¿Cuántos trabajadores han emigrado de España?
Un informe de CC OO cree que el perfil de emigrante español no es el de jóven muy cualificado que se va a Alemania
La fuga de españoles al extranjero en busca de oportunidades laborales está en boca de todos. Sin embargo ¿se sabe realmente cuántos ciudadanos han emigrado durante la actual crisis? La respuesta es sencilla: no hay datos concluyentes. Sin embargo, sobre todo en el último año se han hecho varias aproximaciones que difieren entre sí y un estudio sobre migraciones elaborado por la Fundación Primero de Mayo de CC OO los ha analizado todos ellos.
Los autores de este informe recelan de la imagen que ha empezado a trasladarse recientemente a través de los medios de comunicación que reflejan la supuesta existencia de una "emigración masiva". Según critican "esta idea parte con frecuencia de datos parciales, avances o proyecciones a largo plazo", que no son del todo fiables. Asimismo, denuncian que "se ha ido forjando un arquetipo consistente en que los que emigran son jóvenes españoles de alta cualificación y ambos sexos con destino a Alemania"; algo que los datos tampoco corroboran.
En la actualidad, las cifras más fiables, en opinión de estos técnicos, son las que facilita el Instituto Nacional de Estadística (INE) a través del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE). Si bien esta fuente tiene una distorsión y es que no todos los ciudadanos que emigran se registran en los consulados españoles allí donde van. En cualquier caso, según el PERE, a 1 de enero de 2009, residían en el exterior 1.471 españoles. Cuatro años después esta cifra se elevaba a 1.931.248.
Una sencilla resta indicaría que durante la crisis podrían haber emigrado cerca de 460.000 españoles. Sin embargo no es así de simple porque el PERE distingue entre los nacidos en España y que actualmente residen en el extranjero y aquellos que no viven en país pero que tampoco nacieron en él. Estos últimos están representados por dos importantes colectivos: los descendientes de españoles en Sudamérica que han adoptado la nacionalidad española gracias a la ley de la Memoria Histórica de 2007 y los inmigrantes establecidos en España antes de la crisis y que en los últimos años también han adquirido la nacionalidad.
Si se restan estos dos grupos, que han elevado notablemente la cifra de españoles residentes en el extranjero, los registros dicen algo muy distinto. Solo la citada ley de Memoria Histórica ha propiciado más de medio millón de solicitudes de nacionalidad. Así, tras esta criba en 2009 residían 633.750 españoles en el extranjero y en 2013 el número de registrados sube a 673.662. De esto se desprendería que durante la crisis sólo habrían emigrado unos 40.000 españoles nacidos en el país.
Sin embargo, los propios autores del estudio aseguran que esta cifra está notablemente subestimada porque más allá de los ínidicadores estadísticos se está produciendo una inmigración que no aflora. Según explican, esto se debe, entre otras cosas, a que cuando los españoles emigran dentro de la Unión Europea, "existen muy escasos incentivos para darse de alta en los registros consulares de los países de acogida".
A este colectivo de emigrantes españoles habría que sumar los extranjeros que han salido del país en los últimos cuatro años. Los datos del INE son también los más fiables en esta materia. Esta estadística refleja que el 1 de enero de 2013 residían en España 216.125 extranjeros menos que hace un año. La inmensa mayoría de este grupo sí podría estar formado por trabajadores que se establecieron en España antes de 2008 y que por efecto de la crisis se han vuelto a sus países de residencia o a un tercer país receptor.
Dicho esto, el informe de la Fundación Primero de Mayo también destaca que a pesar de este éxodo, en 2013 los 5,5 millones de extranjeros que residían en España suponían 252.371 más que en 2008. Esto quiere decir que durante la crisis los inmigrantes no solo se han marchado del país sino que, al tiempo, se ha mantenido la llegada de trabajadores extranjeros.
El mito alemán
Otra de las ideas a las que han llegado estos expertos es que "se ha ido forjando un arquetipo consistente en que los que emigran son jóvenes españoles de alta cualificación y ambos sexos con destino a Alemania"; algo que los datos tampoco corroboran. Así, "Alemania no es hasta el momento el destino favorito de la nueva emigración española, debido a las barreras idiomáticas", aseguran. Por delante de este país, los españoles han preferido ir a probar suerte a Francia y Reino Unido. Fuera de la UE, Estados Unidos es uno de los países en los que más ha crecido la llegada de emigración procedente de España (nativos o extranjeros residentes).
Según la oficina de estadística germana (Destatis) en 2012 entraron en el país 29.910 españoles. Si bien, lo lógico es que no todos ellos fueran nativos sino que dentro de este grupo también habrá un número indeterminado de emigrantes que haya adquirido en los últimos años la nacionalidad española.
Es más, este análisis también hace referencia a la situación de los españoles que han emigrado a este país, al destacar que el pasado 1 de enero de 2013 había en Alemania 5.158 españoles que estaban desempleados, un 20,4% más que hace un año.
Asimismo, precisan que aunque es cierto que la formación de los trabajadores españoles que deciden emigrar es mayor que la que se registraba en el anterior ciclo migratorio en los años sesenta, tampoco es cierto que las nuevas salidas las capitalicen solo los trabajadores más cualificados. Es más, advierten que "la demanda de fuerza de trabajo en los países de acogida es muy diversa en cuanto a los niveles de cualificación requeridos".
Todo esto lleva a los autores del estudio a concluir que "los datos disponibles, que siempre deben tomarse con reservas, no parecen indicar que hasta el momento se haya producido entre la población nativa española una emigración de gran escala, similar a la de los años sesenta".
Dicho esto, admiten que este fenómeno sí que es creciente y su futuro está relacionado con la profundidad y la duración de la crisis. Por ello, recomiendan a los poderes públicos que comiencen a adoptarse políticas destinadas a garantizar los derechos de los que se marchan.