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La investidura de Sánchez queda sujeta a un giro del independentismo o de Cs

La izquierda y los regionalistas se quedan a seis votos de la mayoría y para que los socialistas gobiernen en solitario, PP y Cs tendrían que abstenerse

españa gobierno
Belén Trincado / Cinco Días

La repetición de elecciones este domingo ha resultado en un Parlamento más fragmentado que nunca y sin mayorías claras. En su búsqueda declarada de un “Gobierno progresista”, el PSOE, está condenado a entenderse con Unidas Podemos, pero incluso sumando a Más País, hoy solo lograrían 158 diputados frente a los 165 de abril, aún más lejos que antes de lograr la ansiada cifra de 176 que le daría la mayoría absoluta en primera votación. De su capacidad negociadora dependerá si consigue recabar más síes que noes para ser investido en una segunda vuelta, una aritmética para la que necesitaría, además del apoyo de la izquierda, el sí de los regionalistas y de Ciudadanos, o bien su abstención y la de parte de las fuerzas independentistas.

La entrada de nuevas formaciones tras el 10N ha resultado en un Congreso más atomizado donde ni el bloque de izquierdas ni el de derechas suma para sacar adelante una investidura. Aún contando con la abstención de los partidos regionalistas –PNV, CC, BNG, PRC, ¡Teruel Existe!– en segunda votación, el PSOE, Unidas Podemos y Más País apenas lograrían 158 escaños frente a los 180 en contra que sumarían la derecha –PP, Cs, Vox y Navarra Suma– y los independentistas –ERC, JxCat, EH Bildu y las CUP– (ver opción 1 del gráfico).

La gran abstención

Tras el hundimiento de Cs y pese al alza de Vox, tampoco saldría adelante un bloque conservador, que apenas tendría 152 escaños frente a los 193 de la oposición –sumando el bloque de izquierdas, los independentistas y el PNV– (opción 5). Pese a haber apoyado en anteriores ocasiones al PP, el PNV no secundaría a Vox, que amenaza con ilegalizar la formación vasca.

Descartada la gran coalición tanto por el PSOE como por el PP –que juntos sumarían una mayoría absoluta de 208 escaños– también existiría la vía de que los socialistas trataran de sacar adelante una investidura en minoría con tan solo sus 120 diputados. Una opción bastante remota, ya que ello precisaría no solo la abstención de los regionalistas y de Cs, sino además de los populares (opción 2), un “ejercicio de responsabilidad”, según el PSOE, pero un giro que muy difícilmente puede permitirse un PP temeroso de que su espacio político sea absorbido por Vox.

La vía con más opciones

El escenario que queda entonces abierto es que el PSOE trate de buscar, como ha dicho, una “mayoría progresista” que aúne, además de a Unidas Podemos y Más País, a los cinco partidos regionalistas (opción 3). Pero aquí el encaje de bolillos es todavía más complicado. Si ninguna formación se abstuviera y los partidos independentistas unieran sus votos a los del bloque de la derecha, la investidura fracasaría en segunda votación por una diferencia de 10 escaños: 170 votos a favor y 180 en contra. Ni siquiera sería suficiente que Cs se moviera hacia el centro y decidiera abstenerse, ya que, en su caso, se estaría en una situación de bloqueo por un empate técnico con 170 síes y 170 noes.

Solo el voto a favor de los 10 diputados de la formación naranja (opción 4) podría dar luz verde a la investidura en segunda vuelta sin contar con ningún tipo de apoyo por parte de los secesionistas, en línea con la estrategia que se ha propuesto perseguir Pedro Sánchez. No obstante, hoy por hoy, que Cs decidiera respaldar la investidura del líder socialista supondría un giro de 180 grados, tras el “cordón sanitario” mantenido contra el PSOE durante meses.

Con todo, no cabe descartar ningún escenario tras la dimisión ayer de Albert Rivera, el único líder que ha conocido el partido en sus 13 años de existencia, máxime cuando la estrategia de alejarse del centro fue cuestionada internamente y motivó la dimisión de varios miembros de la cúpula naranja. Todo queda en manos ahora del tipo de renovación que adopte el partido en su próximo congreso. Aún así, parece complicado aglutinar en un mismo acuerdo de investidura a Unidas Podemos y Cs, que mantienen posturas programáticas muy alejadas la una de la otra.

El recurso de ERC

De no llegar a buen puerto las negociaciones con Cs, Sánchez tendría que centrar todos sus esfuerzos en tratar de convencer a ERC para que no bloquee la segunda votación, tal y como ya ocurrió en la investidura fallida de julio. Ese escenario lograría investir a Sánchez por una exigua mayoría de apenas tres votos de diferencia (170 a favor frente a 167 en contra).

Los 13 escaños de la formación independentista serían el mínimo necesario para lograr que la aritmética cuadre, ya que la abstención de los cinco diputados de EH Bildu, que se ha mostrado dispuesta a tender la mano al Gobierno para evitar un Ejecutivo de derechas, no sería suficiente. A no ser, eso sí, que su abstención coincida con la de Cs, en cuyo caso Sánchez lograría 170 votos a favor y 165 en contra.

La fórmula más clara sería el aval de ERC, que en julio optó facilitar la gobernabilidad absteniéndose en la investidura. Sin embargo, no parece que ahora esté dispuesta a hacerlo a cambio de nada, después de que el Tribunal Supremo condenara a sus principales líderes a penas de entre nueve y 13 años de prisión o el alza en votos de JxCAT y la CUP.

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