Y cuándo estemos ahí… ¿cuál será la siguiente meta para los mercados?
Pese a las altas expectativas sobre lo que sucederá después de la crisis, otras épocas duras en el pasado han ido seguidas de correcciones y no de subidas
No dejo de pensar últimamente en qué pasará cuando todas estas buenas esperanzas y expectativas con las que, naturalmente, los mercados se mueven se conviertan en realidad. Me imagino que será un pensamiento e inquietud que compartimos muchos. Dicho sea de otro modo, qué pasará cuando todo lo que está ya en precio o descontado, en términos de vuelta a la normalidad y consiguiente rebote de la actividad económica con un empuje que se anticipa como importante, se acabe por confirmar. Ya se ha visto cómo el Fondo Monetario Internacional ha mejorado con creces sus estimaciones de crecimiento hace unos días para 2021 para todas las economías, hasta niveles no vistos en algunos casos desde aquel 1980 en que empezó a hacer este ejercicio trimestral.
¿Seguiremos viendo un futuro brillante cuando ya estemos en un presente que lo sea? ¿Se gestionarán las expectativas con los parámetros de una vuelta a la normalidad y que estén más basados en aspectos fundamentales, como toda la vida ha pasado en los periodos menos estresados?
Ya desarrollaba a través de esta plataforma hace un par de meses esa idea de que vivíamos de prestado, de que las cosas en general y para los diferentes mercados, ya sea de renta variable, renta fija o mercado de crédito, estaban mejor de lo que podrían merecer estarlo y en base a que necesitábamos, de manera casi obsesiva, anticipar una época de alegría económica que aún no estaba con nosotros. Y lo que tenemos ahora, a la vista de los datos y de la evolución de los mercados, es una situación en la que seguimos con muchas esperanzas viendo lo que ocurre con las campañas de las vacunaciones y la deseada inmunización generalizada. Ahora sí se empieza a cristalizar de manera más latente esa esperanza, con los datos macro y de confianza que van saliendo a lo largo y ancho del planeta.
Es decir, en esa carrera entre presente y futuro, cuyo punto de salida está en digerir un presente que sigue cargado de realidades y dramas, con noticias del Covid que no dejan de preocuparnos, y cuya meta está en un futuro que se espera que se parezca a lo que había a principios del año pasado, antes de que toda nuestra realidad cambiara tanto, hemos avanzado con relativa firmeza. La cosa solo podía ir a mejor, y nos tiene que quedar menos camino por recorrer. Pero aún seguimos sin estar en esa recta final que deseamos completar para acabar cruzando la meta de una de las carreras más importantes de nuestras vidas.
¿Y qué pasará cuando salgamos de todo esto? Pues, en teoría, nos encontraremos en una situación en la que habrá mucha más libertad de movimiento, habrá mucha más predisposición a consumir, que activará de manera inmediata las necesidades de producir lo que se consume, con más alegría para el gasto, más ganas de hacer lo que no se hizo y, en definitiva, estaremos en una época boyante que llevará a que, efectivamente, los niveles de crecimiento económico que se descuentan para 2021 se acerquen a esa proyección del entorno del 6% que ya muchos anticipan para la economía global este año. Y, en un entorno así, cualquiera podría presumir que los mercados seguirán respondiendo positivamente, que las Bolsas seguirán subiendo, que los bonos recibirán menores flujos cautelosos y acompasarán sus rendimientos a los del nivel potencial de crecimiento de los países, que se creará inflación, quizás solo temporal, como insisten en afirmar los bancos centrales, que los tipos irán al alza, etc. Pero, si tenemos en cuenta que mucho de todo eso ya estaba descontado en toda la época en que hemos querido anticipar esa situación reflejándola en unas expectativas que hacían que las cosas fueran mejor de lo que merecían, quizás no habría que estar tan seguros de que el ansiado final de esta crisis vaya a revertir en cosas tan positivas.
Y esto ya se ha visto en el pasado, sin entrar a analizar las diferentes crisis con diferentes causas y consecuencias, pero con elementos comunes en los que, cuando se iba saliendo de la peor de las situaciones, los mercados lo que hacían era corregir y no reaccionar con subidas. Esto es lo que está por ver y es algo que debe tener a muchos agentes preocupados, aunque solo hasta cierto punto porque, de momento, parece que el presente de los mercados sigue siendo mejor de lo que podría merecer ser. De esta no hemos salido aún, pero vamos preparándonos para hacerlo de manera real y no solo en lo ficticio. Mientras tanto, a seguir cuidándonos, por favor.
Jesús Sáez es Director de mercado de capitales de deuda para Iberia en Natixis
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