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Economía circular para poner a raya la huella material

Ni uno ni dos. Necesitaríamos tres planetas para cubrir la extracción de materia prima mundial que requiere en toda la cadena de suministro la demanda de consumo final en el actual modelo económico

Los productos agrícolas más ecológicos se imponen.
Los productos agrícolas más ecológicos se imponen.El Corte Inglés

Las alarmas pusieron a sonar sus sirenas según se estrenó el siglo XXI. Desde la NASA lo anunciaron: “Muy pronto necesitaremos tres Tierras para mantener viva la raza humana”. “Unos 2,8 planetas si se sigue el ritmo de Europa”, han precisado WWF y Global Footprint Network este mismo año, en el informe Vivir por encima de los límites de la naturaleza en el mundo, que compara las huellas ecológicas de los Estados de la Unión Europea y otros países del mundo. “La UE, que concentrando el 20% de la biodiversidad mundial solo aloja el 7% de la población, utiliza 2,2 veces más recursos de los recuperables”.

Vivimos a crédito. Hacia mitad de año ya se alcanza el tope de consumo anual recomendado, explican desde el Fondo Mundial para la Naturaleza, donde hace más de una década ya dijeron que usábamos un 50% más de materias primas de lo soportable.

Hiperconsumo, sobrecapacidad y, sin embargo, recursos finitos. Una combinación peligrosa, que se dispara en los países más desarrollados pero revierte, y para mal, en los que están en desarrollo.

En los primeros, “la huella material per cápita –que relaciona la demanda humana de recursos existentes y la capacidad ecológica de regenerarlos– ha aumentado de cinco toneladas en el año 2000 a casi diez en 2018, en gran medida, por el alza de materiales no metálicos en infraestructuras y construcción”, según Edufors (Instituto Superior de Educación en Responsabilidad Social), que propone “hacer más con menos y no poner nada en juego”.

Salud y Medio Ambiente son los que salen más perjudicados con los patrones de consumo imperantes. ¿O se trata de consumismo? Una tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes no siempre necesarios, define la Real Academia Española (RAE).

Prendas hechas con materiales reciclados.
Prendas hechas con materiales reciclados.

Teixeira y Potocnik, copresidentes del Panel Internacional de los Recursos Globales 2019, estudio que la Organización de las Naciones Unidas publica cada cuatro años, son rotundos. “Nuestra cultura de usar y tirar es devastadora. El 90% de la pérdida de diversidad biológica y el estrés hídrico se debe a la extracción y la transformación de la materia natural (92.000 millones de toneladas en 2017). En cinco décadas la población se ha duplicado, la exigencia de materiales se ha triplicado y el PIB, cuadruplicado (…) De aquí a 2060 se pueden conseguir ahorros del 25% incrementando el PIB un 8% –sobre todo en los países con menos desarrollo– y disminuir las emisiones un 90%”.

Para su compañera Joy­ce Msuya, directora del Programa de la ONU para el Medio Ambiente ­(PNUMA), “esta es la historia de la distribución desigual de los beneficios derivados del uso de los recursos. El consumo de una persona normal en un país de ingresos altos es un 60% superior al de la que vive en uno de medios y diez veces mayor que en uno de ingresos bajos. Nuestro desafío consiste en satisfacer lo necesario para todos dentro de los límites del planeta”.

Y no hay experto que dude. Como dice Daniel Calleja, director general de medio ambiente de la Comisión Europea, “conciliar el progreso y la preservación del entorno solo tiene como alternativa la economía circular. Los empleos del futuro pasan por ella”.

Las cifras

90% de la pérdida de biodiversidad se debe a la explotación de la naturaleza.

10 millones de toneladas es el monto de la huella material per cápita en 2018.

De momento, este avance basado en la circularidad solo implica al 9% de la economía, calcula Circle Economy, tal y como expusieron durante la última reu­nión del Foro Económico Mundial. “El 62% de lo emitido por los gases de efecto invernadero, excluyendo el uso de la tierra y la silvicultura, se libera mientras se extraen, procesan y fabrican los bienes; y de estas, el 38% se concentra en la entrega de los productos y servicios.

“Movilidad y consumibles tienen la cadena de valor con mayor huella de carbono, seguidas de vivienda y nutrición”, detallan. Logística y transporte deben reducir sus emisiones un 70% hasta 2050 para ser sostenibles, aunque hay que distinguir entre medios. Bernd Hullerum, consejero delegado de Transfesa Logistic, aboga “por el ferrocarril como columna vertebral de un transporte de mercancías basado en la intermodalidad; una cuota modal de tren del 30% en 2030 ahorraría 290 millones de toneladas en las emisiones de dióxido de carbono”.

“La agenda circular y la de reducción de carbono son complementarias. Hay que rediseñar las cadenas de suministro para dejar de desperdiciar en la economía lineal y maximizar los activos que tenemos. La innovación debe alargar la vida de los productos y reeducar nuestras pautas de consumo, en las que, por suerte, la solidaridad empieza a imperar”, opina Isabel Roser, responsable de hilosostenibilidad, refiriéndose sobre todo al caso español. De su mano, esta misma semana se ha presentado la alianza entre la Fundación Gomaespuma (FGE) y la Asociación Entre Mujeres (AEM) para poner en el mercado producto solidario.

Para Roser, “la palanca clave en la hoja de ruta, marcada perfectamente por los ODS, la constituyen las alianzas multiactor”.

Planta de galletas en Viana (Navarra), de Mondelez.
Planta de galletas en Viana (Navarra), de Mondelez.

