Más fragmentación, se dispara la extrema derecha y crece el independentismo
Quien sueñe con una gran coalición, que se olvide: el PP no va a apoyar a Sánchez ni por la vía de la abstención
La repetición de las elecciones ha sido un desastre sin paliativos para todos los que tuvieron en su mano evitarlas (PSOE, Ciudadanos y Podemos) y para la gobernabilidad de España, especialmente para Albert Rivera. El Congreso se ha fraccionado aún más, y salen reforzados los partidos extremistas, los que por diferentes razones quieren cargarse la configuración de España que surgió del pacto de la Constitución de 1978.
En el nuevo Congreso de los Diputados van a tener menos peso los partidos constitucionalistas y moderados (PSOE, PP y Ciudadanos), a la vez que se dispara la representación de los extremistas. El crecimiento de la extrema derecha de Vox, que duplica su representación de 24 a 52 escaños, y la mayor representación de los partidos independentistas es, sin duda, la peor noticia.
Hace seis meses los tres partidos moderados y de alcance estatal sumaban 246 escaños y ahora bajan hasta 218. En cambio, todas las posiciones extremas crecen, no solo la extrema derecha de Vox, pasando de 50 a 80 diputados. El independentismo catalán, que en abril había dado un salto de 17 a 22 diputados, vuelve a crecer uno más. También aumenta su representación EH Bildu, que pasa de 4 a 5.
La carrera política de Albert Rivera se ha terminado y quizás la de Inés Arrimadas. Es más, el resultado pone muy en cuestión la supervivencia de Ciudadanos, al que ahora probablemente no le queda otra que asumir el papel de apoyar al Gobierno que intente configurar Pedro Sánchez.
Albert Rivera soñará muchas noches con aquellos 57 diputados que tenía y le daban al PSOE una mayoría absoluta rotunda de 180 diputados. Ha sido un sueño de seis meses que no le va a dar ni para tener un sitio en la historia de España, como no sea en el manual de cómo liquidar un capital político enorme.
Ahora bien, Pablo Casado no debería dormir tranquilo teniendo al lobo Abascal detrás, y debe hacer un profundo análisis para entender por qué el gran beneficiario del derrumbe de Ciudadanos es la extrema derecha y no el PP. ¿Qué quieren esos votantes, más contundencia del Estado en Cataluña?
La caída de Podemos es también relevante si se levanta un poco la mirada. En la anterior legislatura tuvo 71 diputados, que bajaron hasta 42 en abril y ahora se quedan en 35, que es menos de la mitad de hace cuatro años. Eso sí, estará encantado de que el spin off del Más País de Íñigo Errejón no haya ido a ningún lado, puesto que tres diputados no dan para grupo parlamentario, ni para ser relevantes.
Pablo Iglesias exigió el oro y el moro para apoyar a Pedro Sánchez y le ha salido francamente mal, aunque siempre podrá decir que las encuestas eran peores.
¿Y Pedro Sánchez? El presidente del Gobierno en funciones se encuentra exactamente igual que en la primavera o peor, no solo porque ha perdido tres diputados, sino porque probablemente va a tener que hacer más concesiones para poder formar gobierno y sacar muchas medidas adelante y ahí jugará su papel el independentismo catalán.
Los dos bloques de izquierda y derecha suman un número de diputados parecido. Los primeros tienen 158 (PSOE+Podemos+Más País) y, los segundos (PP+Vox+Ciudadanos+Navarra Suma), 152. Sin embargo, las diferencia reales entre un bloque y otro son mucho más grandes.
Primero porque el partido más votado y con más representación es el PSOE. Y, segundo, porque el bloque de derechas puede atraer a muy pocos partidos que están fuera de esos dos bloques, en los que hay 40 diputados. La presencia de Vox en ese bloque hace imposible que le apoyen prácticamente ninguno de esos diputados.
Por tanto, las opciones de gobernabilidad las tiene Pedro Sánchez. Para ser elegido en primera vuelta necesitaría que Ciudadanos se tape la nariz definitivamente y se sume a PSOE y Podemos, lo que daría 168 diputados, que sumados a PNV y PRC, ya sería mayoría absoluta.
Quien sueñe con una gran coalición, que se olvide. El PP no va a apoyar al PSOE ni por la vía de la abstención. Sería hacerse el harakiri y para eso dirán que se lo haga definitivamente Ciudadanos. La gran tarea que tiene por delante el PP es seguir siendo el gran partido que lidera la oposición al PSOE. Nunca había tenido competencia en esta labor. Lo ha intentado Ciudadanos en estos últimos seis meses y ahora lo va a intentar Vox.
Es más, el PSOE debería ser inteligente y facilitar al PP que sea su oposición. No conviene a nadie que la oposición la ejerza un partido de extrema derecha, con lo que si el PSOE consigue la gobernabilidad lo mejor que puede hacer es ser generoso con el PP e ignorar a Vox.
Los retos que hay por delante son enormes en el ámbito económico y en la configuración territorial de España. Para aprobar los presupuestos el PSOE puede jugar a izquierdas y buscar incluso el apoyo de los independentistas de izquierdas y nacionalistas, si logra hacer compatible ese potaje.
Sin embargo, cuando se trate de la construcción de un marco de convivencia para otras cuantas décadas tendrá que contar necesariamente con el PP y Ciudadanos, y cuantos más partidos añada mejor.
La lección de esta repetición de elecciones ha sido muy clara. Los partidos que especularon con las alianzas han sido los que han perdido representación política, de manera que si cometen el error de especular con unas terceras ya saben con lo que se van a encontrar.
Aurelio Medel es doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense