecuencias

“Con este panorama, y si no se corrige el rumbo, la humanidad corre el riesgo de sufrir periodos prolongados de crisis e incertidumbre desencadenados por la pobreza, la desigualdad, el hambre, las enfermedades, los conflictos y las catástrofes”, advierte Sánchez.

Todo está relacionado. El dete­rioro del clima contribuye directamente al daño socioeconómico, lo que produce un círculo vi­cioso. “Las sequías, inundaciones y tormentas reducen la producción agríco­la mundial, afectan a los sistemas alimentarios (locales, regionales y globales) y ponen en riesgo las metas de lucha contra la pobreza y el hambre. Estos fenó­menos destruyen a su vez infraestructuras que después cuesta mucho tiempo reconstruir, y generan un mayor riesgo de contraer patologías como el cólera o el dengue en los territorios arrasados”, ilustra Pedro Zorrilla, portavoz de Greenpeace.

Entre las regiones con mayores riesgos se encuentran el Mediterráneo, África, Asia y América Latina, detalla Zorrilla. “Pero los impactos se están dando en todo el planeta y la capacidad de cada país es distinta”, indica. En España, la amenaza recae sobre las familias con menos recursos y las personas que trabajan al aire libre (agricultura, construcción), y en los cultivos de secano, enumera.

La zona del cantábrico es la que tiene menor peligro, agrega, aunque avisa de que tiene menos embalses para hacer frente a largos periodos de sequías. Un informe de WWF alerta de que tres cuartas partes de la población y el PIB español podrían enfrentarse en 2050 a un riesgo alto por falta de agua si no se toman medidas, citan en Oxfam Intermón.

Paisaje del Parque Nacional del Teide, en Tenerife, después del incendio que afectó a más de mil hectáreas en agosto.Alberto Valdés (EFE)

Balance español

España, en cambio, sube posiciones en el índice de evaluación global de los ODS y se mantiene desde 2022 en la posición 16, progresando sobre todo en igualdad de género. “Curiosamente, el país mejora progresivamente, desde la posición 30 en el primer informe, la 25, la 20 y hasta la actual, aunque de forma muy ligera y pese al estancamiento en general”, comenta Benayas. Sin embargo, matiza que esa escalada se debe más a que otros Estados empeoran en su desempeño.

“En 9 de los 17 ODS España no tiene ningún indicador en riesgo extremo de incumplimiento antes de 2030″, apunta Sánchez. Cambio climático, estado de los ecosistemas terrestres, equidad y reparto de la riqueza y hambre cero son los que están en peor situación, según Benayas, a partir del informe de REDS-SDSN.

¿Las medidas para revertir la tendencia? Que Gobiernos y empresas pasen del compromiso a la acción; una mayor implicación empresarial; formación, educación, sensibilización; aumentar los impuestos, el gasto público, las transferencias y condonar la deuda a los países de menores recursos; abandonar los combustibles fósiles e impulsar las renovables, entre otras, sugieren los expertos consultados.

Un panorama sombrío

Peor desempeño. El ODS 1 (persistencia de la pobreza extrema con 575 millones de personas en esa situación en 2030); el 2 (el mundo ha vuelto a niveles de hambre no vistos desde 2005 y el precio de los alimentos sigue al alza); el 5, sobre igualdad de género, y el 13, por el riesgo de superar el umbral de los 1,5 grados en 2035, son los que registran un peor desem­peño, según un informe de la ONU que mencionan desde el Pacto Mundial de Naciones Unidas España. 


Víctimas. “Nos enfrentamos a una crisis climática y de desigualdad extrema; ambas están entrelazadas”, afirma Lourdes Benavides, responsable de cambio climático y países frágiles de Oxfam Intermón. Las principales víctimas son las personas de menos renta, las familias que se enfrentan a la pobreza y a la discriminación, que también tienen dificultades para demostrar sus pérdidas porque sus bienes no suelen estar registrados o reconocidos formalmente, señala. “En Filipinas, tras el tifón Haiyán de 2013, se produjo un arrebato de tierras a los afectados”. También las mujeres y las niñas, como ocurre en África Oriental debido a la sequía más grave de los últimos 40 años. “Los impactos climáticos en ellas suelen ser 14 veces superiores al de los hombres, al verse obligadas a ocuparse de tareas de supervivencia (recogida de agua y alimentos, cuidado de niños y enfermos)”, agrega. Sin olvidar a los pequeños agricultores. 


Más regulación. “Hay que abandonar la idea de que ser sostenible es optativo”, opina Cristina Sánchez, del Pacto Mundial de Naciones Unidas España. Según un estudio de esta entidad, el 92% de las empresas afirma que debería haber una mayor regulación en ámbitos específicos de los ODS, como en los medioambientales y de lucha contra la corrupción, donde más del 50% de las compañías cree que estos aspectos deberían estar regulados. Desde Ayuda en Acción piden un mayor compromiso político por la repercusión de estos incumplimientos en el futuro de la juventud, sobre todo en los de educación y empleo. ISO y la ONU acaban de firmar un pacto para elaborar una norma internacional (ISO 53001) que ayude a alcanzarlos.

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