Reducir, reutilizar y reciclar, antes que producir, usar y tirar

La regla de las tres erres, generalizada por la organización Greenpeace, ya es la base de todo negocio que quiera prosperar. Todas las empresas, sin excepción de las españolas, se esmeran en prolongar la vida útil de los productos.

Otra cosa es que se dé la talla, sobre todo en el reciclaje de residuos plásticos, “cuya demanda en Europa ronda los 49 millones de toneladas anuales, de las que el 40% se destinan a envases de un solo uso, del que apenas se recicla el 30%”, lamentan desde Amigos de la Tierra, que hasta el pasado día 15 celebró la Semana de Reducción de Residuos con su campaña Operación Plastic Off.

Las iniciativas similares abundan; Iberdrola, a través de Lord Plastik, y Endesa, con Plásticos Zero, son buenos ejemplos. Por no hablar del esfuerzo de todos los grandes supermercados para envasar los alimentos con nuevos materiales, como Makro, y sobre todo del reto que supone para el comercio electrónico, cuyo empaquetado causa el doble de daño que el tradicional, según un informe de Aecoc, la asociación empresarial que aúna industria y distribución.

Otro consumo para un futuro mejor, un estudio elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y el Foro Nesi de Nueva Economía e Innovación Social, lo corrobora. “El consumidor español está convencido de que sus decisiones de compra pueden mejorar la sociedad”, asegura Ileana Izverniceanu, directora de relaciones institucionales de OCU.

Compromiso Harmony es un programa de trigo sostenible de Mondelez Internacional, ligado a las galletas Fontaneda de la fábrica de Viana (Navarra), que “ha contado con 104 agricultores de cooperativas de Navarra, Burgos y Huesca, quienes, como parte de la cadena de producción, son los mejores embajadores de un producto de más calidad que promueva el consumo consciente y la fabricación responsable de nuestros productos para liderar el futuro del tentempié saludable”, expone Esther Patino, encargada de RSC en la alimentaria.

El proyecto “pionero que nos abandera incluye 51 buenas prácticas medioambientales y se extenderá para cubrir el 100% de nuestra producción de marcas galleteras en la UE”, añade.

El círculo virtuoso ya está en marcha, quizá más extendido en el caso del cartón y vidrio. Ecovidrio, entidad que gestiona el reciclado de todo envase de dicho material en España, habla de un récord de crecimiento en la última década. “La transición hacia un modelo de economía circular es ya ineludible. En 2018, 893.989 toneladas de residuos de vidrio se convirtieron en nuevos envases”, apunta Núñez-Lagos, director general de la entidad.

Desde Sigre Medicamento y Medio Ambiente, Juan Carlos Mampaso, también desde la dirección, subraya “el compromiso creciente en el consumo responsable de los medicamentos, entre otras actuaciones, cerrando su ciclo de vida a través del Punto Sigre de las farmacias”.

No hay ni sectores ni actores que queden fuera de esta tendencia y necesidad. L’Oréal y Albéa proponen soluciones de packaging sostenible en cosmética y en turismo; cadenas hoteleras como Meliá optan por paquetes de baño más ecológicos, “para reducir más de 45.000 kilogramos de plástico anuales”.

Y en textil, la venta de segunda mano y las donaciones de ropa excedente están a la orden del día. Primark trabaja con la organización benéfica Newlife y El Corte Inglés (Moda circular) e Inditex (Closing the loop), de la mano de la organización sin ánimo de lucro Cáritas.

Moluscos en el Delta del Ebro. El programa Origins de Kellogg trabaja para mejorar la sostenibilidad del cultivo del arroz en los alrededores del parque natural.
Moluscos en el Delta del Ebro. El programa Origins de Kellogg trabaja para mejorar la sostenibilidad del cultivo del arroz en los alrededores del parque natural.

Otras formas de hacer

Piensa. Luego compra. Consciente de que la industria textil es la segunda que más contamina, la firma Adolfo Domínguez ha propuesto distintas campañas invitando a la reflexión y a la moderación en el consumo frente al sistema de moda rápida y poco duradera.

Movimiento por la sostenibilidad. El Corte Inglés centra su acción en tres ejes: producto, planeta y progreso, “para avanzar en innovación sostenible, economía circular, residuo cero, aprovisionamiento responsable y empoderamiento del consumidor”. Desde su lanzamiento en septiembre se están impartiendo talleres en varios de sus centros, entre ellos de moda: Cuida tus prendas y ordena tu armario, impartido por el equipo de Slow Fashion Next y enfocado “a crear un armario con menos piezas pero mejor combinadas y cuidadas para que duren más”. A la par, destaca su acción contra el desperdicio alimentario a través de donaciones; en 2018, más de un millón de kilos de alimentos evitaron ser tirados en beneficio de 7.000 personas.

Programa Origins de Kellogg España. Puesto en marcha en 2012 para dar un impulso a los arrozales del delta del Ebro, “en un momento de abandono progresivo de la producción que, sin embargo, ha crecido un 15% gracias a esta iniciativa, que ha dado solución a lo económico –rentabilidad–, lo medioambiental –se trata de un parque natural– y lo social –incorporación de nuevas generaciones–”, comenta Amparo Lobato, su responsable de asuntos corporativos. Más del 30% de lo que produce la compañía líder en cereal de desayuno ya aplica estos estándares sostenibles. La planta de Tarragona, que abastece a 27 países, fue la primera, “pero lo hemos extendido a otros países y cultivos, para seguir cuidando tanto el ingrediente como el envase”.

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