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Elevar las tasas al carbono es insuficiente para lograr los objetivos climáticos de la UE

El BCE concluye que aumentar un 60% el precio hasta situarlo en línea con las recomendaciones de la IEA conseguiría una reducción de tan solo el 11% de emisiones de carbono, frente al 46% programado hasta 2030

Emisiones carbono cero Gráfico
Belén Trincado Aznar
Pepe García

La fiscalidad del carbono es el primer y mejor candidato para financiar la transición energética. El observatorio económico Bruegel indica que sólo el 40% de las emisiones mundiales de carbono son gravadas, a un precio medio mundial inferior a 5 euros por tonelada de CO2 (tCO2). Europa se encuentra notablemente por encima de la media mundial en la fiscalidad al carbono, –aunque de manera heterogénea entre los diferentes países–. La eurozona dispone unas tasas medias efectivas de 85 euros tCO2, según la media compuesta armonizada de los precios de emisiones elaborada por la OCDE. No obstante, la ambición climática de la UE es, por lo general, mayor a la del resto del mundo y el Banco Central Europeo (BCE) afirma que, para alcanzar las metas climáticas comunitarias, desincentivar aún más el uso del carbono no será suficiente.

La autoridad bancaria concluyó que un aumento del 60% de las tasas medias efectivas de carbono –hasta los 140 euros/tCO2, en línea con el objetivo provisional del precio del carbono para las economías avanzadas para conseguir la neutralidad climática de la Agencia Internacional de la Energía (IEA)– contraería el PIB de la eurozona entre un 0,5% y un 1,2%. Por otro lado, las emisiones se reducirían alrededor del 11% hacia finales de 2030, insuficiente para alcanzar el objetivo de la UE de reducir la producción de gases contaminantes un 46% entre 2021 y 2030.

Pese a no ser suficiente, cabe mencionar que el escenario que plantea el BCE no tiene en cuenta el coste de los daños adicionales que el cambio climático provoca sobre la economía. Otra investigación de la institución estimaba que la UE gastaría 170.000 millones de euros al año –equivalente al 1,4% del PIB–, solo en paliar fenómenos climáticos extremos como sequías, inundaciones u olas de calor, ante un alza de tres grados en las temperaturas medias globales.

Gravámenes

Los impuestos sobre el carbono, así como otros impuestos nacionales a combustibles fósiles, siguen el criterio de quien contamina paga. Sin embargo, esto afecta a la actividad económica y a la inflación, ya que encarece los costes energéticos que, en un porcentaje alto, depende de combustibles contaminantes.

No obstante, el BCE estima que el impacto de los aumentos de los precios del carbono en la economía depende de los efectos distributivos del impuesto, ya que un alza de los costes energéticos afecta en mayor medida a los hogares de bajos ingresos. La institución estima que el crecimiento de la tasación a la contaminación expandiría la recaudación entre un 0,3% y un 1,1% del PIB de la eurozona y los investigadores del BCE indican que estos recursos podrían canalizarse hacia los segmentos más afectados para tratar de salvar este agravio.

Sin embargo, no sería el único segmento necesitado de ayudas públicas. La inversión empresarial caería en el caso de aumentar las tasas al carbono hasta los 140 euros tCO2, aunque el organismo dirigido por Christine Lagarde explica que el grado de la bajada en sus previsiones es heterogéneo. Sea cual fuere su intensidad, la caída de los beneficios empresariales, debido a mayores costes energéticos, provocaría una bajada de la inversión de las compañías, aunque también advierte que la pérdida de financiación agregada puede enmascarar una reasignación de recursos, principalmente desde aquellos sectores relacionados con los combustibles fósiles que sobrecompensaría las ganancias de las inversiones de las compañías de energía renovable.

Por último, los investigadores creen que, aunque un incremento de las tasas haría crecer la inflación, si se lee de manera correcta este encarecimiento por parte de los encargados de la política monetaria –el propio BCE–, el impacto de los tipos en la economía sería “modesto”. Esto se debe a que la institución daría por supuesto que el aumento de precios energéticos –y de la inflación– se produce de manera gradual conforme se despliega el gravamen y no deriva de una perturbación del suministro energético, como la de los últimos años.

Ayudas a combustibles

El Fondo Monetario Internacional (FMI) afirmaba en una publicación de este jueves que las subvenciones a los combustibles fósiles se dispararon hasta alcanzar la cifra récord de 7 billones de dólares el año pasado. La institución indica que el nivel de ayudas es equivalente al 7,1% del producto interior bruto mundial, más de lo que los gobiernos gastan anualmente en educación (4,3%) y cerca de dos tercios de lo que gastan en sanidad (10,9%).

Las subvenciones a estas energías contrastan con las inversiones gigantescas necesarias para realizar la transición ecológica. En otra investigación, el supervisior bancario europeo indicó que la financiación verde necesaria para alcanzar los objetivos climáticos de la Comisión Europea ascienden a 520.000 millones de euros, del que el 45% sería dinero público. El BCE destacaba en su publicación que en 2019 la inversión se colocaba en torno al 0,15% del PIB de media, frente al 3,7% necesario para alcanzar las marcas de Bruselas.

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Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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