La abstracción monetaria europea
Algunos están reclamando ya el ‘helicóptero del dinero’ de Friedman: la expansión a través del gasto público
La situación económica y financiera a la que nos estamos enfrentando en Europa se hace cada vez más compleja, y, necesariamente, cuando hablamos en el ámbito de las finanzas de más complejidad, nos estamos refiriendo a una mayor incertidumbre, a un mayor riesgo, así como a un mayor nivel de abstracción que está poniendo límites claros a la tradicional función de la intermediación financiera.
La facilidad monetaria y la apuesta por la liquidez del Banco Central Europeo, utilizando a los bancos como vía capital del proceso, no acaba de mostrar signos inequívocos en la dirección en la que la economía europea se puede ir acercando hacia su crecimiento potencial. Si EE UU, es decir, la Fed, basó su estrategia monetaria expansiva en el aumento de su base monetaria, el BCE lo ha hecho prestando directamente a los bancos, y los bancos han mostrado su incapacidad para trasladar de forma decidida crédito a la economía real y, en consecuencia, promover el crecimiento económico y el empleo. Es cierto que por esta vía se ha logrado contener la prima de riesgo y atender a la crisis de la deuda soberana, pero la economía real no acaba de encontrar un aliado en la economía financiera, origen fundamental de la crisis que estamos viviendo; ni, por supuesto, ahora, en la economía monetaria.
Todos conocemos el proceso de abstracción de la economía desde una visión netamente antropológico-kantiana. El comercio produce la abstracción del espacio; las finanzas, la abstracción del tiempo, y la economía monetaria, por utilizar la terminología relativista, transforma el tiempo en una dimensión más del espacio.
La economía monetaria es la forma de abstracción más extrema y, en consecuencia, la forma de dominación más sutil. El comercio crea el concepto de margen comercial; las finanzas crean el concepto de interés, y la economía monetaria, el señoreaje.
Este proceso secular asociado al neocapitalismo y al proceso de globalización, en el caso de Europa está adquiriendo una visibilidad sin precedentes. A poco que se analice el proceso de expansión cuantitativa, se sabe que no es sino una forma de agarrarse a la brocha (la política monetaria) cuando la escalera (la política fiscal) ya no está.
En el área euro la economía monetaria está actuando como socorro de la economía financiera, buscando nuevas formas de abstracción económica y de deslocalización del riesgo. En definitiva, no estamos hablando sino de nuevos focos de riesgo sistémico que tarde o temprano mostrarán sus efectos más visibles en términos de riqueza real y empleo y, por supuesto, en términos de crisis del euro. Y todo ello sin que la economía real se vea afectada de forma decidida y sin que la inflación buena actúe como un mecanismo de estímulo para promover la inversión, el consumo y la demanda interna. El problema resulta estar más relacionado con la solvencia de la demanda que con la propia liquidez que quiere promover la estrategia de facilidad monetaria del BCE. Ante esta situación, algunos economistas están reclamando el helicóptero del dinero de Friedman, que no es sino una fórmula expansiva más tangible a través de un instrumento del que ya se nos ha olvidado sus efectos más positivos ante los niveles que está alcanzando la deuda pública. Nos estamos refiriendo a la expansión a través del gasto público, que impacta directamente sobre la economía real, pero que se topa con la limitación legal de que el BCE no puede monetizar los déficits de los Gobiernos, es decir, no puede financiarlos.
Se está produciendo una sobreexplotación de la maltrecha política monetaria europea, que ya había perdido altura (tipos a cero) debido a la inexistencia de una política fiscal común en el área euro, como sí existía en el caso de la expansión cuantitativa de EE UU ante la crisis. Draghi sabe que no hay marcha atrás al proceso de abstracción económica; que la pirámide de abstracción monetaria ya solo se sostiene con un esquema piramidal, es decir, dando una patada hacia adelante al problema. Y, como dice, el helicóptero del dinero empieza a ser interesante (sic), es decir, Keynes.
Francisco Cortés García es profesor de Finanzas de la UNIR.