España pide a Marruecos respeto por las especies
El conflicto político por el Sáhara condiciona las negociaciones entre Madrid y Rabat para frenar la sobreexplotación pesquera.
"Cuando realizas una correcta gestión de los residuos, separándolos y reciclándolos, pero tu vecino no hace lo mismo, tu esfuerzo no sirve de nada. Lo mismo pasa con el cumplimiento de España de las normativas de protección de especies”, explica Eduardo Bolguerías Guerra, director del Instituto Nacional de Oceanografía.
España y Marruecos tienen muchos intereses en común, entre ellos los de la industria pesquera. A lo largo de la historia, ambos países han mantenido una estrecha relación que ha sido ratificada en varios pactos sobre esta actividad. El último de ellos, el acuerdo bilateral entre la UE y Marruecos está en activo, pese a que la parte que incluía al Sáhara Occidental fue anulada por el Tribunal de Justicia europeo.
Aziz Akhannouch, ministro de Pesca marroquí, advirtió durante las reuniones de la comisión mixta en Tánger que si no se respeta este territorio, además del pacto, otros aspectos, que influyen directamente en España, también podrían verse alterados.
En este acuerdo se defiende, además de factores económicos, la protección de las poblaciones de peces objeto de captura. Así, las flotas españolas tienen prohibida la pesca de determinadas especies, como moluscos y crustáceos –a excepción de los cangrejos que, dependiendo de la zona, pueden ser capturados entre un 5% y un 10%–; y la práctica de diversas técnicas, como las realizadas con palangres o trasmallos. Además, tiene la obligación de efectuar parones biológicos para algunos ejemplares en los meses de febrero y marzo. Es el caso de las sardinas, anchoas y otros pelágicos pequeños.
Pero fuera de este acuerdo existen otras especies sobreexplotadas, como el voraz (besugo) y el pez espada, que aun siendo capturadas por ambos países, no tienen unas normas restrictivas para los pesqueros marroquíes aunque sí para los españoles, al encontrarse bajo la normativa de la UE. Una situación de la que se lamentan los representantes de la industria española.
“España cumple escrupulosamente el reglamento europeo, pero ¿de qué nos sirve no pescar especies por debajo de una talla de 33 cm si Marruecos lo hace? La legislación debería ser la misma para ambos”, dice Pedro Maza, presidente de la Faape (Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras).
Por su parte, Hachimi El Maimouni, presidente de los armadores marroquíes, reconoce contundente: “Antes los barcos venían llenos de pescado, pero ahora es difícil tener una buena jornada. Hacen falta políticas restrictivas y cuidar las especies, pero también deben instaurarse subvenciones que contrarresten los parones biológicos”.
El secretario general de Cepesca, Javier Garat, confía en que la experiencia conjunta de ambos países desemboque en un desarrollo sostenible de la actividad desde el punto de vista socioeconómico.
¿Y qué ocurre con el atún rojo?
Con el plan de recuperación para el atún rojo, que comenzó en 2007 y se aplicará hasta 2022, además de la reducción de las cuotas de capturas, el número de embarcaciones españolas dedicadas a la pesca de esta especie han disminuido más de la mitad, pese a su modernización.
Ahora el sector pide subir las cuotas. “Por lo menos, pedimos que las cuotas se remonten a los inicios del plan actual de recuperación”, reclama Pedro Maza, presidente de la asociación andaluza Faape. Una solicitud que el Instituto Nacional Oceanográfico apoya si se comprueba finalmente que el stock ha aumentado.
“El problema es que las evaluaciones científicas que han afirmado que la biomasa de juveniles ha ascendido están asociadas a una incertidumbre muy grande”, señala su director, que se refiere a los posibles errores de medición en el estudio.
María José Cornax, directora de pesca de la fundación Oceana en Europa, defiende que deben respetarse los plazos para eliminar los riegos: “No hay que olvidar que cuando empezamos con el plan solo teníamos el 60% de probabilidad de éxito”.