Antonio Guterres, la voz de los refugiados
El ex primer ministro portugués relevará a Ban Ki-moon en medio de la mayor crisis migratoria desde la II Guerra Mundial La comunidad internacional confía en sus 10 años de experiencia al frente de Acnur
Desde su juventud, António Guterres (Lisboa, 1949) ha luchado por ayudar a los más desfavorecidos, una labor que intensificó mientras lideró el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Ahora, se le ofrece una nueva oportunidad en la ONU, pero en el puesto más elevado, secretario general, y en un momento de elevada convulsión internacional. A pesar de haber sido nombrado este jueves, su labor no comenzará hasta el 1 de enero de 2017, cuando finalice el turno del actual secretario, Ban Ki-moon.
Su nombramiento, acordado casi por unanimidad entre los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, despierta la esperanza de muchos porque su experiencia en la gestión de crisis de refugiados durante su etapa en Acnur sirva para resolver la situación que viven los miles de sirios que llegan a Occidente en la actualidad. También confían en su carácter moderado y su capacidad para tender puentes y dialogar, cualidades que caracterizaron sus años como presidente portugués. Aunque lo hizo en minoría, lideró el Ejecutivo seis años, beneficiado también porque en la oposición se encontraba Rebelo de Sousa, amigo de la juventud. Pese a todo, su preferencia por el diálogo ha sido interpretadaa veces como una falta de autoridad.
Su trayectoria política y humanitaria contrastan con su formación. El lisboeta se licenció como ingeniero electrónico –en su país le apodan el ingeniero Guterres– con una nota de 19 sobre 20, aunque nunca ejerció como tal. Se unió a la Juventud Universitaria Católica y comenzó ae ayudar en los barrios más desfavorecidos de su ciudad. Eran los últimos años de la dictadura de António d Oliveira Salazar y, poco después de la Revolución de los Claveles, Guterres dió el paso a la política, entró al Partido Socialista y, tras dos años, fue elegido diputado. En 1992, se convirtió en el secretario general de la formación y, tres años más tarde, ganó las elecciones generales del país. Sus fuertes creencias religiosas han llevado a algunos a cuestionar su carrera política. “Ser cristiano me dio una matriz de valores y ser socialista me permitió una visión política del mundo y una voluntad de intervenir” es su respuesta.
Durante sus años en la política portuguesa, Guterres puso el foco, sobre todo, en el ámbito internacional: se encargó de afrontar la entrada del país en el euro y llevó a cabo una política de expansión económica que ha sido criticada posteriormente por dejar amplias deudas al Estado.
"En diciembre, recibió una oferta política de su país: ser candidato a la presidencia de Portugal por el Partido Socialista"
A pesar de ser reelegido para un segundo mandato, este amante de la historia y la geografía dimitió a mitad de la legislatura por el batacazo de los socialistas portugueses en las elecciones municipales y los casos de corrupción que les afectaban. “Obviamente dimito para que el país no caiga en un pantano político”, subrayó. Su decisión no fue aceptada por todos sus compañeros, pues dejó el país en manos de la derecha de José Manuel Durão Barroso. Al igual que este último, a Guterres se le ofreció la presidencia de la Comisión Europea, pero al contrario que el socialdemócrata, lo rechazó. Al parecer, la razón fue la muerte, tras una larga enfermedad, de su primera esposa, Luísa Amélia Guimaraes, psiquiatra infantil, y su decisión de centrarse en la educación de sus dos hijos.
A partir de 2001, año en el que contrajo matrimonio con su actual mujer, Catarina Vaz –11 años menor que él y exsecretaria de Estado de Cultura–, Guterres se alejó de la política y recuperó su trayectoria como voluntario, que le llevaría, cuatro años después, a ser nombrado alto comisario de Acnur. El mismo mes en el que su periodo en la organización finalizaba, el portugués recibió una nueva oferta política de su país natal: ser candidato a la presidencia con el Partido Socialista. Un sí le hubiera asegurado prácticamente el Palacio de São Bento, pues el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda habrían optado por retirar a sus aspirantes, pero Guterres optó por el no.
Ahora, ha aceptado la decisión de Naciones Unidas con “humildad ante los grandes desafíos” que afronta el mundo y “para poder servir a los más vulnerables”, y “gratitud por la confianza” depositada en su proyecto. A pesar de que los líderes internacionales (y sus compañeros lusos) no han tardado en resaltar las virtudes que le convertían en el mejor sucesor de Ban Ki-moon, Guterres lo tenía difícil. Muchas voces pedían que la organización fuera presidida por primera vez por una mujer y le correspondía a Europa Oriental designar al nuevo secretario. Si algo caracteriza al lisboeta es su fe en los imposibles y esta vez lo ha logrado. Ahora tiene cinco años (10, si renueva mandato) para demostrar con su voluntad y diálogo que puede solucionar la mayor ola de refugiados desde la II Guerra Mundial y la crisis que vive todo Oriente Medio.