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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Fondos para la recesión y recetas para la depresión

En Europa continúa afectándonos la guerra y en EE UU persiste la inflación: ¿cuáles son los productos adecuados?

En mi tribuna anterior decía que, a pesar de la mala evolución de los mercados este año, había fondos que tienen rentabilidad positiva. Me faltó responder a la pregunta de si convenía invertir en ellos o no. Ofrecí una posible solución para aquellos que dispongan de un plazo de más de cinco años, basada en la baja frecuencia con la que se ha perdido dinero en el pasado, invirtiendo en mixtos globales con una estrategia de mantener una cartera diversificada de acciones y bonos. Además de disponer de tiempo, dependiendo de las creencias y de la tolerancia a los cambios de valoración, esta podría ser una buena opción o no.

Le propongo una hipotética decisión entre dos mixtos reales con mucho histórico: A y B. Suponga que acaba de terminar 2020 y ve que el Fondo A ha ganado un 9,5%, y un 19% el año anterior. En diez años casi dobla su valor (se multiplicó por 1,9) y no ha sufrido caídas superiores al 20% desde la crisis de 2008.

Por otro lado, el Fondo B acaba ese convulso año en -3%, perdió un -1% en 2019 y, a pesar eso y de sufrir en 2012 una pérdida desde máximos superior al 50%, termina esa década multiplicando por 1,75.

Ambos llevan en su nombre Global Allocation, pero su filosofía de inversión es muy diferente. El A está en la categoría de Mixtos Moderados USD, donde se pueden encontrar fondos globales de acciones y bonos que no suelen cubrir el riesgo dólar. Su comportamiento no difiere mucho de la media de la categoría, aunque la bata algunos años, como 2020. El B usa originales estrategias y su comportamiento no se parece a ningún otro fondo o índice. Está en la categoría Mixtos Otros, de la que Morningstar no calcula rentabilidad media, ya que hay fondos muy diversos y la media, en vez de servir de referencia, podría despistar. ¿En cuál hubiera invertido?

Este año el fondo A pierde, mientras que el B acumula una rentabilidad positiva del 70%. Este fondo ya había llamado la atención de los medios especializados en el primer semestre por su rentabilidad de más de un 40%. Usted podría decidir invertir ahora en el fondo B, pero sea consciente de que el excepcional resultado de este año es difícilmente repetible. Le remito a un artículo de 2018 donde ya escribí sobre esto: ¿Qué elijo: lo consistente o lo extraordinario?

El lector quizás convenga conmigo en que, si más del 90% de los fondos pierden dinero este año, los que logran ganar es porque han hecho algo extraordinario. Pero, si usted es de los que cree que lo que ocurre en los mercados debería haber sido pronosticado por los gestores, puede sorprenderle el pequeño porcentaje de fondos que ganan dinero. A la hora de tomar una decisión sobre su estrategia de inversión con fondos líquidos es conveniente que se plantee seriamente si cree que se puede pronosticar a un año lo que van a hacer los mercados.

En la tribuna del mes pasado decía que un americano había perdido dinero muy pocas veces invirtiendo en las acciones de las grandes compañías de su mercado, si se mantenía diez años. Combinadas con bonos, se podía tener incluso menos plazo y seguía siendo muy infrecuente acabar perdiendo. Usaba todos los periodos posibles con datos de índices desde 1926. Cuando estudiamos el caso del inversor en euros, cuya divisa cotiza desde 1999, convendría analizar el riesgo divisa.

La amenaza de recesión en Europa, unida a la mejor rentabilidad de la Bolsa americana y la buena evolución del dólar, hace que muchos inversores se planteen evitar valores europeos. Sin embargo, en la primera década de este siglo, invertir en Bolsa americana sin cubrir hubiera sido una muy mala inversión para un español. A finales de 1999, el PER medio del S&P 500 se acercaba a 30, doblando su media. Poco después, la burbuja se rompía y el dólar, que había tocado su máximo de 0,85 dólares por euro en 2001, empezaba a depreciarse hasta el 1,6 al que llegó en 2008. Actualmente, el PER de la bolsa estadounidense es mucho más razonable, pero el dólar está cercano a sus mínimos. Lo prudente sería cubrirlo, pero el coste de hacerlo al cabo de los años podría detraer una considerable rentabilidad: es una decisión difícil que debe meditar con su asesor.

Por otro lado, las compañías de la zona euro, grandes y pequeñas, tienen un PER más atractivo, por debajo de la media histórica. Además, en esa parte no tendría que preocuparse de si cubrir el dólar o no. En un mixto global, hay una pequeña porción en las grandes empresas de la zona. Un inversor a largo plazo que soporte la volatilidad quizás pueda considerar complementar con pequeñas compañías de la región. Tienen mucha mejor valoración y su rentabilidad comparada con la Bolsa americana desde que existe el euro tiene poco que envidiar.

Si la volatilidad le provoca depresión, tiene la opción de comprar bonos a vencimiento: puede encontrar rentabilidades entre el 2% y el 8%, según el rating del emisor. Pronto le ofrecerán productos de mercados privados, incluso al pequeño inversor. De las ventajas e inconvenientes de estas dos soluciones frente a fondos líquidos hablaré en otra ocasión.

Marta Díaz-Bajo es directora de soluciones de inversión de Atl Capital

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