Las fusiones planean sobre varios bancos españoles
Fuentes financieras no descartan que Bankia pueda protagonizar nuevas uniones
Que el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de España, el incluso el Gobierno defienden las fusiones para crear bancos gigantes más fuertes y sanos, que pudiesen competir de tú a tú con la banca estadounidense no es una novedad. El BCE lleva años pidiendo fusiones. No quiere bancos que puedan presentar debilidades ni a corto ni a medio plazo. Aunque no puede obligar a los accionistas de las entidades a emprender estas operaciones corporativas si no quieres ya que son empresas privadas.
Eso es lo que ha sucedido ahora en Italia con la caída de Banca Carige. Los accionistas de esta entidad, décima en el ranking de entidades financieras italianas, se negaron en diciembre a hacer frente a una ampliación de capital. Esta negativa precipitó su intervención por parte del BCE, quien nombró tres administradores temporales, así como a un comité de vigilancia de tres miembros, para hacerse cargo de Banca Carige y reemplazar a su cúpula directiva, después de la dimisión de la mayoría de los miembros del consejo de la entidad italiana.
Ahora los supervisores intentarán buscar un banco que esté interesado en la compra de Banca Carige. La duda es si lo lograrán o no, porque parece que los candidatos son escaso o incluso inexistentes.
El nuevo presidente del Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE, Andrea Enria, quien sustituyó el pasado día 1 a Danièle Nouy, también es partidario de las fusiones. Desde su anterior cargo como responsable de la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) siempre ha insistido en la baja rentabilidad de las entidades financieras europeas, y como una solución consideraba que las fusiones podían mejorar algunas de las asignaturas pendientes de la banca. España ha sido el país europeo que más se ha aplicado el cuento en los últimos ocho años como consecuencia de la crisis de una gran parte de su sistema financiero debido a su indigestión inmobiliaria. Pero según apuntan los supervisores, aún hay margen para llevar a cabo más operaciones corporativas.
De momento, Liberbank y Unicaja debaten por enésima vez su fusión. Parece que en esta ocasión los estudios que están llevando a cabo son más exhaustivos que en otras ocasiones. Pese a ello, los supervisores son escépticos. “Liberbank y Unicaja han intentado tantas veces su fusión que hasta que no esté firmada la operación no se pueden lanzar las campanas al vuelo”, explica una relevante fuente financiera.
De cuajar esta operación (hasta el día 30 de diciembre los directivos y bancos de inversión estaban convencidos de que la fusión saldría adelante tras limar ciertas asperezas) no sería la primera fusión del año, pero no la única.
Varios directivos bancarios y bancos de inversión coinciden. “Las entidades financieras llevan desde que estalló la crisis mirándose los unos a los otros. Todos han hablado de fusión en varias ocasiones, pero ahora volvemos a intensificar las conversaciones. Eso no significa que todos iniciemos otra ronda de uniones, pero sí que es cierto que se analizan opciones”, explica un destacado ejecutivo de un gran banco que reconoce que el actual Gobierno vería con buenos ojos concretar operaciones de fusión. Y tampoco vería mal que Bankia pudiera ser el protagonista de una nueva operación tras la llevada a cabo el pasado año con la absorción de BMN. Eso es al menos lo que aseguran fuentes financieras, que entienden que la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri está bien gestionada, algo que no refleja su valor en Bolsa.
El Gobierno ha ampliado en dos años más el plazo para la privatización de Bankia, entidad en la que controla el 61%. Y no descarta vender una participación de control de este banco. El problema es quién podría ser su comprador, ya que la operación por parte de otro banco supondría una importante ampliación de capital. Pero también comienza a barajar el mercado que otra entidad estuviese dispuesta a asumir la entrada en su capital de capital público, pese a las consecuencias que ello lleva consigo.
Hay que tener en cuenta que una de las tablas de salvación para las aún deprimidas cuentas de resultados de las entidades financieras sería la tan deseada para el sector subida de los tipos de interés, pero parece que cada vez se retrasa más. Ahora se habla de finales de 2019. Y encima el crecimiento de la economía empieza a dar síntomas de agotamiento.
De momento, el recorte de los gastos y las menores provisiones, con un crecimiento de los ingresos por comisiones, se han convertido en el pilar de las cuentas de resultados para gran parte de la banca. Pero los desafíos son muchos e importantes. El entorno es aún muy convulso motivado por las últimas sentencias del Tribunal Supremo, la nueva Ley impulsada por el Gobierno sobre el impuesto de las hipotecas, nuevos aires de recesión económica y, sobre todo, la denominada revolución digital que trae consigo profundos cambios en el modelo de negocio de la banca, explica José Luis Cortina, presidente de la consultora Neovantas. Y si no hay rentabilidad la vida de un banco tiene los días contados.
De ahí que los bancos de inversión empujen a las entidades tradicionales a que vuelvan a mirarse en los ojos de sus rivales. Los supervisores también. Algunas entidades saben que bajo los actuales retos y sin una previsión de subida de tipos a corto plazo su futuro está lleno de grandes baches. Los supervisores tampoco quieren más sustos, aunque como repiten, “no se puede obligar a una entidad a fusionarse. Son los accionistas los que deben decidir”. Lo malo es que la concentración reduce las elecciones de los clientes.