Incredulidad y sorpresa: el mercado responde con cautela a la nueva moneda de Argentina y Brasil
El anuncio del ministro de Economía argentino, Sergio Massa, despierta las dudas del mercado ante las promesas de integración incumplidas en la región
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, reveló este lunes en Buenos Aires algo hasta ahora imposible: que un mandatario brasileño apoyara a la selección argentina en la Copa Mundial de Fútbol. Sin embargo, la confesión pasó desapercibida para el mundo económico y financiero, que aún digería el anuncio del ministro de Economía argentino, Sergio Massa, quien adelantó el fin de semana que Buenos Aires trabaja en una divisa conjunta con Brasilia.
Desde la cautela hasta el frenesí, el sector económico y académico reaccionó con fuerza ante la noticia, que ya había sido adelantada en diciembre, cuando el canciller argentino, Santiago Cafiero, adelantó las intenciones del gobierno de Argentina. La primera distinción de los analistas es resaltar los límites de este nuevo intento de unión monetaria. “El elemento que sugieren Argentina y Brasil no elimina la existencia del peso y el real, sino que en una primera instancia facilita y profundiza el comercio entre ambos países”, aclara a CincoDías Leandro Mora Alfonsín, profesor de Economía en la Universidad de Buenos Aires.
Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, sintetiza lo sucedido en las últimas 48 horas: “Es empezar a construir la casa por el tejado”. El experto destaca que el euro, el mayor ejemplo de moneda común hasta ahora conocido, llevó décadas de trabajo conjunto y con economías nacionales mucho más saneadas.
A pesar del fuerte intercambio entre ambos socios, que superó los 24.000 millones de euros en 2022, desde la agencia Fitch Ratings consideran que las “economías divergentes” hacen a los dos gigantes del Mercado Común del Sur “socios improbables” para una unión monetaria exitosa.
El Mercosur, ese viejo conocido
Aun resistiendo comparaciones con la moneda europea, el problema para los analistas consultados por este periódico sigue siendo el legado de promesas sin cumplir que tiene el bloque comercial del sur de América Latina desde su fundación, en 1991.
Antonio Pedraza, presidente de la comisión financiera del Consejo General de Economistas, resalta la “debilidad congénita” de los intentos de integración de esta parte del mundo. “El Mercosur existe desde hace treinta años, pero con grandes problemas de cohesión, de cesión de soberanía que no invitan a pensar en el éxito de iniciativas aún con mayores exigencias”, analiza este experto.
La dificultad radica en el bajo nivel de institucionalización del bloque comercial, que incluso no ha incluido a los socios más pequeños (Uruguay y Paraguay) en el anuncio. La decisión de avanzar en una moneda común, tentativamente llamada Sur por la prensa local, radica solamente en la intención de las administraciones locales.
“Es una idea política, pero una desastrosa idea económica”, sintetiza Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas. Carbó destaca que este “frenesí alocado” tiene un margen de tiempo ajustado: “políticamente solo es viable si es de cuatro o cinco años máximo” debido a los tiempos políticos, cada vez más cortos en la política actual y aún más en una región con tanta inestabilidad como Latinoamérica. Las próximas elecciones presidenciales en Argentina, previstas para octubre de este año, solo dificultan más pensar en el horizonte conjunto.
El mismo componente político es la estrella de las respuestas de los expertos ante la pregunta sobre los efectos de esta decisión ante el demorado acuerdo UE-Mercosur. “Esto podría distraer aún más las negociaciones entre ambos bloques”, precisó Pedraza, quien incluso ve “expectativas favorables” para Rusia, ya que ambos países reducirían su dependencia al dólar estadounidense. Sin embargo, Carbó difiere de la visión de Pedraza y cree que podría ser un acelerador para el acuerdo entre ambos bloques.
Interés brasileño
“La idea de una moneda común parece muy poco realista por múltiples razones, especialmente dada la falta de disciplina fiscal de Argentina en el pasado”, indica una nota de análisis del banco estadounidense Citi. La pregunta que se hacen de un lado y del otro en América Latina es cuál es el interés brasileño detrás de esta medida.
“Brasil es una potencia mundial. Si lidera el proyecto, aumenta su peso político a nivel global y empieza a liderar un área de influencia con una divisa más allá de sus fronteras”, sintetiza Carbó. El experto de Funcas desestima el riesgo de contagio de los problemas de la economía argentina, que cerró 2022 con una inflación del 94,8%, al gigante vecino. “El más débil se contagia de la inflación más baja del otro para que el proyecto avance”, justifica el especialista, que compara el posible efecto con los datos de España o Italia antes de la adopción del euro
Anna Ayuso, investigadora sénior de CIDOB, apunta en el mismo sentido: “Lula ya ha advertido que busca volver a tomar el liderazgo en la región y consolidar la estabilidad regional”. La experta señala que el factor Venezuela sigue siendo un punto de disrupción tanto en el bloque comercial como a nivel interno en la coalición de Gobierno de Brasil.
A nivel económico, un detalle no pasa desapercibido. Las necesidades de divisa extranjera para afrontar pagos dificultan a ambos países avanzar en otros acuerdos relevantes, como la interconexión energética. El presidente argentino, Alberto Fernández, anunció la “posibilidad de que la producción de Vaca Muerta llegue a Brasil”. Esto no es menor: es el mayor yacimiento de petróleo no convencional fuera de Estados Unidos y el segundo de gas natural del mundo.
Opciones intermedias
Los dos gobiernos instaron en un texto conjunto a, al menos en un primer momento, “simplificar y modernizar las reglas y fomentar el uso de las monedas locales” como forma de superar las barreras en los intercambios comerciales.
El problema, según los especialistas, está en que los primeros avances en la construcción de una moneda común aún no parecen claros. “Todavía no está hecha la hoja de ruta”, apunta Ayuso, mientras que Carbó considera que “hay que dar pasos para ser creíbles” y que “solo una hoja de ruta clara” permitiría salir del escepticismo actual.
Otros analistas se inclinan por soluciones intermedias que permitan orientar los esfuerzos iniciales. “Una alternativa es generar un swap de monedas entre pesos y reales para compensar saldos comerciales”, augura Mora Alfonsín, quien ve grandes oportunidades en sectores primarios como el alimenticio y forestal, así como en la industria automotriz y de maquinaria agrícola.
Un problema no menor es la primera mala reacción que llegó desde Estados Unidos, un socio comercial vital para ambas naciones. “Una de las ideas más tontas que jamás he escuchado”, compartió en Twitter Mark Sobel, un exfuncionario del Tesoro estadounidense.
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